miércoles, 28 de febrero de 2024

Sexo en Medellín (Parte 4) El sillón rojo (Parte 1)

  

 



 
Como os he comentado, los clubs gais no son evidentes de conseguir. Para el turista que viene de Europa, hay que anotar la dirección y, si es posible, comunicarse primero por WhatsApp para conocer, horarios, promociones y precios. Todos los locales que contacté respondieron a tiempo, salvo algunos que, ya os contaré.  
 
Por razones de seguridad, los putilocales y saunas gay son muy reservados. En Medellín es común el asesinato y descuartizamiento de maricas, lo que hace que algunos locales tengan medidas de seguridad, como que mandéis foto o foto de vuestro DNI antes de visitar el local, sobre todo si es primera vez que vais.  
 
La oferta de locales es amplia y casi toda está ubicada en el centro de Medellín, pero no os será fácil caminar por allí. El centro de la ciudad está pauperizado: indigencia, venta y consumo de droga y, lo peor: robos. Esto hace que el turista desprevenido sea atracado. No supe de casos de puñaladas, ni de tiros. Como os he dicho desde el principio, lo ideal es ir a las saunas del centro con un nativo que conozca la zona. 

Mientras trataba de entender todo lo anterior, una tarde, mientras me tomaba un café en el Starbucks de Laureles, me puse a tontear en Google Maps y salió, por obra y gracia, que estaba cerca de un club gay que se llama El sillón rojo. No perdí tiempo. Dejé el café, que estaba muy caliente, y me dirigí con ánimo y espíritu anal.  
 
El local queda en la avenida 33, cerca de la parte de atrás del Unicentro, un centro comercial de Medellín. El local está ubicado en una zona donde hay venta y compra de motos. Esto me llenó de ilusión, porque pensé que estaría lleno de tíos duros vestidos de latex y cuero. En cuestión de segundos me imaginé en una gran orgía siendo follao por todos los motorizados viriles, velludos, machos. Pero la realidad fue muy distinta. 

La entrada del local era una reja y una puerta negra. No hay letrero, apenas una etiqueta roja, pequeñíta, a lo que el cerebro relacionó con la palabra “rojo”. El número tampoco se ve con facilidad. De hecho, me pasé de la puerta, luego regresaba, pasé varias veces hasta que vi el número:  

 

33 #65b-22

 

A mi alrededor todo eran motos. 




 
Toco la puerta. Detrás alguien pregunta que qué busco. Le digo que leí sobre el sitio en internet y que me apetece pasar un rato. Al escuchar el acento el tío se relajó y abrió la puerta. Estaba en boxer. Describo a continuación el local: 
 
La entrada conecta directamente con unas escaleras empinadas que llevan directo a la sala principal. Allí están la recepción/bar y los casilleros. Si sigues de largo hay una especie de minipatio que lleva a un cuarto ¿oscuro? No sé, siempre había un tío en pelotas y el cuarto oscuro era muy pequeño. Si volvemos a entrar, pero giráis a la derecha, queda una puerta que conduce a otras dos: a la izquierda un televisor con porno, un sling algo incómodo para estar, porque no tenía posapies, una cruz de San Andrés, un sof y varios muebles que permiten ser follado de pie, arrodillado, sentado, de lado; en fin, una habitación divertida si hay gente dispuesta. Hacia el otro lado, a la derecha, conduce a un laberinto en donde nunca hallé gente. 
 
Volved a la escalera de la entrada. Si ahora os dirigid a la izquierda, encontraréis lo que he llamado “minicine”, y que no es más que uno dos sofás, con cojines y un televisor con porno. Allí cogéis a la derecha y hay un cuartito interesante de juegos que semeja un calabozo, hay un mueble para sexo, una camilla y al fondo un pasillo en donde no hay nada, pero hay un agujero por el que cabe un culo o una cabeza completa y que puede ser divertido, una vez más, si la gente está dispuesta. Si volvemos al minicine y tomamos a la izquierda hay una pequeña habitación y allí estaba: el sillón rojo. Un sillón de hierro, pero forrado en rojo. Me senté varias veces: cómodo, el pasivo queda patiabierto en una posición en la que le pueden mamar culo y polla, también lo pueden follar a toda caña porque el sillón es firme. Como lo comprobé más adelante y aguanta unas envestidas que te cagas. 
 
De vuelta a la escaleras. Frente a la recepción/bar están los casilleros. Todo el que entra os verá cuando os cambiéis. Le pregunté al tío que atendía cuál era el codedress, me dice que en ropa interior o en bolas. Me quedo en bolas. Di varias vueltas y eramos un total de seis tíos. Todos más tímidos o reprimidos que los demás. Decido acostarme en el sofá del minicine. Estaban pasando una porno gay que he visto miles de veces, pero que no me sé el nombre: todos americanos, musculosos, rubios, jóvenes y pollones. Me toco un poco, pasan los tíos en plan “solo pasaba por aquí”. No se me pone dura y lo entiendo, necesitaba una siesta.  

Dormí un rato, no se cuánto. A mi lado estaba un moreno hermoso, cuerpo definido y polla gruesa de 18 cms. Me acerco, el tío sonríe y comienzo a pajearlo. La polla era de mis favoritas, polla multifacética: sirve pá’tó y da placer bucoanal. Le como la polla al tío. En esas llega otro tío, se sienta junto a mí y me come la polla. De pronto, los tíos tímidos están allí. Estamos los seis entregados a una orgía de mamadas y tocadas de culo. Yo continúo mamando al moreno. Uno de los tímidos se pone lubri y se folla al moreno, allí mismo, ha saco, sin goma. Lo empotra con cuidado para que yo pueda continuar mamando. Estoy concentrado y había descuidado la retaguardia. Un tío me dio una mamada de culo maravillosa, con mucha saliva. Metió dos de sus dedos gruesos y peludos y justo me va a envestir cuando le digo que sin goma no. Me dice: “Parce, no tengo nada. Es que si me pongo condón se me acaba la erección”. Insisto, no es no. El tío se aparta y comenzó a follarse a otro tío. Luego de un rato, me puse goma y me follé al moreno y luego, con otra goma, me follé a otro tío que estaba por allí. No sé en qué momento terminamos follando en parejas, yo asumí un rol pasivo. Después de minutos de morbo e intensidad comenzamos a corrernos. Uno de los activazos se corrió con abundante lefa. Luego, se corrió el que se follaba al moreno y ante tanta leche, me corrí sobre el tío que me follaba. De pronto, todo era jadeo y olor a semen.  
 
El sillón rojo tenía comentarios muy negativos en la internet: que si no se follaba, que la gente era cutre, que era muy pequeño. En realidad, Güero en Torremolinos es más pequeño y uno se la pasa genial. Quizás el principal inconveniente que hallé es que hay uno solo baño, pero había kleenex y jabón antibacterial en gel por todas partes.  
 
 
En conclusión, la orgía estuvo formidable, por lo cual, regresé otras veces y en una de ellas llegaría al cielo montado en el sillón rojo. 
 
(Continuará) 

Más info: https://elsillonrojoclub.com/inicio/