miércoles, 18 de noviembre de 2020

Federico en Bs As - Puteando en América


   


Ir a la Argentina y no encontrarme con Federico era impensable. Si leéis mis escritos os daréis cuenta que Fede es un argentino, follamigo o putinovio en la distancia que conocí a finales de los años noventa. Os resumo: es un tío casado (hétero) con dos hijos, lleva una intensa vida gay y cuando viene a Madrid nos encontrábamos para follar, visitar museos, follar, irnos de bares y follar. Con Federico visité por primera vez saunas y bares de cerdeo. Con él aprendí que el sexo compartido es el mejor. Él es veinte años mayor que yo, por lo tanto, yo tendría unos 22 años cuando lo conocí y él era un señor muy guapo de 42. Hoy en día yo tengo 45 y el Fede 65.
     Le aviso al Fede que voy a Buenos Aires. Se alegra e insiste en que me quede en un piso que él usa como estudio, la llave la tienen solo su esposa y él, pero su mujer nunca ha ido en quince años. Quedo alagado pero el hotel lo paga la empresa y debo por lo menos hacer check in de lo contrario, se arma la de Dios.
         Quedamos en vernos en su estudio: un piso en la Avenida Libertador frente a los Bosques de Palermo. Sé que voy a follar a lo bestia. Al abrir la puerta me encuentro a un Federico envejecido pero guapo, algo de panza, nada grave. Morreo y morreo. Nos tocamos los paquetes. El Fede me desnuda y en la sala me pone en cuatro patitas, lame mi culo, unta mi ano con lubri, goma y pa'dentro. ¡Cómo en los viejos tiempos! El tío pide que ponga patitas hacia arriba. Me folla, me pajeo y mantenemos contacto visual. Siempre le ha ido bien el vicio y el morbo. Se corre dentro de mí. Le digo que si quiere que me corra y me dice que no, que quiere que lo folle, pero antes hidratación: agua, cerveza, ducha de agua caliente. Todo en bolas. Nos comemos las bocas como dos recién casados que no se habían visto en años. En realidad tenía dos años sin verlo, pero igual una compañía sexual como la de Federico se echa de menos. Lo interesante de la relación es que después de follar siempre conversamos. Hablamos de la familia, de sus hijos, de su mujer, del trabajo, de las cosas que hay que ver y comer, de los últimos amantes. Allí me habló de un tal Camilo, un chico uruguayo que es mi equivalente en Buenos Aires y que lo visita unas seis veces por año para follar, un chico de 20 años. Me doy cuenta de las edades y le propongo a Federico que lo invite, que hagamos un ménage a tróis. Me dice que lo intentará, que el crío es tímido. Le recuerdo que yo era así hasta que él me puteó en las saunas, me prostituyó ¡y sin cobrar un centavo! Nos reímos. Me besa y viene el clásico “¡Fóllame!”. 

Nos vamos a una habitación que tiene una cama para una persona pero es alta, se puede follar cómodamente de pie, no hay duda, Fede pensó en eso cuando instaló la cama. Se pone boca arriba, piernas bien abiertas, culo en ofrenda lubricado por él y después más por mí. Lo penetro con lentitud. Me pide que no meta la polla completa, apenas un poquito más de la mitad. Me produce placer y veo que a él también, en medio de la follada comenzamos charlar. Hablamos de todo, yo lo follo con lentitud. Hablamos de su salud, de la mía, ahora estamos acostados pero yo lo sigo follando por detrás. Hacemos silencio mientras yo estoy en plan mete-saca y el se pajea y de vez en cuando habla de mi “rica pija, ¡qué linda pija!”. Es gracioso lo que hace la confianza: estamos en plan folla que folla pero conversamos de otras cosas y la excitación se mantiene, no baja, es agradable. Le digo que me voy a correr y me pide leche para su boca. Cambio de posiciones ahora él boca arriba, se pajea mientras le doy mi lefa en su boca.

Otra ducha, más conversación. La vista de los Bosques de Palermo es hermosa. Me pide que pase la noche en su piso que él vendrá mañana temprano. Yo no tengo problemas, le digo que me apetece caminar pese al frío. Me lo prohíbe, dice que esto no es Madrid y que los Bosques de noche están llenos de ladrones y asaltantes. Hay travestis y putas pero también sus chulos. En fin, igual hay que descansar.

Él dormirá en casa con su mujer pero al día siguiente regresaba.

Yo dormí tranquilo. 

Al día siguiente llegó Federico, me encontró tomando café. Exigió cama. Me dijo que le apetecía que le diera a por culo, graciosa manera de comenzar el día. 

Pasamos la mañana entre folladas, mamadas y conversa. 

Fede llamó a Camilo, pero el crío decía no tener tiempo; sin embargo, escuché la conversación y el tono del crío era que no le apetecía follar con extraños, tú te lo pierdes, pensé. A Federico le hacía ilusión que yo lo follase mientras él se la chupaba al Camilo. En algún momento hablamos de la movida gay y de crusing en Buenos Aires y Federico desde que descubrió las Apps ha decidido que esa es la mejor manera, además cuenta con la privacidad de su estudio en el que mete a cualquiera. ¡Qué zorra!, le dije. Sin embargo, Fede quedó en que fuéramos a la sauna Homosapiens. 

