miércoles, 26 de agosto de 2020

Sauna Unikus - Buenos Aires, Argentina - Puteando en América



La sauna Unikus queda en una buena ubicación, en el número 1128 de la Av. Pueyrredón. La entrada, como es costumbre en los países que no son tolerantes con los espacios para la comunidad LGTB, no posee señalización distintiva, es tan solo el número y la puerta abierta para quienes buscan placer.

La puerta comunica con una escalera que asciende, parece nunca acabar y termina en una oficina en el sentido burocrático del término; de hecho, pensé que era un spa 'serio', un sitio en donde dan masajes y tal,  pero nada de pajas, nada de mamadas. No había nadie y estuve a punto de marcharme cuando salió un señor mayor a atenderme. Justo detrás de él divisé lo que parecía un bar y allí estaba sentado un vejete con la característica toalla blanca y una polla de dimensiones considerables. Es la señal, pensé. Se me hizo agua la boca. La entrada costó 200 pesos argentinos (unos 4,04 Euros en agosto de 2018, ¡una chollo!). Los pagué. Al entrar lo primero que te encuentras es el bar con aire antiguo y descuidado. A los casilleros se accede subiendo más escaleras. Luego hay que bajar de nuevo y uno se encuentra a un lado las duchas, en otro una sauna seca pequeña que se estaba cayendo a pedazos y la sauna húmeda ¡No servía! Luego hay que volver al bar y allí cruzar a la izquierda en donde uno se encuentra con una puerta y justo detrás de esa puerta está lo que yo llamé el 'área de placer'.

El área de placer es un espacio que funciona como cuarto oscuro con varios apartados y, pasando estos una especie de Big Sex Room que aparenta ser una área de descanso pero que permite acostarse con inocencia al lado de algún tío para propiciar caricias.

A diferencia de la Sauna Madison, donde apenas habían cinco tíos, cada uno con aire indiferente; en la Unikus habían diez tíos, todos muy, pero muy mayores, estilo Sauna Principe de Madrid: vejetes con aspecto patibulario que pasan sus últimos días comiendo pollas. Apenas entré al cuarto oscuro un vejete comenzó a tocar mi polla, reconocí que era el mismo tío que había visto sentado en el bar, por lo cual me quité la toalla y dejé que jugara con mi polla, sin perder tiempo me dedicó una buena mamada. Quise retribuirle con una lamida de pezones pero el tío iba en plan de mamar.

Al cabo de un rato se cansó de la mamada y me dejó allí, con la polla erecta. Siguiendo mi higiénica costumbre volví a la zona de duchas. Allí, mientras me lavaba la polla  y preparaba el culete, frente a mí se duchaba un tío de unos 45 años que no me quitaba los ojos de encima. Le mantuve la mirada y le hice la señal para que me siguiera. Nos fuimos a la sauna seca. Como comenté antes, las condiciones eran deplorables, apenas te sientas se levantan las tablas de madera y corres el riesgo de quedar atrapado de culo. Al entrar había otro abuelo, este de unos setenta años pero bien conservado. Me siento junto a él esperando por lo menos unas caricias cuando el tío de 45 años aparece y se sienta frente a mí. La sauna es muy pequeña, por lo que es fácil producir roces desde cualquier parte.El vejete de setenta se va, me deja solo con el macho de 45 quien, sin perder tiempo, comienza acariciar mis muslos. Por puticortesía me quito la toalla y el tío con dulzura me acaricia la polla. Se acerca a mi oído y me susurra que está haciendo mucho calor, que por qué no vamos a un apartado y tal. Yo accedo.

Traspasamos de nuevo el bar, nos metemos al 'sitio de caricias' e inmediatamente comienzan a seguirnos varios tíos, saben a qué vamos, el lenguaje corporal lo dice todo y, a la vez no dice nada. Entro en el primer apartado que veo abierto, me quedo desnudo. El tío de 45 viene detrás de mí y comienza un pajeo suave, plácido. El tío tiene una buena polla, muy gruesa para mi gusto, de capullo chato, redondo y tallo curvado hacia arriba. La paja iba bien, el tío me busca la boca y yo accedo. Jugamos con nuestras lenguas un buen rato. Le gusta chupar lengua. Yo me sorprendo de lo puta que estoy. Normalmente, en mis encuentros con tíos en saunas y bares de sexo debo estar muy puta para besarme en la boca con desconocidos, pero en esta ocasión me dejé llevar.

Luego pasamos a las mamadas, el tío era de buen mamar y yo le retribuí con mucho placer. Estuvimos así un rato pero en una de esas el tío asumió actitud de macho dominante y comenzó a empujarme para que comiera la polla y alternativamente lo besara, pero de trato brusco era, le dije que así no me gustaba. Él pareció acceder pero al rato volvió con lo mismo. Así que yo comencé a tratarlo igual y el macho me dijo que yo era muy brusco. ¡Es lo que te digo macho! ¡Que me estás maltratando! Es más, le dije, ¡hasta luego! Cogí la toalla y salí. Varios vejetes estaban detrás de las precarias puertas escuchando la acción.

Volví a las duchas. Se me acercó otro tío, muy mayor y me  hizo señas que lo siguiera a la sauna seca, pero yo preferí volver al 'área de juegos'. Como me sentía un poco cansado decidí acostarme en el Big Sex Room y si pasaba algo pues bien, si no, por lo menos trataría de dormir una siesta.

Me acosté y creo que dormí algo, no mucho, quizás unos dos o tres minutos pero caí es un sueño profundo. Me despertó un tío que estaba comiendo mi polla. ¡Era el vejete guapo que me había encontrado antes! De pronto, a mi alrededor, eramos tres parejas en plan mamadas folladas. Quise follarme al vejete guapo pero me pidió "lechita rica, papi, dame lechita rica". No aguanté y me corrí en su boca. 

