jueves, 7 de diciembre de 2017

La negra





Hay días en que llego a la sauna en solo plan de pasar el rato. ¡Os hablo en serio! No se trata solo de ir a follar; aunque debo reconocer que el 98% de las veces ese es el plan, hay días que domina el restante 2%.
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Yo todavía estaba en mi larga estancia en Barcelona y decidí darme una vuelta por la Corintio. Entré a la sauna de vapor y como a eso de haber pasado cinco minutos entró un chico negro, de cabellos afro, ojos color miel (se los vería a la salida), delgado y con su llave puesta en el brazo izquierdo, enganchados entre la goma de la llave, cargaba unos seis condones. Este chico sabe lo que quiere, pensé, de seguro tiene un enorme pollón.
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Como os comentaba, yo iba en plan relax. Al rato llegó un tío que se sentó al lado del negro y sin perder tiempo se quitó la toalla luciendo un buen miembro de unos 17 centimetros en estado morcillón. Glande grande y venoso, testículos también grandes pero no afeitados. No habían pasado cinco segundos cuando el negro se lanzó de bruces a comerle la polla al tío, que a pesar de lucir un poco gordito, de su barriga salía de manera destacada, altiva y orgullosa, una enorme polla.
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La negra se quitó la toalla y se tumbó de lado, dejando a la vista una enorme polla en estado morcillón aún. Como estaba justo a mi izquierda, me quité la toalla también y decidí pajear a la negra mientras yo me hacía lo que denomino una paja mortuoria: dícese de aquella paja que se hace por compromiso social o aburrimiento sin esperar acabar. A pesar de que su verga no terminaba de parársele, la negra tenía una polla durísima y toda rasurada. Era una verga enorme, de esas que solo sirven para pajear, pues no te caben en la boca para hacer una mamada y tampoco caben en el culo. ¡Era realmente enorme!
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La negra después de una buena jornada de mamadas al tío, decidió que era tiempo de que le dieran por el culo. Se sacó un condón de los que cargaba en su cinto de guerrera amazónica de las penumbras del vapor, y le puso el preservativo al tío. Creo que no aguantará mucho, pensé, se nota que esta negra tiene talento en las mamadas. La negra después de asegurarse que el condón estaba bien puesto se sentó sobre el tío. Tuve la impresión de que la polla del tío entro suave y sin problemas en el ojete de la negra. Yo quería hacerle una buena paja a la negra, pero estaba fuera del alcance de mi brazo y no sé por qué, preferí dejar que los tórtolos continuaran solitos.
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No habían pasado cinco minutos cuando el tío gritó que se venía. La negra meneó ese culo como una verdadera máquina de follar y el grito de varios ¡ay! ¡ay! ¡Qué gusto me das! Salió de la voz del tío. Al terminar, la negra muy gentilmente le retiró el condón y salió, imagino que a por una ducha. El tío decidió salir también.  Yo mientras tanto, continuaba en mi paja mortuoria y no se me terminaba de parar.
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Decidí quedarme a descansar, dejé la paja para después. En medio del calor y el sudor me estaba quedando dormido cuando de pronto sentí a la negra que se sentaba justo a mi lado. Decidí colaborar y quitarme la toalla, no lo había terminado de hacer cuando la negra se lanzó de forma desesperada a comerme la polla como si fuera el último alimento intergaláctico existente en el mundo mundial. Yo me relajé, pues aunque no iba de ánimos para follar, la verdad es que no me importaba que se entretuviera mamando.
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Pero la  negra sabía mamar muy bien y la polla se me puso dura. La envergadura creció por encima de mi tamaño promedio. Además, la negra sabe como dar un placer completo. Me lamía las bolas o mientras me chupaba el glande me apretaba con fuerza el tallo del pene. De vez en cuando un dedo se asomaba en mi ojete el cual le ofrecía con desparpajo pero la negra desgraciada no se atrevía a hurgar en mis entrañas con la finalidad de mantenerme excitado todo lo posible.
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Justo cuando tenía mi pene en su mayor tamaño, como hacía tiempo que no lo tenía, la negra decidió ponerme un condón. ¡Hoy follo! Pensé. Pero, precisamente, por sentirme tan cansado, apenas la negra dejó de mamar para abrir el condón, mi pene comenzó a ponerse flácido. Pero la negra se las traía, y continúo mamando hasta que logró abrir el condón y ponérmelo. Rápidamente, sin tiempo que perder, la negra cogió mi pene y lo dirigió a su culo entrando suave y serenamente. Tenía un hoyuelo delgadísimo, pero que se iba abriendo sin problemas. Además, después de la follada del otro tío, este culo estaba presto a dilatarse.
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La negra comenzó a moverse y a dar unos griticos de placer. Yo comencé a pajearle. Su pene seguía sin adquirir una consistencia rocosa, pero era dura y el tamaño seguía asombrándome. Me entretuve pensando cómo sería el chorro de leche de esta negra cayendo sobre mi pecho, cuál sería el tamaño verdadero en su máxima exitación de este inmenso tronco, pero eso fue fatal, pues me sobreexcité y sentí que me iba a correr.
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Le dije a la negra que me corría. Siempre aviso por respeto y consideración con quien comparto una follada. Hay tíos que les gusta tragar la leche, otros quieren que se la des en la cara o en el pecho, otros prefieren solo ver cómo te corres. Pues la negra no perdió su tiempo y comenzó a moverse rápido su culo, era una maquina de follar, todo su cuerpo se estremecía..., y ¡puf!, me corrí.
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La negra iba a coger el condon lleno de semen y quizás de mierda, pero le dije que no, que yo lo retiraba. Me lo quité y la negra se lanzó de nuevo a mi pene, esta vez directamente al glande, chupando y sacando los últimos vestigios seminales de mis cojones.
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Llegué un momento en que no aguanté más y lo tuve que apartar. Le agradecí dándole un besito en la boca.
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Recuerdo que me fui a duchar. Luego me tomé algunas cervezas en el bar y cuando creí que estaba listo para otra follada, me adentré al sauna de vapor y ¿no sabéis con quién me topé? Pues sí, la negra estaba allí esperándome. Le ofrecí de nuevo mi polla y repetimos gustosos con la misma intensidad de la primera vez. ¡Esto es un deja vú! Pensé.
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Después de esta segunda follada decidí ducharme de nuevo e ir a casa. La negra tenía un nuevo arsenal de condones, para ella, la noche apenas comenzaba.