No todo era acción en la Sapiens. Había momentos aburridos. Bien sea que hubiera el clásico movimiento de “míra, pero no toques” o las respectivas putivueltas, había momentos en que todo estaba en calma. Eso sí, cuando había morbo era con caña. En varias de las visitas tuve tiempo para grandes siestas. Mi principal rutina, luego de la siesta y de una ducha para despertar, era ir degustando pollas.
Después de haberme corrido y de haber dormido la siesta, pasaba por los glory en plan pasivo. A veces una polla estaba solitaria, colgando en la oscuridad y pues, me tocaba atenderla. Otras veces, algún tío cansado de sus rodillos me cedía gentilmente un trozo de pollo. A veces, era momentáneo, otras veces, definitivo. En dos ocasiones se corrieron en mi boca sin avisar, cosa que me molestaba, pero no se lo hacía saber a quien me alimentaba y resolvía escupiendo y continuando con un pajazo.
En otras ocasiones, encontraba algún apartado vacío, me tumbaba desnudo boca abajo y pasaba uno que otro tío a toquetear mi culo. ¡Pero no pasaban de allí! A varios les retribuía con una mamada, pero la realidad, es que ninguno terminaba de hacer el rol de activo y me follaban. ¿No quería correrse? ¿Estaban en plan toqueteo? No lo sé. Hubo uno que tenía una barba larga y me regaló una lamida de culo que casi me corro sin pajearme. Pero así como llegó, desapareció.
Cuando voy a la Homosapiens, nunca voy al sauna de vapor. No sé por qué. En esta ocasión volví varias veces y visité la sauna de vapor. Casi siempre era vejetes reprimidos que aprovechaban la oscuridad y el vapor para la mamar con desparpajo. En otras ocasiones, veía un culipuesto y... ¿qué podía hacer? Magreaba el culete, metía uno que otro dedo, el tío me devolvía la mamada, pero cuando me pedía que lo follara, pues yo estaba en estado morcillón permanente y tardaría en excitarme. Así que lo dejaba para después.
Como en toda putisauna, la dinámica cambiaba según la hora y la fauna. Los días de semana, había caña entre las 13 y 14 h. También entre las 18 y 20 h., se podía apreciar movimiento, morbo. Pero esto es muy general. A veces no pasaba nada, y otras veces mucho de todo al mismo tiempo.
En el segundo piso, al fondo de las cabinas, no sé si os he contado que había un cuarto oscuro con una cama, una especie de Big Room Sex, que era Room, pero nada Big y lo de Sex, depende de con quién se puede líar. El sitio es perfecto para el sexo anónimo y sin compromiso cuando no os importa nada. Una vez que cerráis la puerta, todo es oscuridad absoluta. Allí, me lié con dos tíos en diferentes momentos, pero no hay ventilación y a los cinco minutos el sofoco es insoportable.
Lo que estaba bien eran los momentos de tertulia. La mayoría de los argentinos son majetes. A veces, después de sexo compartíamos una cañita y se hablaba de todo un poco. En otras ocasiones, pues estaba tomando una caña, un tío me busca conversación y terminábamos en algún rincón comiéndonos las pollas. A veces, estábamos en esa y se armaba un trío o un cuarteto. Todo terminaba pajeándonos mutuamente.