jueves, 31 de diciembre de 2020

¿Y el 2021?

 


No tengo idea de qué putiaventuras escribiré a lo largo de 2021. Os cuento:

 Escribo las historias con meses e incluso años de la putiacción. Por ejemplo, las crónicas de Puteando en América sucedieron en 2018 pero las escribí y organicé en 2019 para que saliesen en 2020. Por razones obvias del virus chino y del confinamiento, las visitas al Blog bajaron, no es algo que me moleste ni preocupe, pero por lo general un lector habitual puede tardar algunos meses en retomar las lecturas, decidir incluso si lee las pasadas o no. En fin, que a mí lo que me interesa es pasarla bien escribiendo estas cosas y además sé que hay muchos lectores habituales.

El confinamiento de 2020 no me permitió putear como Dios manda, porque además la Montse se mudó conmigo, si bien hubo buen sexo; he notado también que las Crónicas heterosexuales son las menos famosas del Blog. ¡Razones no faltan! El público es amplio pero con preferencias claras: sexo entre hombres. Esto último es la nostalgia que tengo del pasado 2020. Creo que desde mi adolescencia nunca había tenido tan poco sexo con hombres. Cuando era adolescente pues era muy tímido con tíos y tías; digamos que a medida que maduraba iba perdiendo la timidez y al descubrir el mundo placentero de las saunas la situación fue otra. Pero en serio os digo: creo que este año que pasó no follé con más de 3 tíos y la Montse. A diferencia de mi viaje a América cuyas crónicas relatan solo aquellos hechos memorables de puteo.

 He pensado que quizás escriba crónicas a partir de la memoria, del recuerdo. Me gustaría, por ejemplo, escribir sobre aquellas pollas que me han marcado, las que deseo volver a probar en boca o culo; pero no lo sé. Si el 2020 estuvo lleno de incertidumbre a raíz de la pandemia en todo sentido, no quiero ni imaginar cómo será el 2021 a falta de encuentro sexuales promiscuos. Y es que pienso en las Apps y siguen sin molarme, se pierde mucho tiempo en foto polla, foto cara, dame culo, dónde nos vemos, en fin, una cantidad de energía que ya no estoy para eso. Creo que los putilocales son perfectos, vas a lo que vas y punto. Se puede tener suerte o no pero por lo menos una paja compartida se puede dar.

 Algo es seguro, el puteo se reestablecerá con rapidez, porque si hay algo que no podemos evitar es comer, dormir y follar.

Felices fiestas


miércoles, 16 de diciembre de 2020

Memoria y palabras - Puto 2020


 


Hoy no hago el tradicional recuento de cosas buenas y malas. Tenía planificado publicar en el blog a lo largo de este año las putiaventuras que viví en América a lo largo de 2018. Fue un viaje largo de trabajo pero organicé el tiempo de puteo. Follé con tíos, tías y travestis, fue una gran aventura de turismo sexual, pero el año 2020 será difícil de olvidar para quienes lo padecimos.

El virus chino nos trastocó a todos, incluso al blog; en distintos momentos publiqué posts un tanto reflexivos que hablaban de la situación de confinamiento, de la ansiedad ante la falta de posibilidades de puteo. Porque una cosa es que no me de la gana de putear y otra, muy distinta, es que sea imposible hacerlo. Descubrí que me gusta compartir con hombres anónimos, desnudos, pasar el rato en el jacuzzi con otros machos, tocar, comer pollas y la tradicional, clásica y salvaje follada.

Pasé gran parte del confinamiento encerrado con la Montse. Hubo momentos de sexo heterosexual del bueno, en más de una ocasión le lamí el clítoris imaginando que era un duro y delicado capullo, a la tía le molaba. Era divertido ¡pero cuánta falta hace un macho! 

A diferencia del 2020 que tenía desde 2019 planificadas las historias de “Puteando en América”, en el 2021 el panorama es incierto para la economía mundial y para este blog. No tengo borradores, no tengo ganas de sentarme a escribir sobre mis putiaventuras. Sin embargo, este blog es recreativo y terapéutico, así que quizás escriba algunas memorias de folladas salvajes que no he escrito, en muchos casos es por falta de tiempo, en otras, franca negligencia. ¡Venga, la verdad por delante!

Tuve encuentros sexuales de los que nunca se olvidan, de esos en los cuales salgo a la calle flotando en una nube, feliz, satisfecho por culo y huevos, luego repito al día siguiente y se acumulan las experiencias, más y más, si no las escribo pues las olvido y quedan solapadas frente a otras menos intensas.

Llevar un blog, por lo menos de manera continua, exige disciplina, tiempo y dedicación. Digamos que estas tres cosas las tengo para mi mundo laboral pero no para el blog. ¿Por qué continuar? Pues porque mola, es divertido intentar dejar por escrito lo que se vive a nivel sensorial, porque, después de todo, este es un blog de putiaventuras y el buen puteo se hace sin lápiz, sin papel, solo cuerpos desnudos follando, sintiendo, tocando, lamiendo, oliendo. Luego, hay que sentarse frente a la compu o el cuaderno de apuntes y comenzar a jugar con la memoria y con las palabras. ¿Por dónde comenzar? ¿Cuáles son las palabras que accionarán el mecanismo de “expulsión” de las ideas, imágenes y sensaciones? Por ejemplo, pensé en escribir algunas líneas y de pronto llevo 445 palabras y la idea de “Memoria y palabras” me hace reflexionar sobre el proceso de escritura. Este último aspecto es interesante porque yo soy un hombre de números, no de letras. Cualquier cosa que tuviese que ver con lectura como Historia, Literatura o Filología me dan sueño, en el cole siempre salí mal en esas áreas, lo mío eran mates y en consecuencia Física, Química no tanto. Por eso, cuando voy a escribir algo en el blog necesito tiempo. 

Después de la salida de la cuarentena poco he puteado, esto ha sido a raíz de la presencia casi permanente de la Montse en mi vida. Del trabajo ni os cuento, he tenido que dedicar más tiempo porque la mayoría de mis clientes se retiró de la pelea económica: algunos fueron a bancarrota, otros han preferido hacer transacciones en otros campos, en fin; que ha llegado el momento, un tanto forzado de reinventarse. Ya os contaré.

Mientras tanto, os deseo un feliz año putiaño 2021 y que no sea tan hijodeputa (léase todo pegado, con una cañita en la mano) como este que hemos padecido. 

Eso sí, ¡follad como locos!


jueves, 3 de diciembre de 2020

Chorizo argentino



Sauna Homosapiens Buenos Aires, Argentina (4° visita) - Puteando en América

Se hizo largo mi estancia en Buenos Aires, uno de los clientes tuvo problemas de salud y lo obligaron a coger reposo absoluto por tres semanas, era una figura clave a nivel de negocios. Eso significaba reorganizar la agenda internacional y fueron 72 horas sin dormir entre llamadas a España y la agencia de viajes en Argentina (siete horas de diferencia en verano), quedé exhausto. Cuando todo se solucionó dormí dos días en el hotel. Al tercer día resucité, decidí pasear a la sauna Homosapiens. El éxito de por lo menos una mamada estaba asegurado, yo iba en plan relax y tal, pasar el rato, sin expectativas de ningún tipo.

Voy sábado de invierno, sobre las 13 hrs. Hay algo de movimiento. Decido ir a la zona de apartados en el segundo piso, algunos  estaban cerrados porque hay tíos tímidos. Hay uno abierto, precisamente en el que entra más luz. Entro y me acuesto boca arriba, en bolas, me pongo la toalla en la cara. En menos de unos quince minutos tres tíos han entrado, me magrean cuerpo y polla pero nada más. Se marchan como entraron. En algún momento me dormí. Al rato me despierto sobresaltado, un tío ha entrado y ha comenzado un masaje suave de cuerpo, dice con acento argentino que me tranquilice, que él viene a darme un masaje, nada más. Escucho que cierra la puerta, coloca la toalla a un lado, lo miro: es un osete de unos 55 – 60 años, calvo, mirada de vicio. Me dejo hacer. El tío me hace el masaje boca arriba, me relajo. Mamada, luego caricias, después lo follo. El tío tenía un culo prieto, pero con la polla adentro se dejaba hacer. Jadeaba como una perra y comenzó con las clásicas frases de “rico, papito, ¿te gusta papi? Yo soy tu perra. ¡Rompéme la rajita papi! ¡Rico!”. Esas expresiones siempre o me cortan el rollo o me dan risa, pasó esto ultimo, le dí caña y me corrí. Él dijo que se corrió mientras me lo follaba. La pasamos bien.

Me doy una ducha. Doy una putivuelta. Hoy era tarde de tíos mayorcetes. En una de las zonas de descanso cerca de los casilleros me pongo a conversar con un vejete de unos 55 años, nos vamos a por morreos allí, frente a todo el mundo, todo es lengua y lengua. El vejete besaba muy bien. Pide que lo folle, pero le digo que ya me corrí, que necesito más tiempo, al menos que él quiera comer mi polla. No come pollas, me dice. Prefiere besos y ser follado. Nos despedimos de manera amistosa.

