jueves, 31 de diciembre de 2020

¿Y el 2021?

 


No tengo idea de qué putiaventuras escribiré a lo largo de 2021. Os cuento:

 Escribo las historias con meses e incluso años de la putiacción. Por ejemplo, las crónicas de Puteando en América sucedieron en 2018 pero las escribí y organicé en 2019 para que saliesen en 2020. Por razones obvias del virus chino y del confinamiento, las visitas al Blog bajaron, no es algo que me moleste ni preocupe, pero por lo general un lector habitual puede tardar algunos meses en retomar las lecturas, decidir incluso si lee las pasadas o no. En fin, que a mí lo que me interesa es pasarla bien escribiendo estas cosas y además sé que hay muchos lectores habituales.

El confinamiento de 2020 no me permitió putear como Dios manda, porque además la Montse se mudó conmigo, si bien hubo buen sexo; he notado también que las Crónicas heterosexuales son las menos famosas del Blog. ¡Razones no faltan! El público es amplio pero con preferencias claras: sexo entre hombres. Esto último es la nostalgia que tengo del pasado 2020. Creo que desde mi adolescencia nunca había tenido tan poco sexo con hombres. Cuando era adolescente pues era muy tímido con tíos y tías; digamos que a medida que maduraba iba perdiendo la timidez y al descubrir el mundo placentero de las saunas la situación fue otra. Pero en serio os digo: creo que este año que pasó no follé con más de 3 tíos y la Montse. A diferencia de mi viaje a América cuyas crónicas relatan solo aquellos hechos memorables de puteo.

 He pensado que quizás escriba crónicas a partir de la memoria, del recuerdo. Me gustaría, por ejemplo, escribir sobre aquellas pollas que me han marcado, las que deseo volver a probar en boca o culo; pero no lo sé. Si el 2020 estuvo lleno de incertidumbre a raíz de la pandemia en todo sentido, no quiero ni imaginar cómo será el 2021 a falta de encuentro sexuales promiscuos. Y es que pienso en las Apps y siguen sin molarme, se pierde mucho tiempo en foto polla, foto cara, dame culo, dónde nos vemos, en fin, una cantidad de energía que ya no estoy para eso. Creo que los putilocales son perfectos, vas a lo que vas y punto. Se puede tener suerte o no pero por lo menos una paja compartida se puede dar.

 Algo es seguro, el puteo se reestablecerá con rapidez, porque si hay algo que no podemos evitar es comer, dormir y follar.

Felices fiestas


miércoles, 16 de diciembre de 2020

Memoria y palabras - Puto 2020


 


Hoy no hago el tradicional recuento de cosas buenas y malas. Tenía planificado publicar en el blog a lo largo de este año las putiaventuras que viví en América a lo largo de 2018. Fue un viaje largo de trabajo pero organicé el tiempo de puteo. Follé con tíos, tías y travestis, fue una gran aventura de turismo sexual, pero el año 2020 será difícil de olvidar para quienes lo padecimos.

El virus chino nos trastocó a todos, incluso al blog; en distintos momentos publiqué posts un tanto reflexivos que hablaban de la situación de confinamiento, de la ansiedad ante la falta de posibilidades de puteo. Porque una cosa es que no me de la gana de putear y otra, muy distinta, es que sea imposible hacerlo. Descubrí que me gusta compartir con hombres anónimos, desnudos, pasar el rato en el jacuzzi con otros machos, tocar, comer pollas y la tradicional, clásica y salvaje follada.

Pasé gran parte del confinamiento encerrado con la Montse. Hubo momentos de sexo heterosexual del bueno, en más de una ocasión le lamí el clítoris imaginando que era un duro y delicado capullo, a la tía le molaba. Era divertido ¡pero cuánta falta hace un macho! 

A diferencia del 2020 que tenía desde 2019 planificadas las historias de “Puteando en América”, en el 2021 el panorama es incierto para la economía mundial y para este blog. No tengo borradores, no tengo ganas de sentarme a escribir sobre mis putiaventuras. Sin embargo, este blog es recreativo y terapéutico, así que quizás escriba algunas memorias de folladas salvajes que no he escrito, en muchos casos es por falta de tiempo, en otras, franca negligencia. ¡Venga, la verdad por delante!

