jueves, 1 de diciembre de 2016

Polla Catalana








Había tenido que pasar varios meses en Barcelona por cuestiones de curro y desde luego mis incursiones en el Cine Duque de Alba sólo podrían existir en mi imaginación. En Barcelona tenía que residenciarme por espacio de casi ocho meses a desarrollar y supervisar el proyecto para el cual fuí encomendado. Fuí a Madrid en ese tiempo, si acaso, un breve fin de semana al mes, tiempo que compartía con Laura, Isabel y una escapada breve al Duque de Alba.

Lo cierto es que un día sentí la necesidad de pajear a alguien. Tuve la necesidad de comerme una buena polla y anhelaba la oscuridad de mi Sala X en Madrid; sin embargo, recordé que en el ambiente gay de Barcelona, el Cine Arenas, ubicado en Creu Coberta en pleno corazón de la capital Catalana era bien reconocido en una época.

Gracias a Google Maps logré identificar la entrada del Cine Arenas. El intenso olor a desodorante de ambiente se sentía a varios metros de la entrada. Traspasé la puerta y lo primero que me gustó fue que había lockers. Muchas veces, en mis excursiones al Duque de Alba en pleno invierno, tenía que andar con los abrigos respectivos por toda la sala, y a veces, mientras comía una polla, tenía que estar pendiente de mis cosas. Varias fueron las ocasiones en que perdí uno que otro guante. A Dios gracias jamás perdí mi DNI.

 Entré al cine y me senté en alguna de las últimas butacas. Había poca gente. La ronda de costumbre: vejetes caminando para allá y para acá, uno que otro que se quedaba mirándome pero nada de aproximarse. No habrían pasado más de 20 minutos cuando se me acerca un tío. Unos cuarenta años. Bien conservado. En medio de la oscuridad se notaba bastante atractivo. Se sienta a mi lado. Me sonríe. Yo le devuelvo la sonrisa y de pronto noto que algo se mueve en su entrepierna. Como no distingo con la vista, decido asegurarme con las manos para saber qué trae este tío entre las piernas. 
 
Lo primero que noto es un enorme cipote, achampiñonado en la punta. De textura gruesa y bolas creo que rasuradas. Era una enorme polla. De esas que son buenas para pajear a dos manos o para lamer el glande. ¡No para follar! ¡Me partiría en dos hasta el alma de lo gruesa que era!

¿Te follo? Me preguntó. No tengo condones, ni lubricante y yo así no follo. Le contesté. No importa, me dijo, yo tengo. Y me puso en la mano un condón y una bolsita de lubricante. Está bien, ¿por qué no? Pensé. Continué mamando hasta poner esa verga dura. Le seguí mamando mientras me bajaba los pantalones y pude distinguir que par de tíos nos miraban desde la oscuridad de la sala.

Me lubriqué el culo y le puse el condón. Pensé que no entraría pero con un poco de esfuerzo quedó el condón bien puesto en esa que sería mi primera polla catalana. Me senté sobre él tío y su gloriosa polla mientras me masturbaba. Pero el tío era muy gentíl y comenzó a pajearme. Tardé poco en dilatar el culo así que comencé un rápido “sube y baja” al mismo tiempo que trataba de apretar el culo. ¡Me corro! Grité. Córrete cuando quieras. Me contestó el tío. Y mientras seguía siendo follado me corrí. Un chorro de mi leche cayó sobre el asiento de enfrente y varias chorradas cayeron en el piso. Estaba extasiado.

Con su polla aún en mi ojete descansé la espalda sobre el tío y éste, con toda la desvergüenza del mundo, me estampó un beso con lengua que en otro momento me hubiera parecido asqueroso. Pero en ese momento, su olor a ajo y su sabor a tabaco lo imaginé como un profundo agradecimiento. Me voy a correr. Me dijo. ¿Quieres mi leche? Le dije que no, pero que agradecía mucho el gesto. Me separé de su polla lentamente y el tío se levantó rápidamente y se quitó el condón. Se pajeó con fuerza y salió poquitísima leche a pesar de que el tío se veía que estaba disfrutando.

- ¿Te habías corrido antes? – indagué.
- Tres veces tío. Solo que las dos primeras fueron pajas viendo la película.
 - Una paja triste – le dije.
- Dos pajas tristes – me comentó.

Inmediatamente, el tío se sentó a mi lado. Descansó un rato y luego me dio tres palmaditas en el muslo y se marcho.

Era el inicio de mis experiencias comiendo pollas en Catalunya.