Había llegado el verano y no me decidía volver aún a
Madrid. En parte es que tendría poco días libres para ir a Madrid y visitar a
la familia en la Sierra. Este verano tendría mucho trabajo pero paradójicamente
tendría muchos días líbres entre semana, lo que me permitía seguir conociendo
las bondades del mundo gay de Barcelona. Además, Barcelona me resultaba
especialmente atractiva en verano. Tener la cercanía del Mediterráneo a tan pocos metros de mi piso me resultaba una
delicia y sabía yo que esto sería solo por pocos meses.
XX
Así que ya decidido a pasar parte del verano en
Barcelona me decidí pasar por un día de semana por la Sauna Corinto. Si bien
resulta especialmente costosa para los tiempos que vivimos, debo reconocer que
no representaba nada difícil para mí pagar el derecho a entrar. Igualmente, me
hacía ilusión contemplar la Rambla esa tarde de verano mientras algún chiquillo
a algún vejete me comía la polla.
XX
Llegué temprano a la Sauna Corinto. Me cambié y
apenas entro al bar, me encuentro a tres tíos charlando cómodamente entre ellos
y compartiendo con el bartender. Se veían agradables. Medio guapetes, rondando
la treintena. Hice un pequeño saludo. Los tíos me estudiaron y me interné en la
sauna para hacer lo que yo llamo mi “paseo de reconocimiento”, debo confesar
que estaba esperando que alguno de los chicos del bar me tomara más en serio,
me siguiera y me ofreciera de mamar en algún rincón o por lo menos me pidiera
la polla.. Para sorpresa mía la sauna estaba vacía. Debo reconocer que era muy
temprano y que sería cuestión de esperar por lo menos a algún turista que
quisiera pasarla bien. Pasé por el mini-cine y habían dos tíos en pelotas,
sentados, haciéndose una paja mutua. En la piscina principal había un cuarteto
intercambiando caricias bajo el agua. Al ver tan poco movimiento y no animarme
aún a participar, me regresé al bar.
XX
Pide una cerveza. Mientras me tomaba la cerveza
escuchaba que uno de los tíos no paraba de hablar y todos reían a su alrededor.
En lo personal no me molestó nada, pero me llamó la atención que el tío que
charlaba tenía algunas expresiones madrileñas. Y si bien su acento era muy
madrileño, habían algunas palabras un tanto más “suaves” al momento de
articularlas que me daba la impresión era su manera “nativa” de hablar.
XX
El tío en cuestión, sumamente simpático me inmiscuyó
en la peña con un simple:
_¡Hola! Soy Carmelo… ¡de Madrid!
Le estreché la mano.
_¡Hola! Soy Andrés. También de Madrid. ¿De qué parte
de Madrid eres?
_Vivo en Salamanca.
_¡Vaya! ¡Así que sos un pijo! Yo soy de Vallecas,
con “K”-le dije.
_¿Estás en Barcelona de vacaciones? –me preguntó.
_No. Estoy por razones de curro. Estaré acá unos
meses. ¿Qué tal tú?
_Estoy haciendo un reportaje para un portal web
sobre saunas gays y estoy de pasada. A ver que tal.
XX
Cuando menos me di cuenta, los tíos que charlaban
con Carmelo se habían internado a la sauna. El bartender estaba en lo suyo. Sólo
estábamos Carmelo y yo.
_¿Te apetece unas pajillas? –dije yo, más para salir
del aburrimiento que por verdaderas ganas.
_¡Claro! ¿por qué no?
Así que nos adentramos en la Sauna Corinto.
(Continúa)
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