martes, 30 de julio de 2019

Crónica agosto 2019 (1 de 5)





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No escribiré ni publicaré post durante el mes de agosto, entre otras razones porque Montse y yo hemos decidido dar un paseo por el norte de España y comenzaremos el primer finde de agosto en una casita que tiene sus padres en la sierra.

Afortunadamente hemos trabajado juntos en su vaginitis, y con mucho cariño, paciencia y lubricante ya hemos follado como Dios manda en el ámbito heterosexual: por el coño. Este será un mes duro para mí pues, al menos que encuentre una buena oportunidad se me hará muy difícil irme de cruising, ligar con tíos por alguna app o irme de saunas.

Vamos a ver cómo se comportan mis huevos, mi polla y mi ano, pues aunque no soy muy pasivo, a veces uno quiere que lo trabajen por detrás, sentir caricias de manos de hombres que van entrando por culo o besos de algún rostro con barba.

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martes, 16 de julio de 2019

Otra tarde aburrida en la Sauna Octupus.





Tarde algo aburrida en la Sauna Octupus. Contrario a otros días, la movida estuvo floja y los tíos estaban bipolares: o te querían follar con violencia y rapidez, sin goma, sin lubricante, sin saliva, sin algo de tacto o eran indiferentes y pasaban de largo, como si uno fuese invisible o ellos fueran invisibles y nadie los viese.

La primera mamada la tuve de un tío pequeño que me siguió apenas entré a la sauna de vapor y comenzó una fellatio con mucha brusquedad, le tuve que decir en dos ocasiones que no fuera violento, que lejos de disfrutarlo me estaba haciendo daño. A la tercera fue la vencida y sin avisarle lo dejé.

Al rato me topé con otro tío que hacía un buen trabajo de pezones, me convenció que lo follara en un apartado. Traté de trabajar su ojete pero estaba cerrado. Apenas pasaba mi dedo índice y a duras penas. Le dije al tío que no era posible, pero insistió con delicadeza así que lo intentamos; pero apenas ubicó la entrada de su ojete con la cabeza de mi polla, se vino en envestidas anales que me maltró. Le pedí en par de ocasiones que parara pero no hacía caso, así que tuve que dejarlo de manera grosera.

Me duché y me fui al bar. Mientras me tomaba una cerveza llegó un tío muy guapo que comenzó a magrearme los muslos. Nos fuimos a un sitio más intimo y me encontré con el problema que pajeaba como un loco, con fuerza, sin delicadeza de ningún tipo, me hizo daño y como ya estaba maltratado de los otros intentos, decidí pasar dejarlo e ir al jacuzzí. Allí otro tío me abordó, comenzó una mamada suave pero en lo que la polla alcanzó un tamaño digno y una dureza notable, empezó a succionar y a usar los dientes con violencia.

Decepción total. Lo dejé.

Di un par de vueltas más pero tenía la polla magullada.

Me fui a casa sin correrme y esperando que Montserrat no quisiese follar.

martes, 2 de julio de 2019

In Memoriam



Esta es una captura de pantalla de la entrada del Cine Duque de alba. La entrada está clausurada y una transeunte camina indiferente al dolor y la tristeza de los vejetes y las pollas que dieron lefas durante tantos años. Hoy en día funciona un sitio gourmet y han abierto lo que denominan "Sala X" y que no es más que pasar ciclos de cine americano, francés, japones o de cualquier país del mundo, es cine intelectual, nada de pornografía y no te puedes bajar los pantalones y darle a la zambomba porque además, proyectan con algo de luz.

Me da cierta melancolía, este blog buscó rendir homenaje a lo que durante años fue un sitio especial y mítico. Las películas que pasaban eran realmente malas y en muchas ocasiones entraban unos tíos medios macarras que en vez de pajearse provocaba salir corriendo, pero por otra parte, era un sitio en que la mayoría de los tíos pasaban los cuarenta y tantos años e iban en plan de pajas, mamadas, folladas y corridas.

Especialmente recuerdo los domingos porque a las afueras se armaba el mercado de El Rastro, mercadillo que ha hecho un nombre muy especial entre locales y turistas y era especialmente entre las 10:30 y las 14:00 hrs centro de afluencia de vejetes, algunos les inventaban a sus esposas que se iba a dar vueltas por El Rastro y se encerraban en el cine, después de estar bien satisfechos, salían, el mercadillo seguía de pie, compraban algo para la parienta y se iban a casa a comer, dormir la siesta y con la conciencia tranquila. Otros, los más descarados, se despedían en plena entrada del cine de sus esposas y les decían: "Ánda, vete de compras mujer, que yo me quedo aquí a ver una película", estoy seguro que las abuelas sabían que eran películas XXX, lo que no sabían -o por lo menos, hacían creer-, eran que sus maridos iban en plan de comer pollas o recibir caricias y placeres que no reciben en casa.