jueves, 28 de mayo de 2020

Sauna Sodome - México DF - Puteando en América -




En México apenas estaría una semana y como había pasado en Chile, la agenda de trabajo estaba a tope. No quería perder tiempo con las apps y fui a la Sauna (¿o club de sexo?) Sodome, ubicado en la Colonia Anzures, Mariano Escobedo 716. En su página web indica que es un sitio para gente joven que esculpe su cuerpo en gimnasio.

Llegué un día jueves sobre las 12 pm. Apenas habían abierto; sin embargo, no eramos más de tres los tíos que estabamos allí. Los otros dos debían estar en algún apartado porque no había rastro de ellos por ninguna parte. Recorrí el local y prometía como sitio de vicio. Espacios y recovecos para todos los gustos, zona de sling, cuarto oscuro, pasillos que permiten el roce y un área de bar. Me llamó la atención un puticuarto de espuma ¡asimismo como leéis, de espuma! En algunas fiestas del Orgullo Gay en Madrid me he metido en esas bacanales de espuma pero yo nunca termino de putiligar allí, por lo que no entré. Todo estaba desolado. Estuve una hora sin hacer nada, tan solo iba de aquí para allá en unas vueltas tontas, no merecía el apelativo de 'putivuelta', a ese nivel de soledad estaba. Me sorprendió el vacio para see una ciudad de casi treinta millones de habitantes. Me dije a mi mismo: 'tío, es hoy uno de esos días'. Es decir, quizás no habría nada de 'aquello'. Me tocó relajarme al máximo y disfrutar de las instalaciones que estaban en buen estado.

Después de casi una hora en el bar comienzan a aparecer tíos. Nada del otro mundo. Todos muy mexicanos con actitud de 'macho latino'. Me doy cuenta que comienzo a ser el centro de atracción y van repitiendose los tíos que pasan y se me quedan viendo. Ni ellos, ni yo tomamos la iniciativa de hacer algo. Son solo miradas que no llegan a 'putimiradas'. Decido entrar a la sauna de vapor y no hay nadie. Me quedo solo y al rato entra un tío que se sienta justo a mi lado. Yo cierro los ojos y toco mi paquete sobre la toalla. siento que el tío se viene sobre mi polla, me quita la toalla lo suficiente para que mi polla aparezca y se dedica a mamar. Tiene talento el maromo. Posee una barba larga y cada cierto tiempo restrega su barba en mi glande. ¡Qué gusto me da! El tío también se lo está disfrutando. Me ha dado una mamada en los cojones sin descuidar mi capullo. Yo abro las piernas y quedo en la clásica posición en que invito a jugar con mi polla y también a que exploren mi culo, debe ser una posición instintiva en los bisexuales-hombre o en los gay-versátiles, no lo sé.

El tío pasa de exploraciones anales y salvo una lamida de ojete se dedica con cariño a mi polla. Creía yo que me iba a correr pronto pero nada más alejado de eso, por el control que el tío tenía sobre mi polla logra controlar una posible eyaculación. Suele suceder que a veces no me corro, mi polla se mantiene dura y el tío que se dedica a la fellatio me pide que lo folle o por el contrario se aburre y se marcha. Dispuesto estaba yo a lo primero, pero aconteció lo segundo. El tío se marcho, quizás cansado de la postura de mamar, de su quijada aunque lo más probable es que fuese el calor. Al cabo de un rato el tío volvió. Siguió con la mamada y cambiamos de roles. Llevé su polla de tamaño estándar a mi boca, era de capullo pequeño pero suculento  curvada hacia la derecha. De vez en cuando me dedicaba a pajearlo mientras le lamía los pezones. Creo que le mordí muy fuerte porque el tío me pidió que no lo hiciera,  quizás era un hétero-casado y temía que le pudiese dejar magulladuras en sus pezones. Al tío pareció darle calor porque se marchó sin decir nada.

En medio de la soledad pensé en matarme con una paja y aniquilar el día de sauna pero opté por una ducha de agua fría.

