martes, 27 de noviembre de 2018

Robert Mapplethorpe


Estando de pasada por New York me tropecé con una exposición de Robert Mapplethorpe. Fotografo y artista neoyorkino a quien no conocía, pese a que es un considerado una figura importante en el mundo de la fotografía. Tiene diversas obras pero las que más me agradan son las del portafolio X, una serie de fotografías en que lo erótico y lo pornográfico se dan la mano, y en el cual se puede apreciar un trabajo de la luz y los contrastes muy agudizados.

Dice la Wikipedia: "célebre por sus fotografías en blanco y negro de gran formato, especialmente flores y desnudos. El contenido sexual de algunos de sus trabajos, calificados de pornografía, generó más de una polémica durante su carrera".

La primera foto de esta serie es un autorretrato de Mapplethorpe donde aparece él mismo con un látigo insertado en su culo.

Sin lugar a dudas este macho sabía como disfrutar de su culo y dejar constancia documentada del mismo.







martes, 13 de noviembre de 2018

Uno se enamora después de que has encontrado la polla de tu vida




“Uno se enamora después de haber encontrado la polla de tu vida, macho”.
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Me dijo Don Eustaquio después de habernos hecho unas mamadas, unas lamidas y después de pajearnos mutuamente hasta llegar al orgasmo. Yacíamos en la colchoneta de uno de los apartados de la sauna Octupus.
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“Yo me conseguí con aquel negro de casi dos metros con la polla más grande que jamás había nunca antes visto”, prosiguió. “Supe en ese momento que estábamos hechos el uno para el otro. Te hablo de la polla, tío, eramos la polla y yo, el negro era un monumental complemento que no me molestaba, pero yo quería esa polla. Era grande, enorme, yo creo que era de unos cuarenta centímetros de envergadura, ¡no te exagero! Era inmensa, de cuerpo duro y firme. La punta del glande estaba correctamente proporcionada con todo el tallo, además el capullo rosáceo contrastaba de singular manera con el negro oscuro del rabo. Bolas rasuradas que casi se convertían en nada cuando la polla estaba erecta… ¡Y la leche! ¡Qué lefazos macho! Tenía la fuerza de cien mil bueyes. Cuando se corrió por primera vez le pedí que me diera su lechita caliente en la cara, y macho, ¡vaya que dolía! ¡Conté siete chorros duros, calientes y fuertes que iban directo a mi cara! ¡Tuve moretones por casi una semana! Me costó convencer a la parienta que los moretones en la mejilla eran que de seguro me había golpeado dormido…, ¡no te rías macho! ¡En serio, me enamoré de esa polla! Me la volví a tropezar dos días después, en la misma sauna, fue allí cuando decidí que esa polla tenía que ser mía…, o quizás, yo de ella. Necesitaba que me follara, que rompiera mi culo, que en dos me partiera. ¡Y tenía que ser a pelo! ¡No había condón hecho para ese tamaño de polla! Le dí una buena mamada y en cuestión de segundos ya tenía ese monstruo frente a mí. Me puse en cuatro patítas y  respiré hondo, tenía una mezcla de sentimientos y emociones, por un lado, tenía muchas ganas que me rompiera el culo, pero por otras temía salir vivo de aquel encuentro pero con el culo desgarrado. Quería sentir el chorro de semen de semejante polla dentro de mí, pero también tenía miedo de que me contagiara de SIDA, una polla como esa no puede usar condón, por lo que se ve obligado a romper culos y explorar agujeros a pelo, sin ningún tipo de protección posible”. ¿Y qué pasó? Le pregunté. “Pues que me folló macho. ¡Me reventó el culo! Y eso que apenas se movió. Yo relajé mis esfínteres hasta más no poder e inhale un pote de Popper completo. ¡Maaacho! ¡Ví el cielo, las estrellas, el cosmos! Sentí como la polla me tocaba el pecho y solo esperaba a sentir los lefazos! Cuando el tío se corrío sentí como su semen me golpeaba la garganta. Una cosa que no había sentido jamás. Depués mientras se corría el tío buscó mi boca para chuparme la garganta, en ese momento le ví por primera vez la cara al dueño de esa enorme y hermosa polla. Era un negro de mierda que si me lo encontraba por la calle yo me cambiaba de cera. Tenía una enorme cicatriz en la mejilla izquierda, dientes separados y desiguales. Ojos pequeños y mirada de macarra que daba miedo. Ya no podía hacer nada. Me tenía en sus manos…, o con su polla. Después de correrse se separó de mí. Yo quería correrme y compartir mi humilde corrida con el macho, pero apenas se corrió, se separó de mí. Se masturbó un par de veces para sacar los últimos rastros de semen que le quedaba y se marchó. No me dijo nada. Desde entonces no lo he vuelto a ver y no me he tropezado con otra polla semejante”.
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_¡Gran historia tío! –dije- ¿Por qué no me haces una mamada y te follo de nuevo? –le comenté, e inmediatamente el tío se dio a la faena mientras yo trataba de imaginar cómo sería ser follado por semejante bestia.