miércoles, 20 de julio de 2022

Sesión sexual (Federico en Madrid)

A pesar de la edad de Federico, la sesión de sexo fue intensa. El tío estaba hambriento de lamer culos, por lo cual, una vez que me hizo una de las lamidas de culo más memorables de mi vida, Fede me folló como en los viejos tiempos: primero, yo estaba en cuatro patitas; luego, con el culo dispuesto y lubricado, el Fede me puso patitas al cielo, lo que era equivalente a ver el cielo. Cuando soy pasivo, estar boca arriba y con patitas al aire es lo que me mola, pero mi ojete necesitaba preparación. Por eso, estar con Federico en la comodidad de un hotel, sin prisas, hacía que cada cada follada fuera memorable. 

Me corrí primero y luego Fede se corrió sobre mi pecho. De nuevo a la ducha, con más caricias y más mamadas; por los momentos, no había intensión de follar de nuevo, tan solo jugar un rato. Luego nos metimos en la cama y nos acariciamos y besarnos. Luego de eso, dormimos una siesta de unos veinte minutos, desnudos completamente bajo la manta del hotel.

  

Al despertarnos hablamos de todo, como siempre. Federico me contó por milésima vez, cómo fue su primera relación homosexual. Él tenía unos dieciséis años, no había estado ni con hombres ni con mujeres. En una fiesta conoció a un tío mayor que él, de unos treinta años. Federico recordaba que el tío tenía algunas canas, pero sobre todo unos ojos azules que lo destacaban de todos. En ese momento, Federico no se sentía homosexual, él sabía que le gustaban los hombres más que las mujeres, pero pensaba que era algo normal porque no había tenido sexo de ningún tipo. El tío de ojos azules lo “enamoró”. Supongo que había visto en la mirada de Federico los clásicos rasgos de la duda sexual adolescente. Tomaron una copa en la fiesta, luego el tío le pidió que lo acompañara a fumar tabaco y lo que recuerda Federico es que fueron al asiento de atrás del coche del tío, se acariciaron las pollas y bueno, que el Federico descubrió lo maravilloso que era mamar y ser mamado. Una de las cosas que más le gustó a Federico fue ver como salía leche de esa polla que recordaba como espectacular.

  

Intercambiaron números de teléfono -en esa época no había WhasApp-, pero nunca se llamaron y Federico pasó varios años sin comer otra polla, hasta que, fue descubriendo algo que llamaban cruising. Su primera experiencia fue precisamente en el Cine Ideal de Buenos Aires, pero no le gustó; él no terminaba de sentirse a gusto con el puteo con ropa. Y en su primera visita a Madrid a inicios de los años ochenta, con la locura de la Movida Madrileña Federico descubrió lo maravilloso que era follar con otros hombres. Estas historias activaron mi morbo y luego comenzamos a mamarnos las pollas. Me follé al Federico que no paraba de gritar: “¡Polla, pija, pilila! ¡Qué maravilla! ¡Polla, pija, pilila! ¡Qué maravilla!. En cuestión de segundos me corrí sobre la espalda de Federico, quien echó de menos un espejo en el techo para apreciar tan magistral chorro de leche.  





jueves, 7 de julio de 2022

Lamida de culo (Federico en Madrid)


 

Si algo ha caracterizado la relación con Federico ha sido la puntualidad. La razón es simple. En los años noventa él se escapaba de sus obligaciones en Madrid, pero tenía el tiempo contado. Yo estaba en la universidad y aún vivía con mis padres, y cualquier cambio de rutina significaba preguntas, en especial de mi madre que tenía miedo de que fuera a convertirme en un drogadicto. Entonces, la puntualidad era cosa sería en aquel momento para Fede y para mí. Hoy en día es distinto: él tiene más tiempo disponible, yo por el contrario tengo una apretada agenda de trabajo y de intensa comunicación con Montse por WhatsApp; aunque con Montse, funciona muy bien lo de “reunión de trabajo”. Ella vio como durante la pandemia, yo tenía largas jornadas de trabajo con mi jefe, con clientes o socios de la compañía; por lo cual, cuando le digo a Montse que debo dedicar parte del tiempo a estas reuniones, lo entiende sin problemas. 

Le dije a Montse que me encontraría con unos potenciales clientes en el centro de Madrid, la tía solo esperaba que yo no me aburriera. Organizo mi tiempo para pasar cuatro horas con Fede encerrados en un hotel. Por su parte, Fede solo puede tres horas, así que aprovecharemos el tiempo para follar y conversar un rato. 


Llego puntual. Después de haber dicho en recepción que me iba a encontrar con don Federico, el recepcionista llama a la habitación, confirma que me esperan y me señala de forma indiferente en dónde está el ascensor. El tío nunca me miró a los ojos, estaba muy concentrado revisando algo en su compu. Yo sabía dónde estaba el ascensorno era la primera vez en que Fede y yo nos veíamos en ese hotel para follar. 


Llego a la puerta de su habitación. Está abierta unos milímetros. Fede siempre hace esto para evitar que toque la puerta y que alguien escuche. Entro. Me encuentro que el tío también acaba de llegar y sigue vestido. No se ha duchado ni lavado el culo; por lo cual, después de intercambiar besos y tocada de paquetes, me invita a que nos duchemos juntos.  


Como en los viejos tiempos, en menos de seis segundos nos desnudamos, acariciamos las pollas, pesamos los cojones. Nuestros glandes están llenos de presemen. Hay mucho morbo en el ambiente y muchas ganas de follar. Me arrodillo para comer la polla de Fede, pero el tío insiste: primero, quiere que hagamos las cosas con calma, segundo, que nos duchemos y tercero, dedicarnos a lamer nuestros culos.  


Entramos a la ducha y después del lavarnos comenzamos un intercambio de mamadas. En medio de la ducha, recordábamos los viejos tiempos en ese hotel. Ducha-mamada, ducha-metida-de-dedo a por culo. 


Un dedo se mete en mi culo con precisión alemana. 


(continuará)