Voy al bar. Como un sándwich, tomo cerveza. Leo el periódico y voy a por una siesta. La antesala con televisor que esta justo antes del cine está vacía. Decido acostarme en uno de los sofás y ver series como CSI o Law & Order con traducción a español latino. Mola. Me quedo dormido en el sofá. Todo bien. Nadie me molestó, nadie cambió el canal.

Al despertar doy una putivuelta por el cine. Como siempre mucha acción: mamadas y folladas. Me acuesto en uno de los sofás cerca de la pantalla, me quedo en bolas pero más en plan descanso que puteo (😋). No han pasado cinco minutos cuando se abalanzan sobre mí dos viejos bribones: uno me da su polla para que se la coma, el otro se arrodilla para comer la mía. La primera polla que me llevé a la boca era gruesa y apenas me cabía en la boca, el tío me dice con morbo que si me gustaba su polla que probara la de su compañero. Intercambian lugares, ahora en mi boca está la polla del que estaba arrodillado. Efectivamente, polla más grande aún, buen sabor y textura. Apenas cabía en mi boca pero la estaba degustando. Estuvimos en este plan de intercambiarse ellos y yo ahí, me dejaba hacer.

Se suma un cuarto tío, otro vejete pero este entre los 68 y 70 años. Muy morboso el vejete se dedica a lamer mi culo, llegó un momento en que controlaba todas mis partes nobles y a cada rato decía: “¡Qué rajita! ¡Me gusta tu rajita!”. Yo estaba muy entretenido con manos y boca porque los otros dos vejetes había decidido darme sus pollas mientras ellos se magreaban y besaban allá arriba. De pronto los dos vejetes decidieron buscar más putiaventuras y el que estaba comiendo mi “rajita” se fue detrás de ellos y yo me quedé con las ganas de mamar, con mi polla erecta y el culo relubricado. En el sofá de al lado un tío de unos 40 años estaba viendo el espectáculo, se estaba masturbando y me invita a que le coma la polla. Me lanzo de cabeza sin medir consecuencias. La polla es mucho más modesta que la de los otros tíos pero perfecta para mi culete. Le pregunto, con todo el respeto del mundo, si me quiere follar. El tío accede. Le pongo goma y lubri y me siento sobre él ¡qué dicha! ¡En verdad os digo, nada como una follada de culo después de una buena lamida de culo! Soy yo el encargado de dar placer y doy saltitos de gusto. Mi polla está erecta y un oso de unos 22 años se arrodilla frente a mi y me da una buena mamada.

No aguanto, el osete pide que mi lefa en su boca. Lo hago. Mi culo se comprime y siento que el tío que me folla también se corre. En un momento se sincroniza mis contracciones anales con su eyaculación. El placer carnal se transforma en amor puro. Por segundos, siento que puedo vivir así con esa polla en mi culo el resto de mis días. Luego de la meseta orgásmica nos intercambiamos besos los tres: el osete, el tío que me folló y yo. La pasamos bien. A nuestro alrededor varios vejetes miraban. Mucho vicio a nuestro alrededor.

Subo a por una ducha. Me cambio. Salgo a la calle a buscar qué cenar.

El chorizo argentino me ha venido muy bien.

(Buenos Aires, agosto de 2018)


miércoles, 18 de noviembre de 2020

Federico en Bs As - Puteando en América


   


Ir a la Argentina y no encontrarme con Federico era impensable. Si leéis mis escritos os daréis cuenta que Fede es un argentino, follamigo o putinovio en la distancia que conocí a finales de los años noventa. Os resumo: es un tío casado (hétero) con dos hijos, lleva una intensa vida gay y cuando viene a Madrid nos encontrábamos para follar, visitar museos, follar, irnos de bares y follar. Con Federico visité por primera vez saunas y bares de cerdeo. Con él aprendí que el sexo compartido es el mejor. Él es veinte años mayor que yo, por lo tanto, yo tendría unos 22 años cuando lo conocí y él era un señor muy guapo de 42. Hoy en día yo tengo 45 y el Fede 65.
     Le aviso al Fede que voy a Buenos Aires. Se alegra e insiste en que me quede en un piso que él usa como estudio, la llave la tienen solo su esposa y él, pero su mujer nunca ha ido en quince años. Quedo alagado pero el hotel lo paga la empresa y debo por lo menos hacer check in de lo contrario, se arma la de Dios.
         Quedamos en vernos en su estudio: un piso en la Avenida Libertador frente a los Bosques de Palermo. Sé que voy a follar a lo bestia. Al abrir la puerta me encuentro a un Federico envejecido pero guapo, algo de panza, nada grave. Morreo y morreo. Nos tocamos los paquetes. El Fede me desnuda y en la sala me pone en cuatro patitas, lame mi culo, unta mi ano con lubri, goma y pa'dentro. ¡Cómo en los viejos tiempos! El tío pide que ponga patitas hacia arriba. Me folla, me pajeo y mantenemos contacto visual. Siempre le ha ido bien el vicio y el morbo. Se corre dentro de mí. Le digo que si quiere que me corra y me dice que no, que quiere que lo folle, pero antes hidratación: agua, cerveza, ducha de agua caliente. Todo en bolas. Nos comemos las bocas como dos recién casados que no se habían visto en años. En realidad tenía dos años sin verlo, pero igual una compañía sexual como la de Federico se echa de menos. Lo interesante de la relación es que después de follar siempre conversamos. Hablamos de la familia, de sus hijos, de su mujer, del trabajo, de las cosas que hay que ver y comer, de los últimos amantes. Allí me habló de un tal Camilo, un chico uruguayo que es mi equivalente en Buenos Aires y que lo visita unas seis veces por año para follar, un chico de 20 años. Me doy cuenta de las edades y le propongo a Federico que lo invite, que hagamos un ménage a tróis. Me dice que lo intentará, que el crío es tímido. Le recuerdo que yo era así hasta que él me puteó en las saunas, me prostituyó ¡y sin cobrar un centavo! Nos reímos. Me besa y viene el clásico “¡Fóllame!”. 

Nos vamos a una habitación que tiene una cama para una persona pero es alta, se puede follar cómodamente de pie, no hay duda, Fede pensó en eso cuando instaló la cama. Se pone boca arriba, piernas bien abiertas, culo en ofrenda lubricado por él y después más por mí. Lo penetro con lentitud. Me pide que no meta la polla completa, apenas un poquito más de la mitad. Me produce placer y veo que a él también, en medio de la follada comenzamos charlar. Hablamos de todo, yo lo follo con lentitud. Hablamos de su salud, de la mía, ahora estamos acostados pero yo lo sigo follando por detrás. Hacemos silencio mientras yo estoy en plan mete-saca y el se pajea y de vez en cuando habla de mi “rica pija, ¡qué linda pija!”. Es gracioso lo que hace la confianza: estamos en plan folla que folla pero conversamos de otras cosas y la excitación se mantiene, no baja, es agradable. Le digo que me voy a correr y me pide leche para su boca. Cambio de posiciones ahora él boca arriba, se pajea mientras le doy mi lefa en su boca.

Otra ducha, más conversación. La vista de los Bosques de Palermo es hermosa. Me pide que pase la noche en su piso que él vendrá mañana temprano. Yo no tengo problemas, le digo que me apetece caminar pese al frío. Me lo prohíbe, dice que esto no es Madrid y que los Bosques de noche están llenos de ladrones y asaltantes. Hay travestis y putas pero también sus chulos. En fin, igual hay que descansar.

Él dormirá en casa con su mujer pero al día siguiente regresaba.

Yo dormí tranquilo. 

Al día siguiente llegó Federico, me encontró tomando café. Exigió cama. Me dijo que le apetecía que le diera a por culo, graciosa manera de comenzar el día. 

Pasamos la mañana entre folladas, mamadas y conversa. 

Fede llamó a Camilo, pero el crío decía no tener tiempo; sin embargo, escuché la conversación y el tono del crío era que no le apetecía follar con extraños, tú te lo pierdes, pensé. A Federico le hacía ilusión que yo lo follase mientras él se la chupaba al Camilo. En algún momento hablamos de la movida gay y de crusing en Buenos Aires y Federico desde que descubrió las Apps ha decidido que esa es la mejor manera, además cuenta con la privacidad de su estudio en el que mete a cualquiera. ¡Qué zorra!, le dije. Sin embargo, Fede quedó en que fuéramos a la sauna Homosapiens. 

Cosa que hicimos y que ya os conté.


(Buenos Aires, agosto de 2018)

miércoles, 4 de noviembre de 2020

Voyeur en primera fila

 



Homosapiens - Tercera visita (2° Parte) Puteando en América


Fede y yo nos sentamos en el segundo sofá del cine. Había movimiento en ambos apartados al lado de la pantalla, se escuchaban gritos de placer, ardua faena sexual de machos. Fede y yo estábamos satisfechos con el trío que habíamos hecho con el maduro de 50 años (ver post anterior). Fuimos al cine en plan morreo, caricias, charlar un rato, parecíamos dos novios que después de follar necesitaban magreo. En la pantalla estaba la misma putipelícula que vi en cada ida que hice a la Homosapiens en Buenos Aires.

