lunes, 26 de agosto de 2013

Al ir al Duque de Alba no podéis olvidar...

Había llegado a las 18:34 hrs de un miércoles de verano al Duque de Alba. Madrid estaba a 38ºC, el sin embargo el calor era brutal. Aproveché que Helena se había ido con su familia a visitar a sus tías en el país vasco para visitar yo la Sala X. Me gusta Madrid en agosto. Es un infierno, lo reconozco, pero la ciudad es otra, definitivamente es otra. Me refugié en la magnifica oscuridad de la sala. Iba ligero de ropas: apenas unos pantaloncillos cortos y una camiseta muy corta. Decidí ir sin ropa interior y mi polla estaba que ardía. Ardía del calor de Madrid ardía de las ganas de que algún abuelete de esos gentiles se comiera mi polla. Al entrar a la sala seguí el protocolo que desde hace años me he impuesto: subí al gallinero, me senté en la primera y fila y esperé que mis ojos se acostumbraran a la oscuridad. Había mucho movimiento esa tarde. Pude apreciar en un rincón a lo lejos a un tío que estaba follandose por el culo a otro. ¡Completamente desnudos! Más alla había un trío de tíos pajeros que la estaban pasando realmente bien. No aguanté y comencé a machacar mi polla mientras contemplaba el espectáculo. Arriba, al final del gallinero había una verdadera orgía, no pude contemplar bien pero me dio la impresión que algunos tíos estaban completamente desnudos. "¡Esto será un gran verano!", pensé, y en verdad lo estaba siendo. No tenía ni cinco minutos de haber sacado mi polla cuando un vejete me comenzó a acariciar el muslo. Tenía una mano suave y a la vez áspera. Calculo que tendría unos cincuenta años. Se veía bien y a pesar de que olía a sudor, era un olor agradable. "¿Te la menéo tío?" Me preguntó mientras miraba mi polla con exquesito deleite. No respondí. Retiré mi mano de mi polla y la misma quedó por algunos segundos erguida para después caer a mi lado. El vejete contempló eso. Me miró. Lanzó una sonrisa sardónica y comenzó a masturbarme. Era una mano áspera pero a la vez suave. Masturbaba el vejete sin prisa. De vez en cuando me apretaba el tallo del pene y me acariciaba los cojones. Yo me relajé. Me quité los pantaloncillos y me dejé acariciar. El vejete comenzó a tocar mi pecho y de vez en cuando me pellizcaba los pezones. Comenzó a besarme en las mejillas y el vejete tenía un olor agradable. Así que decidí estamparle un beso de lengua. Fue un beso largo y profundo en el cual sólo recuerdo que el vejete me apretaba el pene con más fuerza. Al separarse nuestras bocas el vejete se hincó de rodillas y comenzó a hacerme una felación. A mo alrededor algunos tíos se habían quedado de pie contemplando como me comían la polla. Yo los dejé. El vejete me comía la polla y lo sabía hacer muy bien. Me lamía los cojones y de vez en cuando me daba besitos en el culo. Yo me estaba por correr y se lo hice saber al vejete, el cual gentilmente me pidió que me corriera en su boca. Así lo hice. Y fuí feliz esa tarde en la Sala X Duque de Alba y un vejete estuvo agradecido. Por eso, al ir al cine Duque de Alba no olvidéis llevar: kleenex, linterna, preservativos y lubricante; nunca se sabe cuando uno quiere que le den por el ojete o quizás, alguien lo pueda necesitar! o

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