miércoles, 19 de febrero de 2025

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 19) - Mamada con vejete





Era un vejete. Edad indeterminada. Cabellos largos y calva áurea. Regordete y mamón. Me despertó comiendo mi polla, sin previa autorización. Cuando me desperté por completo, me senté y dejé que hiciera conmigo lo que quisiera. Entre las tantas cosas que hizo me lamió el culo, metió para de dedos en mi ojete, que se estaba portando muy bien después de tanta acción.  

Al cabo de un rato, el vejete quiso que yo le comiera la polla, cosa a la que accedí, primero por cortesía clásica de mutuas mamadas; segundo, porque entre toqueteo y toqueteo había palpado la polla del tío. Era una varita larga, quizás muy delgada para mi gusto, pero con un glande grande y redondo. Además, la polla estaba dura e imaginé a ese trozo de carne rozando mi próstata y yo en una corrida sin tocarme. 

Entonces, mamé. El vejete tenía polla, huevos y culo afeitados. Noté que estaba de visita en la Sapiens para pasársela como nunca. Le hice una lamida de culo, no era que me apeteciera, pero quise devolverle los favores. Estábamos en esas cuando me dice que me quiere follar. Saco goma, lubri. Visto su polla, preparo mi ojete y me siento sobre su polla, dándole la espalda. Todo allí, en el último mueble del cine, a media luz. Pasaban unos tíos, miraban, no participaban y seguían. Cada uno en lo suyo. 

Todo iba bien, pero se me cansaron las rodillas. El vejete no se había corrido. Como entre esos menesteres me había pajeado, el vejete notó que mi polla estaba dura y le apeteció que lo follara. Cambiamos roles y él se puso en cuatro patitas, mientras yo, con la toalla al cuello, me lo follaba. Estuvimos en clásicos de embestidas, diciéndonos mutuamente cosas lindas, como qué rico culo, decía yo y él decía rompéme la rajita, rompéme.  

Ninguno de los dos se corrió. 

Decidimos, descansar un rato, que no fue otra cosa que magreo, chuparnos la polla y pezoneo. El tío tenía un piercing en cada pezón, cuando un pezón se ponía duro, el tío gritaba de placer. Creo que sentía más placer en los pezones que en cualquier otra parte del cuerpo. Me ha pasado poco, pero me ha pasado: estar con tíos o tías que enloquecen de placer a través del tacto de los pezones. 
 

Hubo un momento en que descansamos por completo, no nos habíamos corrido. Comenzó a decir cosas bonitas de mi polla: el tamaño, el sabor, la envergadura.  
 

Hasta que dice las palabras mágicas: ¡Ché, hagámos un trío con mi marido! Está por allá arriba rompiendo ojetes. 
 
(Continuará) 





jueves, 6 de febrero de 2025

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 18) - Mamada con vejete 


 


Luego de la experiencia de los glory holes y de la lamida de cara que me regaló el tío vejete de barba de tres días, tomé una ducha. Después, busqué donde dormir una siestita. Mi primera opción fueron los apartados del segundo piso. Allí podría dormir con el arrullo de los tíos a mi alrededor: follando y mamando. Pero no conseguí un sitio adecuado. El lugar estaba más deteriorado que la última vez que lo visité, que fue antes de la pandemia. Recorrí los pasillos y de vez en cuando toqueteaba paquetes de los demás tíos, pero sin ánimos de ir más allá. Aunque había un vejete de unos 60 años, cabeza rapada, con un cuerpazo machacado en gym que me provocó comérmelo. Pero pasé de él.  

Algunos apartados no tenían puertas, esto estaba bien si la intención era acostarse e invitar a otros pasar. Otros apartados no tenían camilla y servían para follar de pie. Los pocos apartados que reunían las condiciones necesarias estaban siendo ocupados, bien sea que hubiera tíos follando con la puerta cerrada o estuviera algún tío sentado o acostado esperando a que alguien entrase para otorgarle placer. Ante este panorama, opté por buscar algún rincón en el cine. Aunque me temía que también podía llegar algún tío a despertarme. No sería la primera vez que dormía la siesta en algún lugar de tránsito y me despertaba porque me chupaban la polla o porque me metían un dedo con saliva en el culo. Después de todo, de esto se trataba el morbo y el cruising. 

Entro al cine. Al fondo el clásico movimiento en los glories y también en las camillas al lado derecho de la pantalla. Más acá, una pareja estaba dándose placer en el sofá de la primera fila, con muchas caricias e intercambio de mamadas. A su derecha había un trío en uno de los sofás, uno de los tíos estaba en cuatro patitas, comiéndose una polla por delante y otra por detrás. Todos muy concentrados en lo que estaba haciendo y sin importar ser visto por los demás. De eso se trata estos locales, ver y ser visto. Otra cosa es dejarse toquetear por cualquiera, pero si hay acción, dejad que la vista de otro disfrute. En general, a parte de los putitos que he descrito, había poco movimiento de entrada y salida de gente. Decidí hacer la siesta en el último de los sofás, es decir, en el primero cuando entráis a la sala de cine. Además de que estaba fuera del perímetro de placer, había algo de luz. Imaginé que un putito tímido no se acercaría y podría dormir la siesta. Como la calefacción estaba caliente, se estaba a gusto allí. Usé la toalla de almohada y me dormí en bolas. Los ruidos de folleteo y de la misma película hicieron que durmiera plácidamente. 

Hasta que un oso apareció. 

(Continuará)