Tuve encuentros sexuales de los que nunca se olvidan, de esos en los cuales salgo a la calle flotando en una nube, feliz, satisfecho por culo y huevos, luego repito al día siguiente y se acumulan las experiencias, más y más, si no las escribo pues las olvido y quedan solapadas frente a otras menos intensas.

Llevar un blog, por lo menos de manera continua, exige disciplina, tiempo y dedicación. Digamos que estas tres cosas las tengo para mi mundo laboral pero no para el blog. ¿Por qué continuar? Pues porque mola, es divertido intentar dejar por escrito lo que se vive a nivel sensorial, porque, después de todo, este es un blog de putiaventuras y el buen puteo se hace sin lápiz, sin papel, solo cuerpos desnudos follando, sintiendo, tocando, lamiendo, oliendo. Luego, hay que sentarse frente a la compu o el cuaderno de apuntes y comenzar a jugar con la memoria y con las palabras. ¿Por dónde comenzar? ¿Cuáles son las palabras que accionarán el mecanismo de “expulsión” de las ideas, imágenes y sensaciones? Por ejemplo, pensé en escribir algunas líneas y de pronto llevo 445 palabras y la idea de “Memoria y palabras” me hace reflexionar sobre el proceso de escritura. Este último aspecto es interesante porque yo soy un hombre de números, no de letras. Cualquier cosa que tuviese que ver con lectura como Historia, Literatura o Filología me dan sueño, en el cole siempre salí mal en esas áreas, lo mío eran mates y en consecuencia Física, Química no tanto. Por eso, cuando voy a escribir algo en el blog necesito tiempo. 

Después de la salida de la cuarentena poco he puteado, esto ha sido a raíz de la presencia casi permanente de la Montse en mi vida. Del trabajo ni os cuento, he tenido que dedicar más tiempo porque la mayoría de mis clientes se retiró de la pelea económica: algunos fueron a bancarrota, otros han preferido hacer transacciones en otros campos, en fin; que ha llegado el momento, un tanto forzado de reinventarse. Ya os contaré.

Mientras tanto, os deseo un feliz año putiaño 2021 y que no sea tan hijodeputa (léase todo pegado, con una cañita en la mano) como este que hemos padecido. 

Eso sí, ¡follad como locos!


jueves, 3 de diciembre de 2020

Chorizo argentino



Sauna Homosapiens Buenos Aires, Argentina (4° visita) - Puteando en América

Se hizo largo mi estancia en Buenos Aires, uno de los clientes tuvo problemas de salud y lo obligaron a coger reposo absoluto por tres semanas, era una figura clave a nivel de negocios. Eso significaba reorganizar la agenda internacional y fueron 72 horas sin dormir entre llamadas a España y la agencia de viajes en Argentina (siete horas de diferencia en verano), quedé exhausto. Cuando todo se solucionó dormí dos días en el hotel. Al tercer día resucité, decidí pasear a la sauna Homosapiens. El éxito de por lo menos una mamada estaba asegurado, yo iba en plan relax y tal, pasar el rato, sin expectativas de ningún tipo.

Voy sábado de invierno, sobre las 13 hrs. Hay algo de movimiento. Decido ir a la zona de apartados en el segundo piso, algunos  estaban cerrados porque hay tíos tímidos. Hay uno abierto, precisamente en el que entra más luz. Entro y me acuesto boca arriba, en bolas, me pongo la toalla en la cara. En menos de unos quince minutos tres tíos han entrado, me magrean cuerpo y polla pero nada más. Se marchan como entraron. En algún momento me dormí. Al rato me despierto sobresaltado, un tío ha entrado y ha comenzado un masaje suave de cuerpo, dice con acento argentino que me tranquilice, que él viene a darme un masaje, nada más. Escucho que cierra la puerta, coloca la toalla a un lado, lo miro: es un osete de unos 55 – 60 años, calvo, mirada de vicio. Me dejo hacer. El tío me hace el masaje boca arriba, me relajo. Mamada, luego caricias, después lo follo. El tío tenía un culo prieto, pero con la polla adentro se dejaba hacer. Jadeaba como una perra y comenzó con las clásicas frases de “rico, papito, ¿te gusta papi? Yo soy tu perra. ¡Rompéme la rajita papi! ¡Rico!”. Esas expresiones siempre o me cortan el rollo o me dan risa, pasó esto ultimo, le dí caña y me corrí. Él dijo que se corrió mientras me lo follaba. La pasamos bien.

