miércoles, 21 de octubre de 2020

Inagotable placer


 


Homosapiens - Tercera visita - (1° Parte) de la serie de crónicas Puteando en América

 Federico es un follamigo de hace años, argentino que conocí en los años noventa en una de sus visitas a Madrid. Él es mayor que yo y fue quien me mostró el mundo de las saunas, clubes y bares de sexo; además, me enseñó algo por lo que le estaré eternamente agradecido: el sexo compartido. Al ser Buenos Aires su territorio, quedo con Federico en ir con él a la Sapiens. 

Él ha dejado de frecuentar las saunas, tenía tres años sin ir a la Sapiens, prefiere las Apps con todo y la perdida de tiempo que implica. Por razones de ubicación quedamos en vernos dentro de la sauna a las 14 hrs, el que llegue primero debe ser casto y puro hasta que llegue el otro, vamos en plan morbo con terceros, como si fuéramos una pareja homoabierta, como Dios manda.

Yo llego puntual. El Fede se retrasa dos horas, el hijo de puta llegó pasada las 16 hrs. Yo durante ese rato le fui infiel, di de mamar y caté varias pollas, eso sí, sin correrme. Además entre las 15 y las 15:30 hrs hubo putimovimiento en todas partes, el nivel de morbo subió, yo estaba ahí, una polla más acá, en fin, el cuento de nunca acabar. Los machos estaban muy dispuestos, esos momentos hay que aprovecharlos. Le cuento a Fede, me dice puta, me da un beso, chupa mi lengua, lo acompaño a los casilleros, nos damos una ducha juntos y nos vamos a los apartados de la segunda planta.

Entramos al segundo apartado a mano izquierda, es algo oscuro pero aún así entra luz. Nos quitamos las toallas y nos dedicamos al morreo, compartimos mamadas, hemos dejado la puerta abierta para ver si se une gente. Pasan algunos críos, un tanto apetecibles. Nos miran tíos entre los 54 y 65 años, solo miran, algunos se tocan los paquetes, ninguno se decide entrar. Me subo a la camilla y en cuatro patitas, el Fede me abre las posaderas y ahí, con unos siete tíos mirando me da una maravillosa lamida de culo. A esta altura, mi polla gotea presemen. Doy gritos maricones de placer. Al lado se están follando a un tío a toda caña porque se mueven las paredes de cartón que fungen como separadores.

Me siento sobre la camilla, el Fede me dedica una buena mamada de polla y vuelve a mi culete. En eso entra un tío decidido, cierra la puerta, se quita la toalla, va directo a comer la boca de Federico. Me hubiese gustado que la puerta quedara abierta, pero en fin, veo que Federico lo disfruta mientras me pajea con suavidad. Hacemos un buen trío. Muchas mamadas entre los tres. El tío debe tener unos 50 y tantos años, cuerpo definido, polla gruesa, 19,4 cms; es un banquete lo que nos estamos dando. Me quedo con las patitas al aire, Federico me folla mientras el otro tío lo folla, quien por cierto tenía mucho vello por todo el cuerpo pero olía bien, era agradable. El tío quiere follarme ahora, le digo que no tengo problema pero hay que cambiar de goma, dice que no tiene, el Fede saca quince de no sé dónde, le quita la goma usada al tío, le dedica una mamada, le pone con la boca la goma en la polla con una perfección que denota práctica. Más lubri, me folla. Era una polla más grande y gruesa que la de Fede, entra con algo de dificultad pero una vez dentro, el placer es intenso. El tío me empotra con buen ritmo y me busca la boca de vez en cuando, nos damos toques con la lengua, el Fede se lo ha empotrado por detrás mientras le trabaja los pezones. Sin embargo, están desincronizados: el Fede quiere caña, el tío quiere degustar cada centímetro de mi ano, yo, como total pasivo, deseo lo quiera el macho que me folla. El Fede está tan intenso que el tío ha preferido dejarme la polla adentro y dedicarnos al morreo y a las caricias. Ya a este nivel he perdido el sentido, estoy sumergido en una fuente de inagotable placer. No sé si estoy gritando, solo alcanzo a controlar a respiración y a sentir cada centímetro de piel y de polla del argentino que me folla. Siento el jadeo del Federico, se va a correr en cualquier momento. El tío está de magreo, besos y pezoneo. Siento que puedo estar así, en los brazos de este hombre toda mi vida. De pronto viene el contraste, me llega un olor a semen, lubri y mierda mezclado con cloro y olor de ambientador. Pensé que podría correrme sin tocarme, pero el Fede se va a correr y el tío nos pregunta cómo queremos corrernos, si alguien quiere bukake, si nos hacemos una paja, para el Fede es tarde, mientras el tío está buscando alternativas en consenso, el Fede se ha corrido dentro de él. Estas cosas es mejor dejar que ocurran solas. No siempre la democracia funciona.

