miércoles, 22 de enero de 2025

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 17) - Glory Holes


 


Haber perdido “la virginidad” de glory hole, me cambió la perspectiva. Y si bien lamenté no haber tenido esta experiencia desde joven, pues nunca es tarde cuando uno ama lo que mama. Luego de esta experiencia, con propiedad y fundamento puedo decir que todos deberíamos tener uno en casa. Independientemente de si se conoce o no a quien se mama, la experiencia de concentrar el placer en polla o boca usando una pared de por medio, despersonaliza al sujeto y se convierte en concentración absoluta de placer.  

De hecho, había leído que en los glory solo disfrutaba el activo, dejando al pasivo en un papel secundario y nada más. Después de haber vivido semejante actividad, en donde hay que desplegar estrategias de mamadas, comprendí que las personas que digan semejante barbaridad no han tenido experiencias en glories. El goce del paladar tiene su punto de morbo y es una necesidad que hay que satisfacer. Se besa, lame, mama y chupa porque debe haber alguna hormona que activa este proceso, pero que también es necesario de satisfacer. Saborear un buen cipote, venoso, con glande grande y que la experiencia sea completamente anónima, es una de las mejores cosas que uno puede sentir y disfrutar en el ritual del glory 

Considero que es un momento de intimidad: la polla y tu boca, tu boca (y manos y culo) y la polla. Es un diálogo directo con esa criatura que necesita ser acicalada, llenada de mismos y que, en la mayoría de las veces, quiere y desea ser saciada. Que la leche salga todo. No he revisado muy bien la historia de los glory holes, pero yo creo que los griegos y los romanos, quienes disfrutaban del sexo a granel, sobre todo por el nivel de morbo, debieron tener espacios de glory holes. Aunque el sexo en esa época se vivía con más desparpajo. Por ejemplo, en la Grecia helenística o durante el Imperio Romano si hacías una fiesta, pues de seguro terminaba en orgía.   

Durante la jornada que os narro, no volví a los holes, pero sí hubo varias actividades de homoputeo que terminaron muy bien, desde luego, yo siempre de pasivo, aunque también recibí algunas mamadas. En las próximas entregas os iré contando de esta jornada, porque hubo de todo: mamadas folladas con tíos guapos y no tan guapos, con vejetes y jóvenes. Ese día, había algo especial en el ambiente que permitía el putofluir o el fluido de putos. Los glory holes habían sido maravillosos. ¡!qvivencia tan maravillosa! Si sois viciosillos y os gusta mamar, los glory holes tenéis que probar. 

(Continuará) 




miércoles, 8 de enero de 2025

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 16) - Glory Holes


 


Como os recordaréis, había tenido que permanecer en una posición, digamos, un tanto incómoda. Rodillas dobladas, culo al aire, tratar de que mi cabeza no golpeara contra la madera que servía de pared-hueco del glory. La mamada me estaba resultando satisfactoria, por un lado, pero algo incómoda por otro. De hecho, no era el único. Las pollas que estaban a mi lado habían pasado por varias bocas. No era mi caso. Yo decidí quedarme mamando hasta el final, hasta que... ¿y ahora? ¿cuál era el protocolo?, pensé. ¿Dejo que acabe en mi boca? ¿lo pajeo para que se corra? Una vez más, imperio el instinto: que pase lo que tenga que pasar. 

 
Y fue así como salió un chorro espeso de lefa que me bañó el rostro. Yo estuve mamando con interrupciones; es decir, mamo, chupo y me alejo de la polla. En medio de la penumbra y con la poca luz roja que bañaba a todos los putos pasivos, apreciaba como la polla quedaba tensa, sudorosa, vibrante. Jugué de esa manera esperando que el milagro de la lefa saliera justo en esos momentos de interrupción. Luego del primer chorro, y que me había bañado el rostro, dediqué el tiempo a pajear la maravillosa polla, llenando mi rostro con la lefa del tío. Escucha al otro lado los gritos de place. Huevos duros y polla erecta fueron cediendo al grado de placer. 

La polla se retiró y yo me levanté. Me iba a limpiar el rostro con la toalla cuando un tío en la oscuridad me pregunta si puede lamerme la cara. Que él me limpia la lefa. Como yo estaba en modo morbo a mil, pues lo dejé. El tío tenía buen aliento y me lamió como si en mi rostro estuviera el elixir de la vida. En varias ocasiones trató de besarme, pero yo mantuve los labios cerrados. El tío lame-rostro tenía una barba de tres días que me excitó. Era un tío de unos 55-60 años. Le toque la polla sobre la toalla y la tenía morcillona y cuando la presionaba se ponía dura. Luego de que me lamió el rostro le retribuí lamiendo sus pezones. A nuestro alrededor seguían entrando polla y turnándose los mamadores pasivos. 
 
¡Oh, mundo de placer! 

Salí de allí satisfecho, lleno de líquidos salivales y seminales. Subí a darme una ducha para descansar y continuar puteando. 

(Continuará)