jueves, 1 de mayo de 2025

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 24) - Mamadas varias



No todo era acción en la Sapiens. Había momentos aburridos. Bien sea que hubiera el clásico movimiento de “míra, pero no toques” o las respectivas putivueltas, había momentos en que todo estaba en calma. Eso sí, cuando había morbo era con caña. En varias de las visitas tuve tiempo para grandes siestas. Mi principal rutina, luego de la siesta y de una ducha para despertar, era ir degustando pollas.  

Después de haberme corrido y de haber dormido la siesta, pasaba por los glory en plan pasivo. A veces una polla estaba solitaria, colgando en la oscuridad y pues, me tocaba atenderla. Otras veces, algún tío cansado de sus rodillos me cedía gentilmente un trozo de pollo. A veces, era momentáneo, otras veces, definitivo. En dos ocasiones se corrieron en mi boca sin avisar, cosa que me molestaba, pero no se lo hacía saber a quien me alimentaba y resolvía escupiendo y continuando con un pajazo.  

En otras ocasiones, encontraba algún apartado vacío, me tumbaba desnudo boca abajo y pasaba uno que otro tío a toquetear mi culo. ¡Pero no pasaban de allí! A varios les retribuía con una mamada, pero la realidad, es que ninguno terminaba de hacer el rol de activo y me follaban. ¿No quería correrse? ¿Estaban en plan toqueteo? No lo sé. Hubo uno que tenía una barba larga y me regaló una lamida de culo que casi me corro sin pajearme. Pero así como llegó, desapareció.  

Cuando voy a la Homosapiens, nunca voy al sauna de vapor. No sé por qué. En esta ocasión volví varias veces y visité la sauna de vapor. Casi siempre era vejetes reprimidos que aprovechaban la oscuridad y el vapor para la mamar con desparpajo. En otras ocasiones, veía un culipuesto y... ¿qué podía hacer? Magreaba el culete, metía uno que otro dedo, el tío me devolvía la mamada, pero cuando me pedía que lo follara, pues yo estaba en estado morcillón permanente y tardaría en excitarme. Así que lo dejaba para después. 

Como en toda putisauna, la dinámica cambiaba según la hora y la fauna. Los días de semana, había caña entre las 13 y 14 h. También entre las 18 y 20 h., se podía apreciar movimiento, morbo. Pero esto es muy general. A veces no pasaba nada, y otras veces mucho de todo al mismo tiempo.  

En el segundo piso, al fondo de las cabinas, no sé si os he contado que había un cuarto oscuro con una cama, una especie de Big Room Sex, que era Room, pero nada Big y lo de Sex, depende de con quién se puede líar. El sitio es perfecto para el sexo anónimo y sin compromiso cuando no os importa nada. Una vez que cerráis la puerta, todo es oscuridad absoluta. Allí, me lié con dos tíos en diferentes momentos, pero no hay ventilación y a los cinco minutos el sofoco es insoportable. 

Lo que estaba bien eran los momentos de tertulia. La mayoría de los argentinos son majetes. A veces, después de sexo compartíamos una cañita y se hablaba de todo un poco. En otras ocasiones, pues estaba tomando una caña, un tío me busca conversación y terminábamos en algún rincón comiéndonos las pollas. A veces, estábamos en esa y se armaba un trío o un cuarteto. Todo terminaba pajeándonos mutuamente.  

Tardes de placer, pero con diferentes ritmos y escenarios.  



miércoles, 16 de abril de 2025

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 23) - Pequeña orgía

 

Me había enamorado. ¿Cómo volver al puteo después de esa lamida de culo? Difícil estaba volver a la rutina que ofrecía la anónima promiscuidad. Ante ese panorama, decidí dar una putivuelta. 

La fauna había crecido. Había de todo un poco. Un grupo de chavales llamó mi atención, pero creo que yo a ellos no les interesé. Realmente, estaban muy entretenidos entre ellos y, como constaté minutos más tarde, eran follamigos y la estaban pasando genial entre ellos. Probé algunas pollas, todas de vejetes y/o gente de mi edad. Le comí la polla a un tío de unos 55 – 60 años, cuerpo tonificado y pollón:unos 22 centímetros de carne dura, gruesa y de buena calidad. Solo activo. No se dejó tocar el culo y tampoco me quiso follar. Estuve un rato mama que mama, pero me aburrí. 

Luego, en otro apartado con dos tíos más jóvenes, de unos 33-37 años, nos encerramos los tres y todo fue mamada, pezoneo y toqueteo de culos, hasta que uno de ellos con la clásica excusa de no correrse, decide irse, detrás su amigo y pues, nada. Más putivueltas. 

Hubo una pequeña orgía en el lado derecho del cine, es decir, del lado contrario de los glory hole. Digo pequeña, porque fue corta, pero intensa. Creo que no duró más de quince minutos. Cuando yo entro, un tío estaba en cuatro patitas siendo penetrado por otro. Había un tío gordo, inmenso, parecía una montaña. El tío montaña estaba sentado, solo observaba la penetración. Yo me acerco, le pongo mi polla en su cara y pues, lo demás vino por añadidura.  

