jueves, 9 de mayo de 2024

Sexo en Medellín (Parte 8) - Una de Saunas - Sauna Atlanta

 

PARTE 1
 
 
Como os he contado, los saunas quedan en el centro de Medellín y, como también os lo he dicho, el centro de Medellín no es precisamente el mejor lugar para el putiturista desprevenido. Sin embargo, cuando el puteo llama, pues llama y hay que darle al cuerpo alegría y cosa buena. Así que, la primera sauna que visité la descubrí por casualidad. Caminaba yo con los anfitriones por el centro de la ciudad y me llegó el típico olor de romero y eucalipto del sauna turca. Me detuve un momento, saqué el móvil, busqué el Google Maps y marqué la ubicación. Tendría que volver al día siguiente, pues tendría parte de la tarde libre y no sabía aún si me apetecería un chocho o una polla. 
 
Al día siguiente, salí del hotel y tomé el Metro de Medellín, el cual, una vez que estás dentro es la zona más segura de la ciudad. Podéis estar tranquilos dentro de las estaciones y dentro de los andenes, pero una vez fuera, la ciudad te spera con su olor a pestilencia, marihuana y ladronzuelos. Aunque también con sexo.  

Como había memorizado la ruta llegué sin problemas. Como todo, los locales de maricones que conocí, no tenía ninguna identificación. Toqué el timbre y pasé . El garito, tiene un ambiente de la hostia. Vale que el sitio pueda ser un poco oscuro, pero eso le da su rollo. Es como entrar en otra dimensión, una donde todo puede pasar. Lo de los vestidores, pequeños y con muy poca luz, bueno, es parte del encanto. Un poco de misterio, un poco de emoción. Y sí, el espacio puede ser chiquitín, pero eso solo hace que te sientas más cerca de la acción, más en el meollo de la movida. Y luego, cuando te has cambiado y te lanzas a explorar el sitio, ¡zas! Te das cuenta de que no hay jacuzzi. ¿Y qué? ¡Si aquí lo que mola es la buena onda de la gente! Y hablando de gente, la fauna que te encuentras es de lo más variopinta. Esa tarde, lo que más se veía eran chavales dándole al porro. 
 
El ambiente me hizo sentir seguro, aunque los tíos, de como todos los que conocí en Medellín, tardaban entrar en calor con un desconocido. Ninguno de los chavales estaba interesado sino en fumar marihuana. Supongo que después se dedicarían al puteo, pero la prioridad era darle a la fumarola. El local, como os comenté, muy pequeño, aunque limpio. Había un cuarto oscuro sin muebles, así que si te tocaba mamar te tenías que poner de rodillas, si querías que te follaran, te tocaba buscar una pared para acomodarte. La sauna seca era pequeña y creo cabían cuatro tíos muy apretados. La sauna húmeda era un poco más grande y allí me metí un rato. 
 
Estaba yo sentado disfrutando del vapor cuando entra un tío que ya había visto en la primera putivuelta. Era un zambo, como todo mulato, la edad era difícil de calcular. El cuerpo era definido, delgado, cabellos y bigotes blancos, ojazos azules, pedazitos de cielo. Por encima, podría tener 50 años, pero al ser moreno y verse tan conservado, quizás podría tener más. Había tratado de hacer contacto con él en la primera putivuelta, pero me ignoró. Dentro de la sauna, supe que no me había ignorado.  (Continuará)