Me doy una ducha. Doy una putivuelta. Hoy era tarde de tíos mayorcetes. En una de las zonas de descanso cerca de los casilleros me pongo a conversar con un vejete de unos 55 años, nos vamos a por morreos allí, frente a todo el mundo, todo es lengua y lengua. El vejete besaba muy bien. Pide que lo folle, pero le digo que ya me corrí, que necesito más tiempo, al menos que él quiera comer mi polla. No come pollas, me dice. Prefiere besos y ser follado. Nos despedimos de manera amistosa.

Voy al bar. Como un sándwich, tomo cerveza. Leo el periódico y voy a por una siesta. La antesala con televisor que esta justo antes del cine está vacía. Decido acostarme en uno de los sofás y ver series como CSI o Law & Order con traducción a español latino. Mola. Me quedo dormido en el sofá. Todo bien. Nadie me molestó, nadie cambió el canal.

Al despertar doy una putivuelta por el cine. Como siempre mucha acción: mamadas y folladas. Me acuesto en uno de los sofás cerca de la pantalla, me quedo en bolas pero más en plan descanso que puteo (😋). No han pasado cinco minutos cuando se abalanzan sobre mí dos viejos bribones: uno me da su polla para que se la coma, el otro se arrodilla para comer la mía. La primera polla que me llevé a la boca era gruesa y apenas me cabía en la boca, el tío me dice con morbo que si me gustaba su polla que probara la de su compañero. Intercambian lugares, ahora en mi boca está la polla del que estaba arrodillado. Efectivamente, polla más grande aún, buen sabor y textura. Apenas cabía en mi boca pero la estaba degustando. Estuvimos en este plan de intercambiarse ellos y yo ahí, me dejaba hacer.

Se suma un cuarto tío, otro vejete pero este entre los 68 y 70 años. Muy morboso el vejete se dedica a lamer mi culo, llegó un momento en que controlaba todas mis partes nobles y a cada rato decía: “¡Qué rajita! ¡Me gusta tu rajita!”. Yo estaba muy entretenido con manos y boca porque los otros dos vejetes había decidido darme sus pollas mientras ellos se magreaban y besaban allá arriba. De pronto los dos vejetes decidieron buscar más putiaventuras y el que estaba comiendo mi “rajita” se fue detrás de ellos y yo me quedé con las ganas de mamar, con mi polla erecta y el culo relubricado. En el sofá de al lado un tío de unos 40 años estaba viendo el espectáculo, se estaba masturbando y me invita a que le coma la polla. Me lanzo de cabeza sin medir consecuencias. La polla es mucho más modesta que la de los otros tíos pero perfecta para mi culete. Le pregunto, con todo el respeto del mundo, si me quiere follar. El tío accede. Le pongo goma y lubri y me siento sobre él ¡qué dicha! ¡En verdad os digo, nada como una follada de culo después de una buena lamida de culo! Soy yo el encargado de dar placer y doy saltitos de gusto. Mi polla está erecta y un oso de unos 22 años se arrodilla frente a mi y me da una buena mamada.

No aguanto, el osete pide que mi lefa en su boca. Lo hago. Mi culo se comprime y siento que el tío que me folla también se corre. En un momento se sincroniza mis contracciones anales con su eyaculación. El placer carnal se transforma en amor puro. Por segundos, siento que puedo vivir así con esa polla en mi culo el resto de mis días. Luego de la meseta orgásmica nos intercambiamos besos los tres: el osete, el tío que me folló y yo. La pasamos bien. A nuestro alrededor varios vejetes miraban. Mucho vicio a nuestro alrededor.

Subo a por una ducha. Me cambio. Salgo a la calle a buscar qué cenar.

El chorizo argentino me ha venido muy bien.

(Buenos Aires, agosto de 2018)