Si bien la experiencia sexual fue más placentera que en la Sauna Madison, el local no terminó de atraparme. Muy cutre, muy descuidado todo. La fauna es muy, muy mayor, por lo cual , la mayoría está dispuesta a complacer y recibir. 

No estaba seguro si seguiría buscando saunas y locales de sexo. Me faltaba contactar a las putas y travestis de Buenos Aires. En fin, ya vería qué conseguía.

"Me verás volar..."

miércoles, 12 de agosto de 2020

Sauna Madison, Buenos Aires, Argentina - Put3and0 3n America

      
  

     Una de las primeras cosas que hice en Buenos Aires fue ir de puteo. Hice una lista de saunas, bares de ambiente, teléfonos de putas y travestis para pasarla en grande.

Decido ir primero a la Sauna Madison. Gran error.

      Julio es invierno en esta parte del mundo. Voy en subte (metro) y me guío por Google Maps. Gran error. Mucho frío y, a diferencia de Madrid, el frío de Buenos Aires es húmedo y para quienes no estamos acostumbrados, cala rápido en huesos y fosas nasales.

Me desorienté en busca del local porque mi móvil perdía señal. Después de caminar unos tres kilómetros en la calle donde debía estar, justo cuando me doy por vencido y decido coger un taxi para ir al hotel a calentarme, escucho la típica música de local de puteo. La entrada no tenía ningún tipo de señalización, tenía el clásico botón escondido en el cual presionas y te abren. La fachada cutre, descuidada, sin señalización. Posiblemente sea la temática del local, pensé.

Entras directo a planta baja, pagas e inmediatamente está una piscina que se veía acogedora. Todo se ve acogedor a media luz. Luego el jacuzzi, nada atractivo, después la sauna de vapor que parecía una sala de tortura de la cantidad de luz que había, luego un área de lavabos y duchas. Me cambio, uso la clásica toalla blanca. Salgo a dar un paseo, no había ningún alma ¡y eran las 16 hrs en una de las ciudades más putifamosas del mundo! Decido entrar a la piscina. Como todo estaba semioscuro no me había percatado que la piscina estaba sucia. El agua no olía bien, los azulejos llenos de moho. ¡Empezamos mal! Además, el local parecía no tener calefacción. Salgo rápido de la piscina, me voy a duchar, tengo miedo de los hongos, faltan seis meses de viaje y no quiero ir a ningún médico.

Me ducho. Descarto entrar a la sauna de vapor por la cantidad de luz. El jacuzzi: frío. Voy a la entrada y le digo al chico que macho, el agua está helada, me dice que en breve se calentará. Voy a las duchas de nuevo, agua caliente. Aparece un tío joven, de cuerpo definido y conducta hetero, ya sabéis, actitud cachitas de "vengo a ver la mariconada, estoy de paso". En medio de la ducha de agua caliente comienzo una paja y lo miro con vicio a los ojos, le hago señales con la otra mano para que entre a la ducha conmigo. El tío sale despavorido, parece que ha visto al demonio.

Al salir intento de nuevo el jacuzzi, esta algo tibio, más frío que tibio. Entro. A los pocos minutos ha dejado de calentar, es un bloque de agua helada. Decido conocer el piso de arriba.

En el primer piso está el bar, Es amplio y agradable como sala de estar. Estaba desolado, solo el barman. En el Sahara hay más gente. Decido tomar una cerveza y me atiende Juan o Javier, no recuerdo el nombre. Un tío paraguayo que estaba tomando mate. El tío es majo. Buena conversación. Me dice que no sabe qué pasa hoy. Que ayer hubo buena movida. Le digo que hay días de días y me quejo del frío. También está  extrañado que no entiende qué pasa con la calefacción. Yo sí sé, le digo, el edificio no es más que una gran caja y mantenerlo caliente debe costar una pasta, si a eso le colocamos los costos de mantenimiento, de... y así saqué los rubros, se me salió el economista que llevo dentro. Creo que no le gustó lo que dije, pero el tío fue amable, me invitó una cerveza que iba por cuenta de la casa. Al rato llegó una pareja. Argentinos ambos. Uno era un chiquillo de unos veinte años, cuerpo de gym y tenía gorro y guantes de invierno en toalla. El otro era un tío de unos sesenta años, macho dominante. Conversación amena aunque yo no dije nada. El tío de sesenta años dice que ya volverán que se quiere follar al crío y se marchan. No me invitaron, me tomo otra cerveza.

Pasa el rato y decido subir al tercer piso. Es muy interesante porque hay un laberinto, hay varios glory holes, apartados, al fondo hay un gran Big Sex Room, la cama me pareció gigantesca y sin exagerar creo que cuarenta machos follando sobre ella caben perfectamente. Detrás, como oculto está un sling. Decido acostarme un rato en bolas pese al frío, pero tengo casi dos años sin estar en un sling así que lo hago por putinostalgia. ¡Terrible! El sling está en buenas condiciones pero lleno de polvo. ¡Hostias, ¿cuánto tiempo ha pasado sin que nadie lo use? 

Van pasando las horas y aparecen esporádicamente machos. Solo toqueteos, nada serio. Nada de mamadas. Pasé casi cinco horas de puto frío. Decido volver al hotel. En general: mala experiencia, pocos tocamientos, me fui sin correrme ni follar. Imposible definir el tipo de público, poca fauna representativa.  

Esto era mi primera impresión de puteo en Buenos Aires. ¿Sería así siempre? 

(Buenos Aires, Julio de 2018)