El tío montaña me regaló una buena mamada. Entre mamada y mamada fueron apareciendo tíos. Uno metió el dedo en mi culo. Al experimentar el nivel de docilidad decidió penetrarme. Se puso goma, yo le puse lubri y, mientras el tío montaña mamaba, yo era penetrado con suavidad. Una vez que los cuerpos se acoplaron, hubo un mete saca frenético. Yo me dejé hacer. Cuidé en todo momento que las embestidas no perjudicaran al tío montaña que mamaba con una dulzura que parecía lluvia que refresca el verano (sí, el puteo me hace un poquito poeta). 

Luego hubo cambios de puestos. No recuerdo el orden ni cómo fue todo. Estuve en cuatro patitas, pero era penetrado por otro tío. En algún momento estuve acostado, de lado, penetrando a otro tío. En otro momento, eramos cuatro tíos y nos turnábamos para mamarnos entre todos las pollas. Por ahí apareció un tío pequeño, calvo, feo, pero un culo pequeño y lampiño que terminó siendo follado por varios de nosotros. En algún momento hicimos una rueda de cinco tíos, nos pajeamos compulsivamente y cuatro nos corrimos. Todo fue muy rápido. Todo en menos de diez minutos. 

Ducha y a por más. 

(Continuará)     

 






miércoles, 2 de abril de 2025

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 22) - Lamida de culo

 

Le digo que sí al tío. Que me lama el culo. ¡Oh, dioses! ¡Oh, fortuna! ¡Y qué lamida de culo! Así, en mayúsculas: LA-MI-DA-DE-CU-LO. No era la primera vez que me lamían el culo. Pero el tío tenía una lengua larga y gruesa. Sus dedos eran también largos y gruesos. Su saliva no parecía saliva. Era como un lubricante anal de gel. Como mi polla estaba del otro lado, siendo atendida con morbo por el otro tío, no me quería correr. Así que le dije al tío que estaba vestido que nos fueramos a un apartado. Está bien, me respondió, pero yo solo quiero lamer tu culo. Lo tomé de la mano y lo llevé a un apartado semiprivado. 

Nunca os he hablado de ese apartado. Cuando entráis al cine, del lado izquierdo queda una especie de apartado. Hay una cama, podéis cerrar con llave, pero del cuello hacia arriba no hay pared, hay solo unas rejillas de metal. Por lo cual, cualquiera que se acerque puede ver con tranquilidad lo que sucede dentro. De hecho, se puede ver muy bien porque hay una luz rojiza que car, no recuerdo de donde, que alumbra. Es como una especie de cabina para follar y no ser molestado, pero en la que podéis mirar y nadie os detendrá. Allí nos metimos el tío desnudo y yo. Mitad por morbo, mitad desespero. Yo estaba muy calienta. La lamida de culo en los glory había estado maravillosa. 

Pues allí, en la “intimidad” que daba el apartado, el tío de americana me lamió el culo en todas las posiciones: de pie, en cuatro, patitas para arriba, de lado izquierdo, de lado derecho, más patitas para arriba. El tío apenas tocaba mi polla. La tocaba en plan majete. Es decir, quería saber si mi polla seguía allí y de vez en cuando, pero muy de vez en cuando, me chupaba la polla y seguía con el culete. Varios tíos se nos quedaban viendo. Uno quiso entrar, la ver que la puerta estaba cerrada tocó, pero el tío que me lamía el culo susurró a mi oído: no le abras. ¿Y cómo le digo que no a alguien cuya lengua de siete centímetros te hace masaje prostático? Le dije al tío que tocaba la puerta, que esto era entre mi marido y yo. El tío que tocó la puerta, pues se resignó y se nos quedó viendo desde afuera. Por lo movimientos intuí en que se estaba matando con una paja, hasta que llegó un tío que le hizo una chupada allí mismo y luego, se fueron a otro lado. 

No sé cuánto tiempo llevábamos el tío vestido y yo. Yo había llegado al nivel: ¡cásate conmigo! El tío vestido me pide ua tregua para descansar. Y yo le digo que vale, pero que si me quiere follar, soy todo de él. Me responde que no, que quizás más tarde. Y le pregunto, ¿qué haces vestido? Pues que ha pagado la entrada y se fue directo a ver como estaba el ambiente. Y al ver mi cuerpo entregado al éxtasis y pegado a los glory, pues no resistió la tentación de tocar mi culo. Al ver que tenía el culo sin pelos y de buen tacto, pues quiso ir más allá. 

En medio de la conversación nos enfriamos. A lo cual, quedamos en encontramos luego y retozar un rato desnudos los dos. 

No lo volví a ver. 


(Continuará)