El argumento era simple: un tío de hermoso cuerpo, rostro y polla (22-24 años), era el mayordomo de un tío millonario: éste también era de hermoso cuerpo, rostro y polla (22-24 años). El mayordomo quería follarse al millonario, pero éste tenia una relación “estable” con otro tío de hermoso cuerpo, rostro y polla (22-24 años). En la casa vivían el jardinero, un tío de hermoso cuerpo, rostro y polla (32-34 años); un mecánico, de hermoso cuerpo, rostro y polla (32-34 años). La película era follar en dúos, tríos, cuartetos y un quinteto. El quinteto se arma con un cartero que curiosamente, no era hermoso de cuerpo, rostro simple, de unos 19 años pero una polla gloriosa de 22 centímetros, la polla más grande y jugosa de todo el elenco. El cartero sale apenas dos veces: en una en la que se folla al mayordomo y en la orgía final en la que es el único que se folla a todos. ¡Qué polla, era una hermosura! Todos blancos, ningún negro que bien falta hacía. La película, pude ver en los créditos, se hizo en Beverly Hills a finales de 1988. Todos malos actores pero cuando se trataba de follar daban caña. Hay escenas de sumisión, una escena en la que dos tíos se mean al mayordomo. Excelentes escenas eran: una en la cual, el millonario y su novio follan en la cama, técnicamente tomas de penetración anal de alta calidad, buena iluminación, ángulos que no permitían sombras. Otra buena escena era en la cual el jardinero y el mecánico tenían una sesión de bondage en el sótano de la mansión.

El Fede y yo mientras tanto estábamos en plan mamadas, morreos, todo suave, porque la verdad habíamos quedado exhaustos. No sabía si volvería a ver a Fede, si bien el tío insistía en vernos en su estudio en Palermo, me quería todo para él, y yo estaba en plan putiaventuras. Le dije que repitiéramos en la Homosapiens y tal, pero al tío le da corte, por cuestiones de horario y distancia no se le facilita el traslado a la Sapiens, en cambio el estudio está en la ruta de la oficina a la casa; si bien, su mujer nunca había sospechado nada en estos treinta seis años de matrimonio, era raro que él saliese de la rutina, a diferencia de cuando iba a Madrid que si iba solo era toda una puta —y me consta—, cuando iba con la familia era más precavido pero igual de puta. 

Decidimos marcharnos a comer algún asado, como siempre a Federico se le abría el apetito después de follar. Cuando subíamos a cambiarnos había una multitud de unos cincuenta tíos haciendo un semicírculo. En el cine, hacia el centro y a la izquierda hay como una especie de escenario, de hecho, está a la altura de la cintura y es ideal para que un pasivo esté acostado patitas al aire mientras es follado por un activo de pie. Pensé que esto era lo que acontecía, pero me dijeron que no, que eran dos tías, dos TÍAS que estaban ahí, desnudas, follando como bestias. No lo podía creer, me acerqué y era cierto: dos tías, patitas al aire que eran folladas cada una por un tío de pie. En medio, estaba otro tío, alto, musculoso y moreno que controlaba la situación: él era el que permitía que se follase o no a las tías. No cobraban, las tías estaban disfrutando. ¡Qué putimaravilla! Ciertamente, la presencia de mujeres me parece delicado en estos sitios, porque muchos tíos somos bi y nos puede apetecer un buen coño; otros son heteros reprimidos y ver a una tía los puede enloquecer. No pude contemplar mucho, las tías no eran nada apetecibles con kilos demás. El que provocaba llevarse a la cama era al moreno que las cuidaba.

El procedimiento era simple: te quedas de voyeur en primera fila, tu polla ha de estar presta para la acción; el moreno iba tocando cada polla y la más firme era preseleccionada. Luego, el moreno daba una mamada para comprobar sabor, calidad y textura, le colocaba una goma y señalaba el coño que le correspondía. No era permitido tocar a las tías, nada de besos, solo follar, a lo bestia. Por su parte, las tías eran las únicas que podían cambiar de posición. Mientras este espectáculo gratuito sucedía, los machos alrededor se pajeaban, se daban mamadas para mantener la moral en alta y uno que otro le pedía al que tuviese a un lado para que lo follase ahí mismo. ¡Qué escena! ¡Sexo del duro hetero, homo y bi al mismo tiempo!

A Fede no le interesó y al final nos duchamos, nos cambiamos y salimos a comer un buen bifé de chorizo. Aunque en la tarde yo me había comido varios.

(Buenos Aires, agosto de 2018)

miércoles, 21 de octubre de 2020

Inagotable placer


 


Homosapiens - Tercera visita - (1° Parte) de la serie de crónicas Puteando en América

 Federico es un follamigo de hace años, argentino que conocí en los años noventa en una de sus visitas a Madrid. Él es mayor que yo y fue quien me mostró el mundo de las saunas, clubes y bares de sexo; además, me enseñó algo por lo que le estaré eternamente agradecido: el sexo compartido. Al ser Buenos Aires su territorio, quedo con Federico en ir con él a la Sapiens. 

Él ha dejado de frecuentar las saunas, tenía tres años sin ir a la Sapiens, prefiere las Apps con todo y la perdida de tiempo que implica. Por razones de ubicación quedamos en vernos dentro de la sauna a las 14 hrs, el que llegue primero debe ser casto y puro hasta que llegue el otro, vamos en plan morbo con terceros, como si fuéramos una pareja homoabierta, como Dios manda.

Yo llego puntual. El Fede se retrasa dos horas, el hijo de puta llegó pasada las 16 hrs. Yo durante ese rato le fui infiel, di de mamar y caté varias pollas, eso sí, sin correrme. Además entre las 15 y las 15:30 hrs hubo putimovimiento en todas partes, el nivel de morbo subió, yo estaba ahí, una polla más acá, en fin, el cuento de nunca acabar. Los machos estaban muy dispuestos, esos momentos hay que aprovecharlos. Le cuento a Fede, me dice puta, me da un beso, chupa mi lengua, lo acompaño a los casilleros, nos damos una ducha juntos y nos vamos a los apartados de la segunda planta.

Entramos al segundo apartado a mano izquierda, es algo oscuro pero aún así entra luz. Nos quitamos las toallas y nos dedicamos al morreo, compartimos mamadas, hemos dejado la puerta abierta para ver si se une gente. Pasan algunos críos, un tanto apetecibles. Nos miran tíos entre los 54 y 65 años, solo miran, algunos se tocan los paquetes, ninguno se decide entrar. Me subo a la camilla y en cuatro patitas, el Fede me abre las posaderas y ahí, con unos siete tíos mirando me da una maravillosa lamida de culo. A esta altura, mi polla gotea presemen. Doy gritos maricones de placer. Al lado se están follando a un tío a toda caña porque se mueven las paredes de cartón que fungen como separadores.

Me siento sobre la camilla, el Fede me dedica una buena mamada de polla y vuelve a mi culete. En eso entra un tío decidido, cierra la puerta, se quita la toalla, va directo a comer la boca de Federico. Me hubiese gustado que la puerta quedara abierta, pero en fin, veo que Federico lo disfruta mientras me pajea con suavidad. Hacemos un buen trío. Muchas mamadas entre los tres. El tío debe tener unos 50 y tantos años, cuerpo definido, polla gruesa, 19,4 cms; es un banquete lo que nos estamos dando. Me quedo con las patitas al aire, Federico me folla mientras el otro tío lo folla, quien por cierto tenía mucho vello por todo el cuerpo pero olía bien, era agradable. El tío quiere follarme ahora, le digo que no tengo problema pero hay que cambiar de goma, dice que no tiene, el Fede saca quince de no sé dónde, le quita la goma usada al tío, le dedica una mamada, le pone con la boca la goma en la polla con una perfección que denota práctica. Más lubri, me folla. Era una polla más grande y gruesa que la de Fede, entra con algo de dificultad pero una vez dentro, el placer es intenso. El tío me empotra con buen ritmo y me busca la boca de vez en cuando, nos damos toques con la lengua, el Fede se lo ha empotrado por detrás mientras le trabaja los pezones. Sin embargo, están desincronizados: el Fede quiere caña, el tío quiere degustar cada centímetro de mi ano, yo, como total pasivo, deseo lo quiera el macho que me folla. El Fede está tan intenso que el tío ha preferido dejarme la polla adentro y dedicarnos al morreo y a las caricias. Ya a este nivel he perdido el sentido, estoy sumergido en una fuente de inagotable placer. No sé si estoy gritando, solo alcanzo a controlar a respiración y a sentir cada centímetro de piel y de polla del argentino que me folla. Siento el jadeo del Federico, se va a correr en cualquier momento. El tío está de magreo, besos y pezoneo. Siento que puedo estar así, en los brazos de este hombre toda mi vida. De pronto viene el contraste, me llega un olor a semen, lubri y mierda mezclado con cloro y olor de ambientador. Pensé que podría correrme sin tocarme, pero el Fede se va a correr y el tío nos pregunta cómo queremos corrernos, si alguien quiere bukake, si nos hacemos una paja, para el Fede es tarde, mientras el tío está buscando alternativas en consenso, el Fede se ha corrido dentro de él. Estas cosas es mejor dejar que ocurran solas. No siempre la democracia funciona.

