Carmelo rondaba entre los 54 y 60 años de edad. Era
mucho más alto que yo, calculo que 1,86 o casi los 1, 90 metros. ¡Un oso!
¡Gigante! Una barriga enorme. Todo el cuerpo lleno de abundante pelo, menos la
cabeza, era completamente calvo. Una enorme y cerrada barba negra con
abundantes bellos blancos. De su peludo pecho solo destacaban los enormes pezones
rozados que le daban un cierto aire especial.
XX
Lo llevé directamente a una de las cabinas con
colchonetas y allí, frente a frente, nos quitamos las toallas y comenzamos a
magrearnos las pollas. Era muy gracioso que su polla no se veía de la enorme
barriga que tenía el tío. Sin embargo, pude sentir una buena polla, bastante
gruesa, de envergadura normal tirando a pequeña, pero era quizás una sensación
psicológica, pues la barriga de este tío era enorme en verdad.
XX
Nos tumbamos en la colchoneta y comenzamos un 69 muy
suave y tranquilo. Ya teniendo la polla de Carmelo en mi boca, pude apreciar
que era grande y gorda, con un glande bien destacado, pero su barriga era tan
enorme que era incómodo para mí mantenerme mucho tiempo en esa posición.
Acaricié sus bolas y estaban rasuradas. ¿Qué clase de tío es éste que se rasura
sólo las bolas? Pensé. Pero me dejé llevar y acaricié un poco su culo. ¡Eso sí
me sorprendió! ¡Tenía demasiado pelo en el culo! Además era graciosa la
textura, los pelos del culo eran más gruesos y duros que el resto del cuerpo.
XX
Por su parte, Carmelo sí que sabía mamar polla. Se
metía mi polla por completo. Luego se la sacaba de la boca y me masturbaba
suavemente mientras me pasaba la lengua por el glande. Toqueteó mis bolas
mientras me acariciaba el culo. Trató de meterme un dedo, pero le dije que me
diera tiempo, que necesitaba relajarme un poco más. La verdad, es que la
posición me estaba cansando la espalda. Y hablando de espaldas, la de Carmelo
estaba llena de pelos.
XX
¡Fóllame! Me dijo. ¡Madre mía!, pensé, yo que quería
ser de pasivo hoy y me toca jugar de activo. Bueno, ¿Qué se le puede hacer? Mi
verga estaba dura. Me levanté y me puse lubricante en el pene con una mano,
mientras que con la otra, le iba preparando el ojete a Carmelo. Me pareció
gracioso, porque era tan espeso los pelos de su culo que por un momento pensé
en que necesitaría una podadora electríca o quizás dinamitarle el culo. Una vez
con el condón puesto, comencé a penetrarle. Carmelo se quedo boca arriba con
sus enormes patas mirando al cielo. No había duda. El tío era un verdadero oso.
Aproveché la posición para acariciarle sus enormes muslos y sus duras batatas.
XX
Entrarle por el culo no fue fácil. La maraña de
pelos era tal y la dureza de los mismos tan fuerte, que apenas acerqué el
glande, sentía un verdadero cosquilleo en la punta de mi pene. Cuando follo con
condón suelo sentir mucho menos que cuando follo sin él. Es por es que prefiero
una buena mamada o unas pajas, pues me permite sentir a plenitud el contacto
con el otro. Pero en esta ocasión, el rose de los pelos de Carmelo me
sobre-excitó y pasaría lo que no quería: me correría pronto. A todas estas,
debo recordar que el 69 fue extraordinario. Carmelo sabía cómo mantener el
glande en su boca mientas estrangula la base del pene para contener la sangre y
retardar el orgasmo y así prolongar el placer. ¡Vaya que sabía!
XX
Una vez adentro y después de varios mete-saca, tuve
que anunciarle a Carmelo que me corría. Que me iba a correr, macho. Le pregunté
que cómo quería que me corriera, porque hay tíos que les gusta que uno se corra
en su pecho, en su barriga, que uno se pajeé mientras el tío ve, o algunos
quieren tragarse la leche y tener un buen recuerdo dentro de ellos de la
calidad de la mamada. ¡Córrete adentro, macho! Me dijo. ¿Tienes el condón
puesto, no? ¡Claro! Le dije. Y no había terminado de decirlo cuando me agarré
fuertemente de sus piernas y dejé mi pene dentro de su culo mientras me corría.
Carmelo se estaba pajeando y sentía cómo me ayudaba a mi cipote a tener placer
mientras él apretaba su culo de manera intermitente. ¡Fue un buen orgasmo!
XX
Mientras sacaba mi pene de esa maraña de pelos que
era su culo y cuyo condón estaba lleno de mi lefa, fue que caí en cuenta que
nos estaban viendo tres tíos, pude identificar que eran los mismos que estaban
en el bar charlando con Carmelo cuando llegué, a pesar de ser conocidos, no se
entrometieron en esta follada, cosa que lamenté un poquillo pues a mí lo de los
tríos en las saunas a veces se me da muy bien.
XX
Le iba a pedir a Carmelo que me follara pero el tío
estaba corriéndose allí mismo. Seguía con sus enormes patas de oso hacia el
cielo y ¡zas! Creo que unas cuatro o cinco gotitas de leche cayeron al piso. Macho,
¿Te habías corrido antes? Sí, me respondió, unas tres veces antes. Esta era la
cuarta. ¡Pues vaya que te rinde!
XX
Nos tumbamos un rato, sin charlar en nada. A mí no
me gusta hablar de nada con algún desconocido después de follar en la sauna,
sin embargo, suelo no ser descortés y escuchar sus historias, las cuales, desde
luego, se ven reflejadas en este blog. Eso lo aprendí con las vejetes del Cine
Duque de Alba, muchas veces, después de follar o mamar, desean conversar un
rato. Carmelo me contó que era panameño y que había llegado en el año de 1992
con la delegación Olímpica de Panamá y decidió quedarse en España. Llevaba 24
años. Era español y sobre todo madrileño. ¡De Madriz!
XX
Nos duchamos y salimos al bar. En todo ese tiempo el
tío no hacía más que hablar y hablar. No era un mal tipo, pero yo soy de poco
parleo y más de mamadas. En el bar intercambiamos los números de móvil en unas
servilletas para vernos en “Madriz” y de pronto quedar para algo. Él ya iba de
salida y yo decidí quedarme para echar otro polvo esa tarde en la sauna. Él se
fue por la salida y yo entré a la sauna persiguiendo un chavalillo que se veía
interesante.
XX
Lamentablemente perdí su número y me temo que él
también, pues no he sabido nada de él. Bueno, quizás así son los tíos-osos-pijos-panameños-madrileños,
te follan en una sauna de Barcelona y luego se olvidan de ti.