lunes, 27 de mayo de 2013

Federico (4)





Fuimos al cine X.

Federico, con mucha amabilidad y como era su costumbre pagó las dos entradas. Unos cuantos abueletes que estaban en la entrada se nos quedaron viendo, nos contemplaban con una mezcla de sana envidia  (¿puede la envidia ser sana?) y otra de curiosidad.
Todo el cine tenía ese extraño olor a semen, saliva y desinfectante que embarga el ambiente. Conociendo la rutina del cine, subí con Federico al gallinero. Era una fría tarde de primavera. Entramos en la más completa penumbra. En la pantalla estaban proyectando una película de una tía con unas bragas verdes puestas y que era penetrada simultaneamente por el ano y por la vagina por dos tíos que tenían unas enormes y hermosas pollas.

-Esto está interesante -me dijo Federico.
-Espera. No ha comenzado nada -le dije.

Lo tomé de la mano, le dí un beso y terminamos de subir la entrada del gallinero. Esperando que nuestros ojos se acostumbraran a la oscuridad, nos sentamos en la primera fila. Seguimos conversando. Me preguntó si venía con tanta frecuencia. En la Argentina Federico frecuentaba un cine X donde comía pollas y se dejaba follar de vez en cuando por algún tío. Le dije que yo venía con cierta frecuencia. Que sobre todo cuando pasaba largas temporadas sin hacer el amor con Elena, me instalaba una tarde que tuviera libre en el trabajo en la Sala X. Me sentaba a esperar a que algún vejete me comiera la polla y la pasaba bien.

Federico me abrazó y me estampó un beso. Sumergió su lengua en mi cabidad bucal. Me acariciaba el cabello y comenzó su mano a buscar mi polla.

-¡Espera! ¡Espera! -le dije-. Vayamos arriba.

Subímos las escaleras y en la última fila del gallinero, allí donde se arman las grandes orgías, habían algunos abueletes. La mayoría de ellos en espera de alguna polla que comerse o pendientes de que se armara alguna orgía para participar o ver. Le dije a Federico que nos sentaramos en la penúltima fila. Estaba vacía y desde allí podrían contemplarnos los vejetes. En muchas ocasiones comenzaba alguna paja mutua con un tío y de pronto tenía a unos siete tíos alrededor, pajeandose mientras observaban.

Federico y yo nos sentamos y de nuevo fue él quien me buscó la boca y se tomó su tiempo para acariciarme. Comenzamos a tocarnos las pollas por encima del pantalón. Yo estaba muy excitado de estar con Federico en la Sala X Tirso de Molina (o duque de Alba, como prefiráis llamarla).




lunes, 20 de mayo de 2013

Federico (3)





Me costó convencer a Federico de que me acompañara a la Sala X Duque de Alba (o Tirso de Molina, como la prefiráis llamar). Federico es bisexual, aunque él se considera un "gay de closet". Tiene una esposa y tres hermosas niñas. Pero de vez en cuando se muere de ganas por comer una polla. Le gusta morder tetillas de hombre. Le gusta pajear y que otro macho como él lo pajeé  Sin embargo, no es un bisexual promiscuo. No le es infiel a su mujer con otras mujeres sino con tíos. A Federico le gusta lamer ojetes de hombre mientras acaricia la polla de algún hermoso semental. Pero a Federico no le gustan las orgías ni los tríos ni las masturbaciones colectivas. Es por ello que cuando aceptó a ir conmigo a la Sala X, para mí fue una sorpresa y el momento oportuno para hacer una de mis fantasías realidad.

Me gusta la idea de follar con un tío que de cierta manera es mi "pareja gay estable". Conocía a Federico, sus manos, su olor. Sabía perfectamente el sabor de su saliva. Me gusta de Federico la manera en que me hace un hermoso fellatio mientras me prepara el culo con suficiente lubricante a medida de que introduce sus dedos.

Federico tiene 54 años. Cabello blanco de canas. Un cuerpo muy definido que mantiene gracias a una intensa rutina de ejercicios. Federico trabaja para una importante corporación internacional y de vez en cuando visita Madrid. Esta vez estaría una semana residenciado en un hotel caro que queda entre Goya y Serrano. Durante toda esa semana le inventé a Elena que estaría muy ocupado con proyectos en la oficina y que llegaría my tarde para levantarme muy temprano. Elena lo comprendió, no le agradaba mucho la idea pero "accedió" a dejarme "libre". Estos son tiempos en que España está muy jodida y el que tiene curro debe cuidarlo. Esa semana me mudé a la habitación de Federico. Pasaría por casa sola para cambiar de ropa. 