El Fede pide que nos corramos en su boca. El tío saca con lentitud su polla de mi ano mientras nuestras lenguas siguen danzando. Me levanto con el culo abierto pero feliz y sedo el camastro a Fede quien se acuesta boca arriba. El primero en correrse es el tío de 50, poca leche, espesa, orgasmo intenso, lo sentí en sus pezones y en su lengua. Luego me corrí yo quien fui pajeado amablemente por el argentino: mucha lefa. El Federico estaba feliz, quería que intercambiaramos entre nuestras bocas su recolección de semen, pero el argentino y yo rechazamos de plano. El argentino se marchó no sin antes haber agradecido.

Salimos. Nueva sesión de ducha. Fede y yo nos fuimos al bar a por unas cervezas, me comentó que se le dificultaba quedarse un rato más, así que fuimos al cine a despedirnos. Nos sentamos en el último sofá y nos morreamos como si fueramos dos colegialas que descubren el placer de besarse. El Fede no quería más caña pero me dio una buena mamada. A nuestro alrededor todo estaba tranquilo, al fondo comenzaba más movimiento, detrás de la pantalla. Una pareja de vejetes compartían unas pajas. Dos sofás más adelante estaba otra pareja en plan folla que folla. Como no me corría el Fede dijo sentirse cansado, así que decidimos irnos.


(Buenos Aires, agosto de 2018)


jueves, 8 de octubre de 2020

Sauna Homosapiens – Buenos Aires, Argentina. Segunda visita - Put3and0 en América







Ya conocido todo el putiterreno de la Homosapiens decido volver e ir directo al cine. Afuera hace un frío de los mil demonios, en la sauna funciona la calefacción a toda caña. En el cine hay unos 27° C, perfecto para andar en bolas. Apenas entro me quito la toalla, la pongo en el cuello en plan cachas. Noto que hay movimiento detrás de la pantalla. Camino hacia allá, me gusta lo que veo: gente follando de pie, de rodillas en los apartados. Una pareja se magrea en un sofá, en otro están follando a toda caña. En otro están de mamadas. En otro se pajean. Mucha acción. Me gusta que todos están desinhibidos. Puedes quedarte viendo y nadie se molesta, otra cosa es entrar al ruedo y ahí prefiero, por ahora, estar al margen.

Entro al putirincón de la derecha y contemplo el paisaje: dieciocho sombras se tocán entre sí. Hay tres tíos ejerciendo rol pasivo, dos en cuatro patas y otro con las patitas al aire, varios en fila que esperan su turno para follar. Mamadas y magreos. Siento que una mano mide mis cojones, es un vejete, edad indefinida por las sombras pero vejete. Con su mirada dice “Dame polla”, se la ofrezco. De buen mamar, se me pone dura. El vejete disfruta.

Otra mano se atreve a buscar mi ojete. Miro a mi alrededor buscando al dueño y aprecio a un tío pequeño, también mayor pero que tiene a su favor que es guapo. Huele bien. Lo acerco. Ha tomado posesión de mi culo y nos vamos a por morreo. Tiene buen sabor de saliva, lengua algo corta pero jugosa. Hemos formado un trío. A nuestro alrededor todo el mundo está en lo que está: unos follan, otros maman, algunos se pajean, otros miran. Hay placer, morbo y respeto. En dos ocasiones se entromete un tío en nuestra trinidad. El tío que tenía su dedo corazón en mi culo y yo lo rechazamos. La razón es higiénica. Huele mal.

Después de un rato a nuestro alrededor hay cuatro tíos en plan mirar-pajearse. El tío que huele bien dice que me quiere follar. Yo meto con profundidad mi polla en la garganta del tío que está mama que mama, coloco un pie en el mueble y con el otro me mantengo en pie, ofrezco el ojete. El tío de buen olor me unta el culo con lubri, se pone goma y me la mete. ¡Vamos bien! Intenso placer. Sin embargo, me ha quedado la boca libre y uno de los que apreciaba el espectáculo se coloca sobre el mueble, justo de pie sobre el tío que me la está mamando y me da de mamar a mí. Cuatro: como los cuatro elementos, las cuatro estaciones o quién sabe qué otra combinación cabalística.

Tengo suerte. Estoy en el medio, me follan, yo doy de mamar, me dan de mamar. El tío pequeño, que tenía una polla también pequeña pero gruesa y que me daba placer decide dejarnos, dice que no quiere correrse aún. El tío que me la mama quiere mi leche y yo tampoco quiero correrme todavía. El tío que me estaba dando de mamar comienza a follar mi boca a lo bestia, me lastima. Suficiente. Me corto. Los dejo. Decido ir a por una ducha.

A mi alrededor sigue el morbo. 

Subo. Me ducho. Vuelvo a bajar, esta vez a por una cerveza al bar. Constantemente entran tíos, calculo un tío cada cinco o siete minutos. Distintas clases sociales, distintas edades. Habían chicos que parecían de quince, adultos entre los 35 y 45 y muchos entre 55 y más. Con la segunda cerveza del bar decido ir al cine a ver la peli: la misma de todas las veces que fui. Me siento en el segundo sofá que está desde la pantalla hacia la salida del cine. Hay mucho puteo y morbo en los laterales. Los gritos de placer de la peli se mezclan con los de la vida real. Me siento solo, en bolas, en plan descansar.

Al rato llega un vejete. Un tío calvo, unos sesenta años, delgado, cuerpo conservado. Mirada de vicio. Se pajea y yo decido pajearlo. ¡Madre mía, polla grande, de capullo inmenso, fuerte y redondo! Ahí mismo, no sé cómo, nos acostamos y comenzamos un sesenta y nueve. El tío me la mama mientras me mete el dedo en el culo. Cambiamos varias veces de posición, nunca dejamos de mamar. Descansamos un rato, cada uno acaricia la polla del otro. De mi lado se ha parado un negro de polla enorme que me la ofrece para mamar. Ante tal cortesía no puedo ser descortés y mamo: polla tamaño XL, no me cabe en la boca. Bolas rasuradas, el tío disfruta. Como aún sigo pajeando al otro tío me volteo para ver qué hace y lo encuentro también en plan mamada con otro tío, un osete. Seguimos así hasta que se arma un cuarteto. Entre todos nos vamos catando las pollas y acariciando los culos. Uno de los tíos insiste en buscar un cuarto arriba y follar entre todos. Estamos de acuerdo, salimos con putidiscreción en fila india, yo los putisigo de último.

Casi saliendo del cine, justo en el último apartado una mano me intercepta los huevos y me pide “pija”: “Dame pija. Quiero rica pija”. Por cuestiones de índole cultural supuse que quería mamar. Era un vejete muy mayor, calculo unos ochenta años. No le puedo decir que no a un abuelo. Allí mismo me quito la toalla y le doy de mamar. A su lado un chico de unos veinte años es follado por un tío de unos cincuenta, a su vez, el chico follado está mamando una suculenta polla de un tío de unos treinta años. Me gusta la variedad de edades y de cuerpos. Todos están dispuestos a dar y recibir placer. Le digo al tío que me corro y me dice que acabe en su boca, cosa que hago. 

Después de correrme voy a por una ducha. Todo lo que cuento no sucedió en menos de una hora. Decido salir a conocer la ciudad.

La Homosapiens abre de 12 hrs a 22 hrs. Hay buena movida entre 13:45 y 14:40 hrs. Entre 18 y 19 hrs también. Me explico mejor: esas son buenas horas para folladas grupales. El resto del tiempo, pues, como siempre hay que ir de cacería o dejarse cazar. También lo de las horas no es absoluto, fue mi experiencia de mis putiaventuras.

(Buenos Aires, agosto de 2018)





miércoles, 23 de septiembre de 2020

Sauna Homosapiens Primera visita [2° parte] - Buenos Aires, Argentina. Puteando en América

 





Después de la escena del vejete comiendo polla en los casilleros justo a mi lado, sentí buenos augurios. Bruno se llamaba el vejete que había hecho la felatio al mozo de recta, gruesa y cabezona polla. Bruno se dio cuenta que yo era nuevo y me invitó a dar una vuelta con una mamada de bienvenida incluida. Era un tío majete, arquitecto y ahora estaba preparando su retiro. Casado con treinta años de feliz matrimonio, una esposa que toleraba sus aventuras homosexuales; si bien nunca lo pilló en esas andanzas, el Bruno no pudo con su cargo de conciencia y veinte años atrás le confesó a su mujer sus gustos por las pollas. Lo cierto es que hubo lágrimas, gritos, arrebatos de furia pero después de todo la buena compañía y el buen trato de Bruno hizo que su mujer lo aceptara, no sin unos cuantos años de visita al psicoanalista. La mujer de Bruno dejó de buscar culpables y la relación se mantenía estable siempre y cuando Bruno no rompiera las rutinas y costumbres del sagrado matrimonio. Todo esto me lo explicaba el vejete cuando de pronto caí en cuenta que estábamos en un rincón del cine, a oscuras. El vejete me dio un beso con lengua que disfruté mucho, luego nos sentamos en uno de los sofás donde hizo la mamada de bienvenida. 

