jueves, 8 de octubre de 2015

Hombre Gay Casado Busca Barcelona (1 de 5)




Como quizás he mencionado antes y quizás lo mencionaré reiteradamente, es parte de mi “política sexual” no involucrarme con vecinos/as por aquello de tener mi propio espacio y no verme liado en algún momento. Igualmente, no me gusta invitar a tíos/as que consiga de paso. No me gusta que sepan dónde vivo y no me gusta que se conviertan en amigos de mis vecinos, por lo cual mantengo todo a mucha distancia. Saunas, una que otra zona de cruising, en su momento las mamadas gloriosas del Cine Duque de Alba o Tirso de Molina eran mis lugares rutinarios para pasarla bien.
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Con mis vecinos de Madrid tengo una vida muy afable. Compartimos en el bar que está justo al frente de nuestro piso. En Navidad siempre organizamos una cena entre nosotros y en verano siempre compartimos par de semanas bien sea en Alicante, Málaga o las Canarias. En primavera y desde que yo tomé la rutina de hacer footing, nos inscribimos juntos en algún maratón en Aranjuez, Cercedilla o Ávila. Somos, si quiere interpretar de esa manera, una gran familia. Sorpresivamente casi todos rondamos las mismas edades, alrededor de 35 – 45 años, salvo una chiquilla que vive en Planta Baja cuya edad ronda los 24 años. Muy maja. Muy coqueta. Con ganas enormes de follármela, pero como es mi “política-sexual” no inmiscuirme con vecinos, la verdad que ni me acerco con perversas intenciones. La verdad ella tampoco hace esfuerzo, así que tenemos una relación muy afable.
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Pero  en mi piso en Barcelona, el cual fue alquilado por la compañía para la cual trabajo, rompí esa regla algunas veces. Realmente la rompí dos veces. La primera vez con Madeleine, tía guapa que conocí en Barcelona con quien tuve una noche de desenfreno sexual y un vecino-gay-pasivo que lo contacté por Grindr y nos pusimos de acuerdo para una mamada.
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¡Y qué mamada!
(Continuará)

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