Cosa que hicimos y que ya os conté.


(Buenos Aires, agosto de 2018)

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Voyeur en primera fila

 



Homosapiens - Tercera visita (2° Parte) Puteando en América


Fede y yo nos sentamos en el segundo sofá del cine. Había movimiento en ambos apartados al lado de la pantalla, se escuchaban gritos de placer, ardua faena sexual de machos. Fede y yo estábamos satisfechos con el trío que habíamos hecho con el maduro de 50 años (ver post anterior). Fuimos al cine en plan morreo, caricias, charlar un rato, parecíamos dos novios que después de follar necesitaban magreo. En la pantalla estaba la misma putipelícula que vi en cada ida que hice a la Homosapiens en Buenos Aires.

El argumento era simple: un tío de hermoso cuerpo, rostro y polla (22-24 años), era el mayordomo de un tío millonario: éste también era de hermoso cuerpo, rostro y polla (22-24 años). El mayordomo quería follarse al millonario, pero éste tenia una relación “estable” con otro tío de hermoso cuerpo, rostro y polla (22-24 años). En la casa vivían el jardinero, un tío de hermoso cuerpo, rostro y polla (32-34 años); un mecánico, de hermoso cuerpo, rostro y polla (32-34 años). La película era follar en dúos, tríos, cuartetos y un quinteto. El quinteto se arma con un cartero que curiosamente, no era hermoso de cuerpo, rostro simple, de unos 19 años pero una polla gloriosa de 22 centímetros, la polla más grande y jugosa de todo el elenco. El cartero sale apenas dos veces: en una en la que se folla al mayordomo y en la orgía final en la que es el único que se folla a todos. ¡Qué polla, era una hermosura! Todos blancos, ningún negro que bien falta hacía. La película, pude ver en los créditos, se hizo en Beverly Hills a finales de 1988. Todos malos actores pero cuando se trataba de follar daban caña. Hay escenas de sumisión, una escena en la que dos tíos se mean al mayordomo. Excelentes escenas eran: una en la cual, el millonario y su novio follan en la cama, técnicamente tomas de penetración anal de alta calidad, buena iluminación, ángulos que no permitían sombras. Otra buena escena era en la cual el jardinero y el mecánico tenían una sesión de bondage en el sótano de la mansión.

El Fede y yo mientras tanto estábamos en plan mamadas, morreos, todo suave, porque la verdad habíamos quedado exhaustos. No sabía si volvería a ver a Fede, si bien el tío insistía en vernos en su estudio en Palermo, me quería todo para él, y yo estaba en plan putiaventuras. Le dije que repitiéramos en la Homosapiens y tal, pero al tío le da corte, por cuestiones de horario y distancia no se le facilita el traslado a la Sapiens, en cambio el estudio está en la ruta de la oficina a la casa; si bien, su mujer nunca había sospechado nada en estos treinta seis años de matrimonio, era raro que él saliese de la rutina, a diferencia de cuando iba a Madrid que si iba solo era toda una puta —y me consta—, cuando iba con la familia era más precavido pero igual de puta. 

Decidimos marcharnos a comer algún asado, como siempre a Federico se le abría el apetito después de follar. Cuando subíamos a cambiarnos había una multitud de unos cincuenta tíos haciendo un semicírculo. En el cine, hacia el centro y a la izquierda hay como una especie de escenario, de hecho, está a la altura de la cintura y es ideal para que un pasivo esté acostado patitas al aire mientras es follado por un activo de pie. Pensé que esto era lo que acontecía, pero me dijeron que no, que eran dos tías, dos TÍAS que estaban ahí, desnudas, follando como bestias. No lo podía creer, me acerqué y era cierto: dos tías, patitas al aire que eran folladas cada una por un tío de pie. En medio, estaba otro tío, alto, musculoso y moreno que controlaba la situación: él era el que permitía que se follase o no a las tías. No cobraban, las tías estaban disfrutando. ¡Qué putimaravilla! Ciertamente, la presencia de mujeres me parece delicado en estos sitios, porque muchos tíos somos bi y nos puede apetecer un buen coño; otros son heteros reprimidos y ver a una tía los puede enloquecer. No pude contemplar mucho, las tías no eran nada apetecibles con kilos demás. El que provocaba llevarse a la cama era al moreno que las cuidaba.

El procedimiento era simple: te quedas de voyeur en primera fila, tu polla ha de estar presta para la acción; el moreno iba tocando cada polla y la más firme era preseleccionada. Luego, el moreno daba una mamada para comprobar sabor, calidad y textura, le colocaba una goma y señalaba el coño que le correspondía. No era permitido tocar a las tías, nada de besos, solo follar, a lo bestia. Por su parte, las tías eran las únicas que podían cambiar de posición. Mientras este espectáculo gratuito sucedía, los machos alrededor se pajeaban, se daban mamadas para mantener la moral en alta y uno que otro le pedía al que tuviese a un lado para que lo follase ahí mismo. ¡Qué escena! ¡Sexo del duro hetero, homo y bi al mismo tiempo!

A Fede no le interesó y al final nos duchamos, nos cambiamos y salimos a comer un buen bifé de chorizo. Aunque en la tarde yo me había comido varios.

(Buenos Aires, agosto de 2018)