Mientras esto acontecía observé a mi alrededor: conté en el cine unas sesenta personas, a partir de allí dejé de contar. Muchos en distintas acciones: pajas, mamadas y en los rincones oscuros folladas de pie. Como es el "cine" de la sauna casi todos estaban desnudos con la toalla en cualquier parte menos tapando las partes nobles. Al rato de mamar Bruno me dice que le duele la mandíbula, que a él le gusta comer pollas pero que lo maltrata un poco, que por qué no lo follo. Accedo. Me pone una goma, algo de lubri y pá dentro. Costó que entrara. Yo estaba sentado y el tío conduce mi polla a sus entrañas, en eso pasa alguien que le grita: "¿Qué tal Bruno?". El morboso del tío le responde: "¡Aquí ando! ¡Comiendo un buen chorizo!" Y todo así: con una tranquilidad que asusta. Ya con mi polla adentro el Bruno aprovechó para moverse a sus anchas: pá lante…, pá tras…, pál centro…, movimiento circular de cadera mientras gemía “papíto, rico. ¡Soy tu hembra…! ¡Soy tu hembra!”. Ya he comentado que este tipo de algarabía me produce dos cosas: i) risas, por lo cual puedo mantener la erección sin problemas o; ii) me corta el rollo y ¡zas! Pierdo concentración, erección y todo. Para mi pesar (y la del Bruno) pasó esto último.

Le digo al tío que necesitaba descansar, que no quería correrme tan pronto, cosa que es verdad; le dije que repitiéramos luego y me responde que él no repetía, pero que en un par de horas se encontraría con unos amiguetes a quienes les va el rollo de ser pasivos, que con gusto me los presentaría. ¡Mola! ¡Qué gusto es encontrar gente con ganas de follar, bien sea en plan activo o pasivo!

Nos separamos. Subí a por una ducha y luego dí una vuelta por los apartados con camilla del segundo piso. Observo que a esa hora (casi 15 hrs.) el público es amplio y variado. Fauna que va desde los 18 hasta los 200 años de edad: heteros conservadores, maricas de closet, travestis e incluso mujeres: algunas deportistas y otras con aspecto de amas de casa. Aunque estas anécdotas las narraré más adelante.

Di varias vueltas y salvo un tío de unos 40 años, alto, cabeza rapada con quien hubo magreo de paquetes frente a todo el mundo, no pasó nada más. Había morbo en el ambiente, pero también una especie de largo proceso de selección: muchas miradas, que si sí, que si no, que si eres lampiño, que si eres peludo…, en fin, la tarde apenas comenzaba y se veía que a algunos les sobraba tiempo. Me doy una vuelta por los apartados del segundo piso, en algunos la puerta estaba cerrada y se escuchaba mucha acción ¡y de la buena! En otros estaba la puerta abierta en donde habían tíos boca abajo (plan pasivo) o boca arriba (plan activo). Yo entré en dos que estaban boca abajo y luego, en otros dos que estaban boca arriba. En el primero que estaba boca abajo hice una de hijo de puta: me limité a acariciar las piernas del tío, la espalda, el cuello, susurrarle al oído si se dejaba follar, acariciarle los glúteos; nunca ví el rostro del tío pero a todo me decía que sí, comenzó a erizarse y a gemir; en eso entró otro tío y le dije: “te lo dejo en bandeja de plata. Quiere que le den a por culo”, salí inmediatamente y escuché tras de mí que cerraba la puerta del apartado con llave. Repetí esto con otro pasivo, esta vez con un tío mayorcete pero a este sí le metí los dedos en el culo y salieron tan llenos de mierda que casi me voy en vómito. Así que salí a lavarme. A pesar de la situación tan incómoda y asquerosa el morbo pudo más, después de lavarme las manos me fui por los activos. 

A uno le di una buena mamada: era un tío por sobre los 50 años de edad pero con una gloriosa polla, grande, de buen sabor; la polla perfecta para pajear o llevar a la boca pero que no me cabe en el culo. El tío se portó muy bien, no decía nada y lo poco que decía era lo básico: “más suave…, más rápido…, traga un poco más…, besa la cabecita…”. Íbamos bien pero se me antojaba seguir la incursión. Le dí sus palmaditas de rigor y le agradecí, me respondió: “¡A vos! ¡Qué bien mamas!”. Creo que me sonrojé y sí, hice lo mejor que pude. La otra polla era de un tío de unos 40 años y si bien estaba muy bien en calidad, tamaño, textura y sabor el tío se puso en rol dominante de follarme la boca con fuerza y su glande me lastimó en la garganta. Lo dejé ipso facto.

La tarde en la Homosapiens estaba resultando más fructífera de lo que yo imaginaba. Luego de otra ducha decidí volver al cine. Me encontré que había mucha acción, de hecho, el único sofá vacío era el primero justo frente a la pantalla. No me incomoda sentarme en primera fila si voy en plan magreo, mamadas o follada; pero iba en plan ver la peli y pues, que no se apreciaba bien. Todos los otros sofás estaban ocupados con parejas o tríos; algunas parejas tan solo viendo la peli mientras compartían una paja; los tríos, pues en lo suyo.

No llevaba ni cinco minutos sentado cuando diviso a mi lado izquierdo un tío que en la penumbra era de buen ver: entre 40-45 años, tamaño 1,68 mts, cuerpo delgado, sin signos de ejercitarse pero tampoco era de carnes flojas, de gafas, me miraba en la penumbra mientras se hacía una paja, desnudo, sin pudor ni vergüenza ajena. Yo entendí eso como una invitación porque además, la polla lucía como me gustan a mí: normal. Es decir, una polla lo suficientemente gruesa y larga para llevarse a la boca y que entre por el culete con facilidad pero que, cuando entra en el culo también causa placer. Me acerco y sin más preámbulo que la sonrisa de putita consentida me siento a su lado y, en fracción de segundos, llevo su polla a mi boca. El tío olía bien, estaba duchado e incluso se había puesto algo de perfume. Su polla no estaba completamente rasurada pero los pelos estaban en tamaño y proporción decentes. De sabor estaba bien sin llegar a los extremos de exquisitez. Por su parte, el tío me buscó la polla y cojones los cuales magreó a su antojo.”¡Tienes una polla inmensa! ¡Quiero que me folles!”, me dijo. Yo le respondí que no tenía problema pero que me dejara mamar un poco más. Cuando uno está en esta fase oral hay que aprovecharla al máximo. Luego el tío buscó mi culete, se untó en su dedo saliva y luego jugó con mi culo. Yo estaba feliz porque además, desde donde estaba podía seguir viendo la peli pornohomoerótica que, aunque mala, entretiene.

Al cabo de un rato el tío ha dejado de mover su dedo en mi ano, a pesar de que el dedo está allí, adentro, solemne. Me volteo para hacer contacto visual con el tío y lo encuentro comiendo un cipote descomunal de un negro de casi dos metros. No miento queridos lectores. ¡Qué pollón! No era tanto lo largo, que si bien era bastante, no me sorprendía, era lo grueso ¡qué grosor!. Pensé que le iba a explotar la cabeza al tío. Estaba en esas cuando siento una polla que se acerca sigilosamente a mi culete y que trata de entrar, me detengo, palpo la polla con la mano, es grande, va a doler un poco pero sé que una vez que entre habrá fiesta, la madurez, el tiempo y la putería permite que uno pueda vaticinar los resultados anales. Le digo al tío que se ponga goma, no follo sin condón. Me dice que él está limpio, que me quiere follar sin goma. Me extraño porque tenía la impresión que nadie ponía reparos en follar con condón, por lo menos había sido mi experiencia en Chile, México, Ecuador y en lo poquito que había follado en Argentina. Palabras más, palabras menos, terminamos siendo unos cinco tíos, yo en el centro caté unas tres pollas y varios dedos entraron a mi culete pero después de todo, nadie se atrevió a follarme.

