Martes, 13 de octubre del 2015
El Arenas Cine Gay, en Tarragona, 5-7, el lunes, último día de proyección antes de bajar el telón definitivamente.
El
Arenas Cine Gay bajó el lunes la persiana de forma definitiva. No es un
cine más
de la ciudad que cierra por la crisis del sector. Su caso es otro. Es
una defunción por razones urbanísticas. Hace años que la
sala está en mitad de lo que el Ayuntamiento de
Barcelona pretende que un día sea la prolongación de la calle de la Diputació hasta la de Creu Coberta y, más adelante, hasta la Gran Via.
La
plaza de Espanya es un nudo viario siempre a un paso de la congestión.
Abrir paso a Diputació a golpe de piqueta aliviará la situación,
sostienen los responsables de Vía Pública, como ya lo hizo tiempo atrás
la apertura de la calle de Consell de Cent hasta Hostafrancs. El precio a
pagar es, en este caso, la desaparición de un cine rarísimo, tan
conocido en determinados círculos de ambiente gay que ni siquiera era
necesario ya que su programación fuera lúbrica y homosexual.
En pantalla se proyectó hasta el lunes, como durante los últimos días, Secretos cantados
,
a la que las críticas no trataron muy bien, y Mi hermano es hijo único,
una producción franco-italiana que algún premio cosechó. Pero, en
realidad, como siempre, eso era lo de menos. El Arenas Cine Gay se había
transformado estos últimos años en un territorio de
furtivismo sexual.
El bar, los lavabos y los pasillos eran, según las fuentes consultadas,
un ir y venir constante en busca de encuentros sexuales. En las
hemerotecas es posible encontrar la airada carta al director de alguna
mujer que tenía interés en la película anunciada y que se había llevado
la sorpresa de que en las taquillas se le informaba de que no era
bienvenida. Lo que se le pretendía ahorrar era, al parecer, un ambiente
bastante sórdido y, según se mire, una recreación anacrónica de cuando
los primeros
cines X, allá por los 80, eran unos de los pocos lugares de encuentro discreto para homosexuales.
El
caso del Arenas Cine Gay había traspasado fronteras. En las revistas
internacionales de ambiente era ocasionalmente citado y no queda claro
si recomendado. En ese tipo de publcaciones, Barcelona pasa,
merecidamente, por ser una de las capitales mundiales de la tolerancia.
Lo curioso es que este cine, con ese aire de clandestinidad,
representaba una suerte de ficción retro. Tal vez esa fuera la clave de
su éxito.
Otra cuestión muy distinta es si el lunes realmente se
firmó el acta de defunción del histórico cine Arenas o si ese funeral se
celebró en realidad en el 2003. El cine original tenía la entrada por
el número 22 de la calle de Creu Coberta. Allí abrió sus puertas el 25
de diciembre de 1928, a lo grande, con un programa triple y con una sala
inusual hoy en día, de unas 1.500 butacas. Tuvo unos inicios
esplendorosos. En 1929 se representó incluso ópera a cargo de una
compañía parisina. En 1943 pasó a formar parte del grupo Balañá, pero en
los 70 comenzó a caer en algo que algunos podrán considerar una cierta
decadencia, pues ya no era sala de estrenos, sino de reposiciones y, a
poder ser, subidas de tono. Un incendio lo dañó en los 90. En el 2003
perdió su dirección postal de Creu Coberta y renació, con una sala de
325 butacas, en Tarragona, 5-7.