Federico y yo haciamos el amor desaforadamente. La habitación era inmensa. Follamos en el baño. En la alfombra. En las sillas. La cama era para descansar o para hacernos un divino 69. Nos acicalábamos la polla con la boca de uno y del otro. Suave..., cada vez más suave. Mordíamos un poco las pollas para frenar el orgasmo, para sentir como el conducto seminal del otro vibraba. Tocábamos nuestros culos con total libertad. Derramábamos el semen de cada uno sobre el vientre, el pecho o la boca del otro.

Durante varios días tuvimos una intensa rutina de maratón sexual esa semana, quizás fue por eso que Federico accedió a acompañarme a la Sala X.






lunes, 13 de mayo de 2013

Federico (2)





Quedé en verme con Federico en un hotel de lujo entre las calles Goya y Serrano. Yo deseaba verlo para ir con él a la Sala X Cine Duque de Alba y ver se animaba a que organizaramos allí una orgía.

Mis citas con Federico eran planeadas con mucha antelación, pues él estaba casado con tres hijas y no quería levantar sospechas de ningún tipo. El hecho de estar todo tan planificado me daba tiempo para "preparar" mi culo: durante una semana comía solo fruta y alimentos ricos en fibras para limpiar el colon y un par de horas antes de encontrarnos me realizaba una enema con la finalidad de tener el ano libre de impurezas.

Me recibió como siempre. Me dió un beso húmedo y profundo que tenía el aroma de un Ribera del Duero y me apretó las nalgas con fuerza hacia él. 
No sé cómo cerró la puerta, pues solo escuché el golpe de que cerraba mientras nos fundíamos en un solo abrazo. Nuestros penes se buscaban con desenfreno.

Me gusta hacer el amor con Federico -sí, así mismo: "el amor"-. Federico es un amante tierno y dulce. Es amante de las caricias, le gusta mucho besar y acariciar. Sus mamadas son espectaculares y tiene muchos gestos amables y cariñosos. Le gusta morder mis pezones mientras con una mano me acariciaba la polla y con la otra hurgaba en mi culo.

Federico dedica mucho tiempo al sexo oral, me chupaba la polla con ternura y con constancia y firmeza. Luego, procede a trabajar mi ano. Primero me besa una y otra vez el ojete mientras me sigue masturbando. Después introduce su lengua con énfasis e insistencia. Al rato de besos y caricias embadurna con mucho lubricante su dedo medio de la mano izquierda y comienza un proceso de lubricar mi ano. Sin dejar de introducir y sacar su dedo me va comiendo la polla y me da muchos besos en los cojones.

Una vez que me lubricaba muy bien el ojete, Federico se colocaba rápidamente un condón en su pene, tan grande, tan erecto, tan duro. Siempre me penetra acostado de lado, de frente y me besa de manera efusiva la boca. Me va penetrando con suavidad. Ya para ese momento mi ano está suficientemente dilatado y su pene se va abriendo paso. Son miles de sensaciones a las que me entrego con Federico. Mientras me va sodomizando con ternura me pide que introduzca mi lengua en su boca. Me chupa la lengua con locura y devoción. Siento su enorme verga completa en mi culo. Al mismo tiempo con una mano acaricia mi polla la cual logra mantener erecta mientras que con otra mano me presiona con fuerza uno de mis pezones.

Federico gusta que nos corramos juntos. Entonces, comienza un juego. Federico comienza a moverse lentamente dentro de mí mientras yo me masturbo con suavidad. La idea de esto tiene un fin en sí mismo: que coordinemos juntos nuestro orgasmo. Así, cuando yo siento que me voy a correr y Federico no esta listo, nos detenemos un momento. Nos besamos. Acariciamos nuestras bolas o mordemos nuestras tetillas. Cuando Federico está por correrse y yo no, igual nos detenemos y retozamos un rato. He medido el tiempo y podemos estar haciendo el amor de esa forma por casi dos horas. Ya casi exhaustos emprendemos la faena y es allí, entonces, cuando nos acercamos al orgasmo simultáneo. En lo que empiezo a correrme -y mi leche caliente cae sobre mi vientre-, mi ano, por su acción reflejo se contrae y siento como Federico se corre dentro de mí. Hay momentos en que cuando contraigo mi esfinter siento la explosión de semen de Federico y viceversa. Nos tiramos exhaustos uno sobre el otro. Retomamos el aliento. Tomamos vino.

Entonces allí comenzamos a conversar.