Me aburrí un poco la verdad y decidí dar una vuelta de nuevo por los apartados que están a los laterales de la pantalla. Allí había mucho movimiento que lo resumo en mamadas y folladas. Se me acercó un tío de unos 35 años, delgado, con cinturón de castidad y maquillado, era una imagen grotesca. Me dice: “Llevo un plug anal desde hace cuatro horas, el culo está listo. ¿Me quieres follar?”. Me gusta la actitud de no perder tiempo y, ante tal súplica le digo que sí, pero con la condición que antes me haga sexo oral y luego me lo follo. “¡Trato hecho!”. El tío, ahí mismo, frente a unos diez tíos me hace sexo oral y con la boca me pone el condón. Se quita el cinturón de castidad y el plug anal. Me ofrece el culo sosteniéndose a una pared, varios tíos se acercan y nos magrean mientras observan el espectáculo. Me  follo al tío maquillado. Mi polla entra sin complicaciones, su culo está dilatado y lubricado. El tío comienza a gritar literalmente como una mujer. Le doy caña pero he tenido tanta acción en las últimas horas que no voy a aguantar mucho, le digo que me voy a correr. Un vejete a mi lado me dice que quiere mi "lechita" en su boca, yo por código de ética le pregunto al tío que me estoy follando cómo quiere que me corra y me responde que le de la "lechita" al vejete. Saco mi polla del tío con maquillaje, me quito la goma y el vejete está de rodillas esperando mi semen. Se lo ofrezco cual faraón egipcio se lo ofrecía al Nilo. No me he terminado de correr cuando ya el tío maquillado es follado por otro.

La fiesta sigue. Yo la he pasado muy bien. Mentalmente planifico otras incursiones en los próximos días a la Sapiens. Ha valido la pena.

(Buenos Aires, agosto de 2018)

miércoles, 9 de septiembre de 2020

Sauna Homosapiens – Buenos Aires, Argentina. Primera visita - Puteando en América






Después de las decepciones de las saunas Madison y Unikus, estaba decidido: no buscaría más putiaventuras en saunas, me concentraría en las damas de compañía y travestis que había contactado por Whatsapp. Era dinero tirado pero por lo menos me aseguraba un orgasmo. Sin embargo, algo me decía que había que intentar una vez más así que decidí ir a la sauna Homosapiens.
      El local queda en un barrio tranquilo de Buenos Aires, se puede llegar en colectivo (autobús) y si se toma la línea roja del subte (metro), queda relativamente cerca de la estación Medrano. La primera vez fui en Uber, y desde el Obelisco hasta allí me costó cerca de 3 Euros al cambio de 2018.
     Lo primero que te encuentras es un letrero enorme que dice HOMOSAPIENS y las puertas de cristal que dan acceso a una taquilla en la que, cuando fui la primera vez, estaba una tía, algo mayor, de mirada cómplice y sonrisa afable, como diciendo: “otro que le gusta que le den a por culo”; la entrada costaba unos 200 pesos argentinos que en ese momento eran casi tres euros ¡TRES EUROS! ¡Bendita economía! ¡Demasiado barato!
      Después de pagar te dan un ticket que tienes que conservar. Entras en una especie de zig-zag de cortinas que no deja ver mucho y una vez que sales de allí te encuentras con un enorme bar de iluminación agradable, buena música, pantalla gigante, amplia barra. Me acerco al bartman y pregunto por la sauna, me enseña cómo funciona las áreas de puteo: Pasando el bar te encuentras a mano izquierda unas escaleras que conducen hacia arriba, por ahora obviamos las escaleras y seguimos de largo en donde después de una pequeña antesala está el cine: es un galpón grande, con muchos apartados, todos abiertos. En el centro están dispuestos una fila de sofás de dos asientos con un mesa de madera. Al fondo, la pantalla que proyecta una y otra vez la misma película homopornoerótica. Se puede pasar detrás de la pantalla sin problemas y, a cada lado de la misma, dos estancias con camas muy agradables, oscuro aunque la luz de la pantalla es tenue. Estos serán sitios que frecuentaré en las siguientes visitas.
     Si volvemos sobre nuestros pasos, pasamos de nuevo la antesala, ahora las escaleras quedan a nuestra derecha, hay que subir y lo primero que uno encuentra es un pasillo largo, muy iluminado en donde están los 268 casilleros. Luego, hay que caminar a la izquierda en donde te encuentras una casilla donde hay un chico que te cambia el ticket de la entrada por dos toallas —al menos que sea domingo, que dan una—, te dan ojotas —chancletas—, la llave de tu casillero, puedes pedir cuantas veces quieras jabón, lubri y preservativos.
      Si sigues caminando te encuentras la sauna seca y la sauna de vapor, paradójicamente, a mi juicio, los sitios en donde hay menos acción. Luego otra antesala, a la izquierda las duchas y si sigues de largo un pasillo en forma de U en la cual se distribuyen los apartados con literas ortopédicas de “masajes”. Al fondo de la U hay algunos cuartos oscuros, sin nada de iluminación a los cuales nunca entré. Si volvemos a la escalera que subimos pero vamos a la derecha, sigue el pasillo de casilleros y luego hay otras escaleras que conducen a más casilleros, una sala de estar, a la izquierda queda un solárium y si sigues puticurioseando, te encuentras con un pequeño laberinto que conduce a un cuarto oscuro en donde se puede hallar algo de acción.
    Después de esta putigira de reconocimiento, ubico mi casillero que quedaba en la segunda planta, cerca del solárium. Estaba un tío mayorcete, como me gustan a mí, de unos 58 años, cuerpo definido, acababa de llegar y se estaba cambiando cuando intercambió miradas con otro tío, algo más joven y que estaba en toalla. El joven se acercó y se fueron directo a por morreo, luego el vejete se arrodilló y allí mismo, frente a mí, con mucha iluminación, le dio una mamada de polla, luego volvió a comer la boca del chico y después se despidieron como sin nada. El vejete se me quedó mirando con una sonrisa.
     ¿Se conocían? Le pregunté. No, me respondió, primera vez que lo veo.
     Erección inmediata. La tarde prometía.

(Buenos Aires, Julio de 2018)

miércoles, 26 de agosto de 2020

Sauna Unikus - Buenos Aires, Argentina - Puteando en América



La sauna Unikus queda en una buena ubicación, en el número 1128 de la Av. Pueyrredón. La entrada, como es costumbre en los países que no son tolerantes con los espacios para la comunidad LGTB, no posee señalización distintiva, es tan solo el número y la puerta abierta para quienes buscan placer.

La puerta comunica con una escalera que asciende, parece nunca acabar y termina en una oficina en el sentido burocrático del término; de hecho, pensé que era un spa 'serio', un sitio en donde dan masajes y tal,  pero nada de pajas, nada de mamadas. No había nadie y estuve a punto de marcharme cuando salió un señor mayor a atenderme. Justo detrás de él divisé lo que parecía un bar y allí estaba sentado un vejete con la característica toalla blanca y una polla de dimensiones considerables. Es la señal, pensé. Se me hizo agua la boca. La entrada costó 200 pesos argentinos (unos 4,04 Euros en agosto de 2018, ¡una chollo!). Los pagué. Al entrar lo primero que te encuentras es el bar con aire antiguo y descuidado. A los casilleros se accede subiendo más escaleras. Luego hay que bajar de nuevo y uno se encuentra a un lado las duchas, en otro una sauna seca pequeña que se estaba cayendo a pedazos y la sauna húmeda ¡No servía! Luego hay que volver al bar y allí cruzar a la izquierda en donde uno se encuentra con una puerta y justo detrás de esa puerta está lo que yo llamé el 'área de placer'.

El área de placer es un espacio que funciona como cuarto oscuro con varios apartados y, pasando estos una especie de Big Sex Room que aparenta ser una área de descanso pero que permite acostarse con inocencia al lado de algún tío para propiciar caricias.

A diferencia de la Sauna Madison, donde apenas habían cinco tíos, cada uno con aire indiferente; en la Unikus habían diez tíos, todos muy, pero muy mayores, estilo Sauna Principe de Madrid: vejetes con aspecto patibulario que pasan sus últimos días comiendo pollas. Apenas entré al cuarto oscuro un vejete comenzó a tocar mi polla, reconocí que era el mismo tío que había visto sentado en el bar, por lo cual me quité la toalla y dejé que jugara con mi polla, sin perder tiempo me dedicó una buena mamada. Quise retribuirle con una lamida de pezones pero el tío iba en plan de mamar.

Al cabo de un rato se cansó de la mamada y me dejó allí, con la polla erecta. Siguiendo mi higiénica costumbre volví a la zona de duchas. Allí, mientras me lavaba la polla  y preparaba el culete, frente a mí se duchaba un tío de unos 45 años que no me quitaba los ojos de encima. Le mantuve la mirada y le hice la señal para que me siguiera. Nos fuimos a la sauna seca. Como comenté antes, las condiciones eran deplorables, apenas te sientas se levantan las tablas de madera y corres el riesgo de quedar atrapado de culo. Al entrar había otro abuelo, este de unos setenta años pero bien conservado. Me siento junto a él esperando por lo menos unas caricias cuando el tío de 45 años aparece y se sienta frente a mí. La sauna es muy pequeña, por lo que es fácil producir roces desde cualquier parte.El vejete de setenta se va, me deja solo con el macho de 45 quien, sin perder tiempo, comienza acariciar mis muslos. Por puticortesía me quito la toalla y el tío con dulzura me acaricia la polla. Se acerca a mi oído y me susurra que está haciendo mucho calor, que por qué no vamos a un apartado y tal. Yo accedo.