Fui al bar y me tomé dos cervezas. En lo particular me pareció que los tíos estaban muy tímidos y no hubo oportunidad de conversar un rato para conocer la movida gay en México DF, que me habían comentado que era intensa. Como los machos no conversaban entre sí y todo lo que yo preguntaba me lo resppondían con monosílabos volví a la sauna de vapor. ¿Será que soy un extranjero "pinche culero de mierda" y por eso no me tratan? Lo pensé una vez, pero no lo creo. En todo el mundo gay que yo he vivido no he presenciado actos xenófobos y lo único racista que he visto es cuando hay un negro en la sauna y todos lo quieren para ellos.

En la sauna de vapor cerré los ojos y comencé a darle a la zambomba. Habían unos seis o siete tíos. Al cabo de un rato eramos tres tíos sentados uno al lado del otro, yo estaba en una de las puntas. En medio de la penumbra observé que los tres estábamos en lo mismo. ¡Vaya!, pensé, ¡todos activos! Supuse que esperabamos a que alguno tomara la iniciativa y se dedicara a mamar o a pajear a su compañero. Yo no quise tomar la iniciativa. Me apetecía follar. Al cabo de un rato, entran dos tíos y uno de ellos, de manera descarada le coloca su polla al tío que estaba en el centro. Éste se llevó la polla del tío que parecía alto y comenzó una mamada que se disfrutaba. El otro tío, que había entrado junto con el tío largo, se arrodilló y se dedicó a lamer el ojete del tío largo. ¡Hasta que por fin había acción! ¡Y qué acción!

Pasaron muchas cosas. Mamadas fueron y vinieron. Me pajearon y pajeé. No recuerdo la cantidad de posiciones que hicimos pero puedo resumir dos: en una ocasión el tío del centro se dedicó a mamar al tío largo; el tío largo era follado -creo que sin goma- por el tío que entró con él. El tío que estaba sentado a la derecha del tío del centro se la mamó al tío del centro. Yo me coloqué de pie donde estaba sentado y le dí de mamar al tío largo y al tío que se lo follaba a la vez. ¡Dos mexicanos comiendo de mi polla! ¡Uno era follado y otro lo follaba! Luego, no recuerdo como pasaron las cosas y el tío largo terminó en cuatro patitas mamando al tío del centro mientras yo me lo follaba con una goma. El tío que había entrado con el largo se dedicó a darle de mamar al tío que estaba a la derecha del tío del centro.

No ví que nadie se corriera, estaba oscuro y no escuché los gemidos de placer. No sé como, pero terminamos el tío del centro y yo solos. Él estaba detrás de mí mientras me trabajaba como hacía tiempo no lo hacían mis pezones. Varias veces le llevé las manos a mi polla y a mi culete pero al tío solo le iba mis pezones. ¡Qué caricias! ¡Qué gusto! ¡Cuánta intensidad me daba! El tío era docto en caricias de pechos. Supuse que no iba a por mi polla porque me había visto follar al tío largo y no quería oler o de gustar sabores de culo y goma. Estuvimos así poco tiempo, que para mí era una eternidad. De la nada salió un osete que le dio de mamar al tío del centro y éste, sin descuidar mis pezones se dedicó a la mamada al oso. Yo ví la escena en primer plano y me causó placer. Así que me corrí allí mismo con una paja. No ví la leche pero sentí que fue abundante.

Puedo decir que "¡Viva México, cabrones!"

jueves, 21 de mayo de 2020

Modo zorra





Cuando salgamos de la cuarentena me voy de puteopasivo. No sé si abrirán Firewood o Attack, pero la primera vez que vaya colocaré en mi culo lubri hasta el esófago, dispuesto a que me follen, me den caña, el único requisito será goma y más lubri.

Ahora entiendo las tantas veces fantasías de Perro de echarse en un sling y dejarse hacer. Yo me considero más activo que pasivo, pero esta cuarentena me tiene hasta los cojones.