El Fede pide que nos corramos en su boca. El tío saca con lentitud su polla de mi ano mientras nuestras lenguas siguen danzando. Me levanto con el culo abierto pero feliz y sedo el camastro a Fede quien se acuesta boca arriba. El primero en correrse es el tío de 50, poca leche, espesa, orgasmo intenso, lo sentí en sus pezones y en su lengua. Luego me corrí yo quien fui pajeado amablemente por el argentino: mucha lefa. El Federico estaba feliz, quería que intercambiaramos entre nuestras bocas su recolección de semen, pero el argentino y yo rechazamos de plano. El argentino se marchó no sin antes haber agradecido.

Salimos. Nueva sesión de ducha. Fede y yo nos fuimos al bar a por unas cervezas, me comentó que se le dificultaba quedarse un rato más, así que fuimos al cine a despedirnos. Nos sentamos en el último sofá y nos morreamos como si fueramos dos colegialas que descubren el placer de besarse. El Fede no quería más caña pero me dio una buena mamada. A nuestro alrededor todo estaba tranquilo, al fondo comenzaba más movimiento, detrás de la pantalla. Una pareja de vejetes compartían unas pajas. Dos sofás más adelante estaba otra pareja en plan folla que folla. Como no me corría el Fede dijo sentirse cansado, así que decidimos irnos.


(Buenos Aires, agosto de 2018)


jueves, 8 de octubre de 2020

Sauna Homosapiens – Buenos Aires, Argentina. Segunda visita - Put3and0 en América







Ya conocido todo el putiterreno de la Homosapiens decido volver e ir directo al cine. Afuera hace un frío de los mil demonios, en la sauna funciona la calefacción a toda caña. En el cine hay unos 27° C, perfecto para andar en bolas. Apenas entro me quito la toalla, la pongo en el cuello en plan cachas. Noto que hay movimiento detrás de la pantalla. Camino hacia allá, me gusta lo que veo: gente follando de pie, de rodillas en los apartados. Una pareja se magrea en un sofá, en otro están follando a toda caña. En otro están de mamadas. En otro se pajean. Mucha acción. Me gusta que todos están desinhibidos. Puedes quedarte viendo y nadie se molesta, otra cosa es entrar al ruedo y ahí prefiero, por ahora, estar al margen.

Entro al putirincón de la derecha y contemplo el paisaje: dieciocho sombras se tocán entre sí. Hay tres tíos ejerciendo rol pasivo, dos en cuatro patas y otro con las patitas al aire, varios en fila que esperan su turno para follar. Mamadas y magreos. Siento que una mano mide mis cojones, es un vejete, edad indefinida por las sombras pero vejete. Con su mirada dice “Dame polla”, se la ofrezco. De buen mamar, se me pone dura. El vejete disfruta.

Otra mano se atreve a buscar mi ojete. Miro a mi alrededor buscando al dueño y aprecio a un tío pequeño, también mayor pero que tiene a su favor que es guapo. Huele bien. Lo acerco. Ha tomado posesión de mi culo y nos vamos a por morreo. Tiene buen sabor de saliva, lengua algo corta pero jugosa. Hemos formado un trío. A nuestro alrededor todo el mundo está en lo que está: unos follan, otros maman, algunos se pajean, otros miran. Hay placer, morbo y respeto. En dos ocasiones se entromete un tío en nuestra trinidad. El tío que tenía su dedo corazón en mi culo y yo lo rechazamos. La razón es higiénica. Huele mal.