Traspasamos de nuevo el bar, nos metemos al 'sitio de caricias' e inmediatamente comienzan a seguirnos varios tíos, saben a qué vamos, el lenguaje corporal lo dice todo y, a la vez no dice nada. Entro en el primer apartado que veo abierto, me quedo desnudo. El tío de 45 viene detrás de mí y comienza un pajeo suave, plácido. El tío tiene una buena polla, muy gruesa para mi gusto, de capullo chato, redondo y tallo curvado hacia arriba. La paja iba bien, el tío me busca la boca y yo accedo. Jugamos con nuestras lenguas un buen rato. Le gusta chupar lengua. Yo me sorprendo de lo puta que estoy. Normalmente, en mis encuentros con tíos en saunas y bares de sexo debo estar muy puta para besarme en la boca con desconocidos, pero en esta ocasión me dejé llevar.

Luego pasamos a las mamadas, el tío era de buen mamar y yo le retribuí con mucho placer. Estuvimos así un rato pero en una de esas el tío asumió actitud de macho dominante y comenzó a empujarme para que comiera la polla y alternativamente lo besara, pero de trato brusco era, le dije que así no me gustaba. Él pareció acceder pero al rato volvió con lo mismo. Así que yo comencé a tratarlo igual y el macho me dijo que yo era muy brusco. ¡Es lo que te digo macho! ¡Que me estás maltratando! Es más, le dije, ¡hasta luego! Cogí la toalla y salí. Varios vejetes estaban detrás de las precarias puertas escuchando la acción.

Volví a las duchas. Se me acercó otro tío, muy mayor y me  hizo señas que lo siguiera a la sauna seca, pero yo preferí volver al 'área de juegos'. Como me sentía un poco cansado decidí acostarme en el Big Sex Room y si pasaba algo pues bien, si no, por lo menos trataría de dormir una siesta.

Me acosté y creo que dormí algo, no mucho, quizás unos dos o tres minutos pero caí es un sueño profundo. Me despertó un tío que estaba comiendo mi polla. ¡Era el vejete guapo que me había encontrado antes! De pronto, a mi alrededor, eramos tres parejas en plan mamadas folladas. Quise follarme al vejete guapo pero me pidió "lechita rica, papi, dame lechita rica". No aguanté y me corrí en su boca. 

Si bien la experiencia sexual fue más placentera que en la Sauna Madison, el local no terminó de atraparme. Muy cutre, muy descuidado todo. La fauna es muy, muy mayor, por lo cual , la mayoría está dispuesta a complacer y recibir. 

No estaba seguro si seguiría buscando saunas y locales de sexo. Me faltaba contactar a las putas y travestis de Buenos Aires. En fin, ya vería qué conseguía.

"Me verás volar..."

miércoles, 12 de agosto de 2020

Sauna Madison, Buenos Aires, Argentina - Put3and0 3n America

      
  

     Una de las primeras cosas que hice en Buenos Aires fue ir de puteo. Hice una lista de saunas, bares de ambiente, teléfonos de putas y travestis para pasarla en grande.

Decido ir primero a la Sauna Madison. Gran error.

      Julio es invierno en esta parte del mundo. Voy en subte (metro) y me guío por Google Maps. Gran error. Mucho frío y, a diferencia de Madrid, el frío de Buenos Aires es húmedo y para quienes no estamos acostumbrados, cala rápido en huesos y fosas nasales.

Me desorienté en busca del local porque mi móvil perdía señal. Después de caminar unos tres kilómetros en la calle donde debía estar, justo cuando me doy por vencido y decido coger un taxi para ir al hotel a calentarme, escucho la típica música de local de puteo. La entrada no tenía ningún tipo de señalización, tenía el clásico botón escondido en el cual presionas y te abren. La fachada cutre, descuidada, sin señalización. Posiblemente sea la temática del local, pensé.

Entras directo a planta baja, pagas e inmediatamente está una piscina que se veía acogedora. Todo se ve acogedor a media luz. Luego el jacuzzi, nada atractivo, después la sauna de vapor que parecía una sala de tortura de la cantidad de luz que había, luego un área de lavabos y duchas. Me cambio, uso la clásica toalla blanca. Salgo a dar un paseo, no había ningún alma ¡y eran las 16 hrs en una de las ciudades más putifamosas del mundo! Decido entrar a la piscina. Como todo estaba semioscuro no me había percatado que la piscina estaba sucia. El agua no olía bien, los azulejos llenos de moho. ¡Empezamos mal! Además, el local parecía no tener calefacción. Salgo rápido de la piscina, me voy a duchar, tengo miedo de los hongos, faltan seis meses de viaje y no quiero ir a ningún médico.

Me ducho. Descarto entrar a la sauna de vapor por la cantidad de luz. El jacuzzi: frío. Voy a la entrada y le digo al chico que macho, el agua está helada, me dice que en breve se calentará. Voy a las duchas de nuevo, agua caliente. Aparece un tío joven, de cuerpo definido y conducta hetero, ya sabéis, actitud cachitas de "vengo a ver la mariconada, estoy de paso". En medio de la ducha de agua caliente comienzo una paja y lo miro con vicio a los ojos, le hago señales con la otra mano para que entre a la ducha conmigo. El tío sale despavorido, parece que ha visto al demonio.

Al salir intento de nuevo el jacuzzi, esta algo tibio, más frío que tibio. Entro. A los pocos minutos ha dejado de calentar, es un bloque de agua helada. Decido conocer el piso de arriba.

En el primer piso está el bar, Es amplio y agradable como sala de estar. Estaba desolado, solo el barman. En el Sahara hay más gente. Decido tomar una cerveza y me atiende Juan o Javier, no recuerdo el nombre. Un tío paraguayo que estaba tomando mate. El tío es majo. Buena conversación. Me dice que no sabe qué pasa hoy. Que ayer hubo buena movida. Le digo que hay días de días y me quejo del frío. También está  extrañado que no entiende qué pasa con la calefacción. Yo sí sé, le digo, el edificio no es más que una gran caja y mantenerlo caliente debe costar una pasta, si a eso le colocamos los costos de mantenimiento, de... y así saqué los rubros, se me salió el economista que llevo dentro. Creo que no le gustó lo que dije, pero el tío fue amable, me invitó una cerveza que iba por cuenta de la casa. Al rato llegó una pareja. Argentinos ambos. Uno era un chiquillo de unos veinte años, cuerpo de gym y tenía gorro y guantes de invierno en toalla. El otro era un tío de unos sesenta años, macho dominante. Conversación amena aunque yo no dije nada. El tío de sesenta años dice que ya volverán que se quiere follar al crío y se marchan. No me invitaron, me tomo otra cerveza.

Pasa el rato y decido subir al tercer piso. Es muy interesante porque hay un laberinto, hay varios glory holes, apartados, al fondo hay un gran Big Sex Room, la cama me pareció gigantesca y sin exagerar creo que cuarenta machos follando sobre ella caben perfectamente. Detrás, como oculto está un sling. Decido acostarme un rato en bolas pese al frío, pero tengo casi dos años sin estar en un sling así que lo hago por putinostalgia. ¡Terrible! El sling está en buenas condiciones pero lleno de polvo. ¡Hostias, ¿cuánto tiempo ha pasado sin que nadie lo use? 

Van pasando las horas y aparecen esporádicamente machos. Solo toqueteos, nada serio. Nada de mamadas. Pasé casi cinco horas de puto frío. Decido volver al hotel. En general: mala experiencia, pocos tocamientos, me fui sin correrme ni follar. Imposible definir el tipo de público, poca fauna representativa.  

Esto era mi primera impresión de puteo en Buenos Aires. ¿Sería así siempre? 

(Buenos Aires, Julio de 2018)

miércoles, 29 de julio de 2020

Sauna Spa Azul - Quito, Ecuador - [Parte 2 de 2] Puteando en América




     Como es mi puticostumbre, una vez dentro de la sauna de vapor me senté en la grada superior, coloqué la toalla a modo de cojín, quedé en bolas. Cerré los ojos evitando pensar en el viaje que se aproximaba para la Argentina. Estaba mi mente en blanco cuando sentí el roce de un suave dedo en la punta de mi pie izquierdo. ¡Esto me sorprendió! Me han toqueteado muslos, piernas y a veces directo a la polla, ¿pero un pie? Me pareció extraño y divertido. Abrí un poco los ojos y en medio de la penumbra pude distinguir que a mis pies estaba sentado un oso entre unos 25 y 35 años —vapor y penumbra ocultan edades—, tenía barba cerrada y, como luego comprobé, era un tío muy tímido, dispuesto a mamar y pajear pero cada vez que alguien abría la puta puerta dejaba de otorgar placer y se sentaba como si nada hubiese pasado. En ese sentido, ¡qué dicha es conseguir al macho que con luz u oscuridad, abran o no la puerta, está ahí: chupando polla como si el mundo se fuese acabar! El tío hizo tres intentos de mamadas que eran interrumpidos por su inmensa timidez. Yo le incitaba, tenía la polla morcillona y entre el vapor lo miraba a los ojos como diciendo: “Ven, cariño. Cómete esta polla. Es tuya, de nadie más”. Me cansó rápido la situación. Yo con el tiempo me he vuelto muy exhibicionista que ni os cuento, ya en los últimos tiempos follaba en cualquier parte de Firewood o en la sauna Octopus. Uno con el tiempo pierde la timidez, por lo menos yo.