_¿Cómo estás?
_¡Después de esta follada, como nunca!






lunes, 6 de mayo de 2013

CRUISING TIRSO DE MOLINA SALA X DUQUE DE ALBA


Ese fin de semana Elena visitaría con su familia a las abuelas en Bilbao, no es que fueran vascas, pero llevaban años viviendo allí, y tampoco es que fueran sus abuelas, eran en realidad hermanas de su abuela. Lo cierto es que una semana antes de su partida no habíamos podido coincidir en mi piso para hacer el amor, así que desquité mis ganas en el Cine X Duque de Alba o Tirso de Molina, como lo prefiráis llamar. Elena era pésima haciendo el amor, además, el sexo oral que me ofrecía era aburrido y monótono, una vez se lo dije en broma y me confesó que era mala porque no tenía pene. Sin embargo, yo le hacía un sexo oral de maravillas según ella. Cada vez que teníamos tiempo para disfrutar de nuestros cuerpos, Elena me pedía que le hiciera un cunnilinguis. ¡Pegaba unos gritos atronadores! A pesar de que era mala en la cama, su conversación, su piel blanca y lozana, su sonrisa, sus abrazos siempre me reconfortaban. 

 Tiempo teníamos Elena y yo que no follábamos por las ocupaciones de cada uno y esa semana tampoco pudimos. Hay un momento en la vida de todo hombre donde solo se quiere follar y la masturbación no es opción. Están los hombres que deciden follar a otras mujeres, yo prefería coquetear con uno u otro chico pero sobre todo sentir la boca húmeda y experta en felaciones de los vejetes de la Sala X. Era una muy fría mañana de viernes, inicio de primavera. Pagué mi entrada y subí al gallinero. Justo en la entrada estaba un chico de unos veinticinco años, jeans negros y cazadora de cuero negro. 

Nos miramos y fue una mirada cómplice.

 Entré a la oscura sala y estaban proyectando una película donde una chica lavaba un coche y tenía unos senos muy grandes, llenos de silicona y un culo inmenso. Subí poco a poco y me dí cuenta que el chico de la entrada estaba detrás de mí. Me senté en la última fila, la fila de los folladores y la fila de las orgías maravillosas. Me senté e inmediatamente el chico de la cazadora de cuero negro, sin quitarme los ojos de encima, comenzó a acariciarme el muslo. Yo inmediatamente me bajé los pantalones hasta los tobillos. Mi polla estaba dura desde hacía días esperando poder follarme a Elena, pero nunca se pudo en esos días y la cantidad de semen que tendría acumuladas en mis cojones debería ser abundante.

 El chico de la cazadora de cuero negro se había sacado la polla. La acaricié con mi mano. Era una polla enorme, estaba dura y con lubricación abundante. Inmediatamente comenzamos el ritual masturbatorio de la sala X. Nos masturbabamos el uno al otro de forma suave, se puede decir que casi cariñosa. De vez en cuando nuestras miradas se cruzaban en la penumbra de la sala. Una que otra vez mirábamos la pantalla donde la chica que estaba lavando el coche era ensortijada, follada por dos chicos musculosos con unas pollas enormes de esas que uno desea que le metan en el culo también. La sala se estaba llenando. Cada tanto tiempo pasaba un vejete frente a nosotros tan sólo para vernos. Usábamos el instante de voyerismo para cesar la masturbación, entonces, nos apretábamos las pollas o nos acariciábamos las bolas. Otro vejete se quedó en los escalones a unos siete pasos de nosotros, pero aprovechando las luz de la pantalla se estaba disfrutando el espectáculo.


Es una de las cosas más hermosas que tiene el Cine X Duque de Alba y/o Tirso de Molina: el voyerismo. Hay que dejarse ver, dejar que el otro te posea con la mirada mientras tienes la suerte de comerte una polla o mientras te la estás comiendo. El hecho es, que sentirme observado me excitó más y le dije a mi compañero de paja que me corría. "¡Córrete en mi boca, macho!", me dijo con un acento marcadamente castellano. Me puse de pie. Llevo mi polla a su boca y me presionó con fuerza el culo. ¡Me corrí! ¡Pegué un grito de placer! ¡Podía sentir como mi leche era sustraída desde los testículos y pasaba por la uretra con la fuerza de la succión de ese macho. Me tiré de nuevo al lado del chico con la cazadora de cuero negro y posé mi mano sobre su pecho. Tenía un pecho lleno de vellos y sus pezones de hombre estaban erectos. El tío se masturbaba y de pronto se corrió. Jadeó como una perra en celo. Pude ver gracias a la luz de la película como fluía su semen.¡Era mucho y espeso!

Se me quedó viendo y se me acercó y me robó un beso. Sentí su lengua hurgando en mi boca. Inmediatamente pude ver que sacudía su mano y una inmensa gota de semen salió volando en medio de la sala y cayó en la cabeza de un vejete a quien le estaban haciendo una hermosa felación. El vejete se levantó molesto, gritando improperios a la nada. Todos estábamos en nuestras tareas sexuales o en el descanso del merecido orgasmo.