Después de un rato a nuestro alrededor hay cuatro tíos en plan mirar-pajearse. El tío que huele bien dice que me quiere follar. Yo meto con profundidad mi polla en la garganta del tío que está mama que mama, coloco un pie en el mueble y con el otro me mantengo en pie, ofrezco el ojete. El tío de buen olor me unta el culo con lubri, se pone goma y me la mete. ¡Vamos bien! Intenso placer. Sin embargo, me ha quedado la boca libre y uno de los que apreciaba el espectáculo se coloca sobre el mueble, justo de pie sobre el tío que me la está mamando y me da de mamar a mí. Cuatro: como los cuatro elementos, las cuatro estaciones o quién sabe qué otra combinación cabalística.

Tengo suerte. Estoy en el medio, me follan, yo doy de mamar, me dan de mamar. El tío pequeño, que tenía una polla también pequeña pero gruesa y que me daba placer decide dejarnos, dice que no quiere correrse aún. El tío que me la mama quiere mi leche y yo tampoco quiero correrme todavía. El tío que me estaba dando de mamar comienza a follar mi boca a lo bestia, me lastima. Suficiente. Me corto. Los dejo. Decido ir a por una ducha.

A mi alrededor sigue el morbo. 

Subo. Me ducho. Vuelvo a bajar, esta vez a por una cerveza al bar. Constantemente entran tíos, calculo un tío cada cinco o siete minutos. Distintas clases sociales, distintas edades. Habían chicos que parecían de quince, adultos entre los 35 y 45 y muchos entre 55 y más. Con la segunda cerveza del bar decido ir al cine a ver la peli: la misma de todas las veces que fui. Me siento en el segundo sofá que está desde la pantalla hacia la salida del cine. Hay mucho puteo y morbo en los laterales. Los gritos de placer de la peli se mezclan con los de la vida real. Me siento solo, en bolas, en plan descansar.

Al rato llega un vejete. Un tío calvo, unos sesenta años, delgado, cuerpo conservado. Mirada de vicio. Se pajea y yo decido pajearlo. ¡Madre mía, polla grande, de capullo inmenso, fuerte y redondo! Ahí mismo, no sé cómo, nos acostamos y comenzamos un sesenta y nueve. El tío me la mama mientras me mete el dedo en el culo. Cambiamos varias veces de posición, nunca dejamos de mamar. Descansamos un rato, cada uno acaricia la polla del otro. De mi lado se ha parado un negro de polla enorme que me la ofrece para mamar. Ante tal cortesía no puedo ser descortés y mamo: polla tamaño XL, no me cabe en la boca. Bolas rasuradas, el tío disfruta. Como aún sigo pajeando al otro tío me volteo para ver qué hace y lo encuentro también en plan mamada con otro tío, un osete. Seguimos así hasta que se arma un cuarteto. Entre todos nos vamos catando las pollas y acariciando los culos. Uno de los tíos insiste en buscar un cuarto arriba y follar entre todos. Estamos de acuerdo, salimos con putidiscreción en fila india, yo los putisigo de último.

Casi saliendo del cine, justo en el último apartado una mano me intercepta los huevos y me pide “pija”: “Dame pija. Quiero rica pija”. Por cuestiones de índole cultural supuse que quería mamar. Era un vejete muy mayor, calculo unos ochenta años. No le puedo decir que no a un abuelo. Allí mismo me quito la toalla y le doy de mamar. A su lado un chico de unos veinte años es follado por un tío de unos cincuenta, a su vez, el chico follado está mamando una suculenta polla de un tío de unos treinta años. Me gusta la variedad de edades y de cuerpos. Todos están dispuestos a dar y recibir placer. Le digo al tío que me corro y me dice que acabe en su boca, cosa que hago. 

Después de correrme voy a por una ducha. Todo lo que cuento no sucedió en menos de una hora. Decido salir a conocer la ciudad.

La Homosapiens abre de 12 hrs a 22 hrs. Hay buena movida entre 13:45 y 14:40 hrs. Entre 18 y 19 hrs también. Me explico mejor: esas son buenas horas para folladas grupales. El resto del tiempo, pues, como siempre hay que ir de cacería o dejarse cazar. También lo de las horas no es absoluto, fue mi experiencia de mis putiaventuras.

(Buenos Aires, agosto de 2018)