     Salí a por una ducha de agua fría y, como comenté antes, habían otros tres tíos sentados en el jacuzzi, distintos a los anteriores. De nuevo putivuelta de reconocimiento, el local vacío. Aparecía de vez en cuando un tío asiático que pasó de mi. Al rato aparece un oso de unos cincuenta años y conectó de inmediato con el asiático. Vi que se fueron a por morreo y pezones y desaparecieron en alguna parte en busca de un espacio más íntimo. Vuelvo a la sauna de vapor. Un tío que estaba a mi derecha me mira fijamente la polla. Con la timidez que me caracteriza abro las piernas y sacudo los cojones. El tío mete mi polla en su boca. Mamada suave, con firmeza, pajea lento con placer. El tío era delgado, de marcados rasgos indígenas, nariz aguileña, cuerpo que había pasado por un gimnasio hacia algo de tiempo. Cuando la polla estaba erecta el tío comienza a meter un dedo en mi ojete. Como la mamada era noble me acomodé para que disfrutara de mi culo. Su lengua comenzó a lamer mi culo. ¡Qué buena falta me hacía una lamida de culo! Tuve oportunidad de llevarme la polla del tío a la boca: era dura, curvilínea hacia la derecha. Calculé que esta polla tardaría en entrar a mi culo, ¡venga, que uno se conoce de lo que es capaz el culo de cada uno! También supuse que una vez que estuviese dentro esta polla me causaría enorme placer. Estuvimos un rato en plan de caricias anales y mamadas. Le pedí que me follara, accedió. Le puse goma, unté lubri en ojete y pene ¡pero qué desgracia la mía! ¡Mi orto no colaboraba! Era tal el estrés que tenía entre los preparativos del viaje y el trabajo que mi culo no colaboraba. Decidimos ir a un apartado, a lo mejor en la soledad mi ojete se relajaría.

     El tío salió delante y yo detrás. Lo seguí pero antes, siguiendo mis costumbres me duché de nuevo con agua fría. De nuevo: tres tíos en el jacuzzi distintos a los anteriores y también distintos a los del principio. Al salir de la ducha me dí cuenta que había perdido el rastro del macho de rasgos indígenas. Lo busqué por todos los putirincones de la sauna, cosa que me permitió descubrir un par de habitaciones que desconocía. El macho indígena había desaparecido.

     El hecho que mi precioso inca no apareciese permitió que hiciese un recorrido para llegar a algunas conclusiones: las instalaciones prometían como lugar de puteo, muchas paredes, ventanas y puertas deterioradas, al menos que esa fuese la estética que querían mostrar. La sauna seca tenía tablas de madera rotas. La sauna de vapor estaba bien: limpia y a todo gas. La fauna era variada en edades: abuelos, tíos adultos, osos, osetes, bujarros, maricas y maricones convivían a lo largo de la sauna con homosexuales reprimidos, bicuriosos, heteros en prueba y bisexuales voraces. Las edades oscilaban entre los 18 (edad permitida para entrar) y los 100 años. De hecho, en medio de la búsqueda de mi precioso inca me topé en el cuarto oscuro a un abuelo de casi 200 años que estaba en silla de ruedas y en toalla. Me pidió polla, le di un poco pero me desconcentró la silla de ruedas: ¿cómo subió? Di varias vueltas y no habían rampas para inválidos y menos ascensor.

    Volví al cine y me topé con un vejete australiano, delgado, polla de 22 cms. No perdimos tiempo y nos metimos en un apartado. Mamadas, pajas, yo lo follé, el tío trato de follarme pero mi ojete no colaboraba. Nos corrimos cada quien encima de sí. Fue agradable pero no memorable.

     Ahora tocaba ducha, regresar al hotel y esperar qué encontraría en la Argentina.


miércoles, 15 de julio de 2020

Sauna Spa Azul - Quito, Ecuador - [Parte 1 de 2] Puteando en América





Sauna Spa Azul — también llamada “Bambú” — N° 89-36, Quito, Ecuador.

     La entrada es a través de una puerta de aparcadero. Cuando el negocio está abierto se entra por una pequeña puerta que permanece putidiscretamente abierta. Al pasar, hay una alfombra azul que conecta a la entrada e invita al puteo. Llegas a la entrada, pagas, te dan chancletas, dos toallas, sobres de champú, una barra de jabón y preservativo. Sigues caminando y hay un pequeño bar, pasas esto y en la planta baja hay dos ambientes: uno que semeja a una sala de estar, con muebles de fácil limpiar, baratos pero cómodos, una chimenea que en la parte donde va el fuego está un televisor gigantesco, el control remoto siempre anda por ahí;  al lado de uno de los muebles hay una mesa con un termo de agua con dos grifos: uno de agua caliente, otra fría. Al lado sobres de té y café instantáneo, te puedes servir al gusto. En el mismo espacio hay un pequeño gimnasio con multifuerza y en un lado dos cabinas con compus e internet libre. Pasas todo esto y te encuentras con el vestuario y los casilleros.
     Me cambio, hago la putivuelta de reconocimiento. Subo a la segunda planta en donde hay un lavabo, en el que por cierto, hice una de las cagadas más grandes de mi vida, pensé que me iría por las cañerías. Luego pasé al cine o por lo menos así lo bauticé: un salón con una pantalla con homoporno y dos sofás gigantescos; al lado de estos dos puertas negras que funcionaban como apartados con colchonetas en el piso y almohadas ¡Perfecto para la siesta!, pensé. Al lado del cine estaba un cuarto oscuro, era una habitación grande revestida completamente de madera. Pensé que sería como un laberinto pero nada más alejado de la verdad, era solo una sala oscura revestida de madera. No había bancos, no había donde sentarse, cosa que eché de menos porque como sitio de meditación y de espera para mamar era perfecto. Cuando mamo me gusta estar cómodo, no que sufran mis rodillas. Estuve allí largo rato pero no pasó nada. Nadie entraba.
     Decidí bajar y conocer la zona de saunas. Bajas las escaleras y hacia la derecha hay una pequeña puerta que conduce a las putisaunas, pasas el umbral e inmediatamente queda un urinario a la izquierda y a la derecha un cuarto de baño. Sigues de largo y entras a una gran sala, a la derecha queda el putijacuzzi el cual es alumbrado con luz exterior a través de un opaco tragaluz. El putijacuzzi es muy pequeño, de hecho, el más pequeño que he visto en mi putavida. No me apeteció entrar allí, además, siempre, SIEMPRE que pasaba por ahí habían tres tíos sentados al borde con los pies dentro del jacuzzi. De hecho, creo que tres tíos no cabían completo dentro del jacuzzi. Cada vez los tres tíos eran distintos pero la constante era la trinidad, siempre tres: homo, hétero y bi . Cerca quedaban tres duchas pero solo funcionaba una. Al lado de las duchas una puerta que era la sauna seca. Entré allí, espacio pequeño para mi gusto pero en el que un vejete de setenta años me comió la polla largo rato. Salí, después de esa incursión entré varias veces pero salvo un oso calvo de unos sesenta años a quien también dí de mamar, no hubo mayor acción. El oso al verme entrar me dijo “A sudar, a sudar, que el mundo se va acabar”. Le dije parco y seco: “Vale”. Me increpó: “¡Español! ¿De qué parte?”. De Madrid, le dije. “Ah, español de verdad, no como los vascos”. Y pues bueno, que los líos de territorios también se conocen en otras partes. No le contesté. Al día siguiente salía mi vuelo a la Argentina y no quise gastar energía.
     El calor de la sauna seca estaba a todo gas, salí de inmediato hacia la sauna de vapor, era pequeña, me gustó. La puerta tenía un cristal opaco que permitía la entrada de una luz azul índigo mortecina. La sauna tenía dos gradas que permitían al que deseaba ser mamado estar en la parte superior, y el que deseaba mamar podía estar sentado cómodamente. Yo subí al nivel superior. Conté que eramos unos cinco maricones en medio del vapor. Dos estaban a un lado de mí en intercambio de pajas. Junto a mí yacía acostado un tío desnudo y a mis pies se sentó un osete que en medio de la penumbra no quitaba sus ojos de mi polla. Decidí cerrar los ojos, relajarme, abrir mis piernas y entonces, empezaron las caricias.