No me debo quejar de mi vida heterosexual en cuarentena, pues la mitad de la misma, la Montse se ha instalado a vivir conmigo. La tía ha mejorado en mamadas, ya no usa los dientes, le gusta lamer los huevos, hace contacto visual con mi polla en su boca. La tía ha mejorado en el arte de las pajas: ya no pajea de manera arrítmica y descontrolada, ahora sabe medir si vale la pena dar caña o, por el contrario, con suavidad y firmeza. Poco a poco supera la repulsión de la lefa, me he corrido en su cara unas seis veces y una sola en la boca, que si bien a la tía no le gusta, dijo estar dispuesta a practicar. Lo intentamos unas tres veces más y prefiere que me corra en su cara y ella mantener la boca cerrada. Supongo que no todo es posible.

En definitiva: que necesito que me den a por culo, que quiero catar pollas, necesito ver y sentir la lefa de siete machos.

¡Qué estoy en modo zorra!

Ya falta menos.

martes, 5 de mayo de 2020

Un recepcionista como pocos - [Santiago, Chile] - Puteando en América



Viajé a Santiago de Chile. Linda ciudad, buen clima en noviembre del 2018, año de nuestro Señor.

No pude putear como el Señor manda: con tiempo. Estaría una semana y mis anfitriones tenían una agenda muy apretada para mí.

Me tocó usar app.

Como siempre lo clásico: se pierde mucho tiempo en eso de 'dame una foto de tu polla', 'no estoy listo, te aviso' y luego desaparecían.

Al tercer día  me conecté a las once de la noche y entra al Grindr un tío. Estaba en recepción, trabajaba en el hotel. Quedamos en que subiría a mi habitación a la una de la mañana, justo su hora de receso. Así que el tío a la 1:02 AM lo tenía en mi puerta. Nos dedicamos unas buenas mamadas y durante el resto de la semana que estuve allí el tío subío unas tres noches.

La rutina era de pajas mutuas y llenarnos de nuestra propia lefa. El tío tenía una polla venosa, semicurva hacia arriba que era perfecta para el masaje prostático. Recuerdo que me folló unas seis veces, ¡era todo un empotrador! Yo soy 'más activo', pero cuando consigo la polla ideal, es decir, aquella polla que entra perfecta y sin dolor y al mismo tiempo otorga placer, no la suelo dejar pasar.

La primera vez no tuvimos suerte en la penetración, quizás yo estaba demasiado emocionado y mis esfínteres no colaboraron. Pero la segunda vez y como dije aquí, entré a la ducha y dediqué un rato a la limpieza anal y a introducir dos de mis dedos en mi tímido ano. Cuando apareció el chaval de la recepción, el proceso de penetración fue largo, tranquilo y placentero. El tío tenía el tiempo medido y justo entre la 1:40 y 1:43 AM brotaba de su polla un inmenso chorro de leche, se corría independientemente del estado de excitación y goce en el que estuviésemos involucrados. Brotaba mucha leche y era igual de un día para otro. El tío se iba a la 1:45 AM para que le diera tiempo de comer un bocadillo y volver al curro, fresco y con los cojones vacios. Le pregunté si acostumbraba hacer esto con todos los clientes y si acaso era algún 'servicio especial' del hotel que después se vería reflejado en mi cuenta como 'gastos varios'. El tío rió. Contestó que de vez en cuando lo hacía, pero que yo era el 'mejor huésped' con quien había estado por el morbo y el vicio. Y pues vale, que me convertí en toda una zorra. Siempre venían turistas, sobre todo aquellos que eran 'heteroeducados' y que buscaban un espacio para desahogarse. Por el contrario, los abiertamente gay no perdían tiempo con aplicaciones y se iban directamente a las zonas de cruising especialmente Metro Manuel Montt, Cerro Santa Lucía o al Costanera Center. Sitios que no pude visitar.


Después del tercer encuentro me conecté par de veces al Grindr y me asaltaban puros asiáticos. El tío o no había entrado al Grindr o le cambiaron el horario.

En la homofollada era un recepcionista como pocos.