miércoles, 23 de enero de 2013

Maduro busca chico... ¡Chuuupa!





Aquella vez había ido al Cine Duque de Alba como de costumbre. Llegué alrededor de las 2:00 pm y estaban pasando una estupenda película de Nacho Vidal: “Nacho conquista a América”. Una película estupenda donde podéis apreciar a Nacho destruyendo coños con su hermosa verga. La vejación y el trato brutal al que Nacho somete a las actrices es vertiginoso.


Pero yo iba de pasada. Iba en busca de alguna mamada. Subí al gallinero, territorio de lo posible, espacio de las orgias y del eterno follar. Me senté en la última fila, en todo el centro. No había nadie, así que me baje los pantalones y el bóxer hasta el tobillo y comencé a machacarme la polla. En poco tiempo se me puso dura y sabía que no llegaría nadie a tiempo para comerme la polla y yo, después de un orgasmo, tiendo a perder el apetito. Así que dediqué tiempo a masajearme las bolas mientras veía al Nacho joder a una tipa que estaba dentro de una jaula.

Al poco tiempo llegó un señor de unos setenta años. Gordo. Olía mal. Se sentó a mi izquierda dejando un espacio de por medio. En medio de la oscuridad me miraba. Yo lo ignoraba. Desde lejos y olía mal. Se sentó a mi lado y comenzó el ritual del cine: sobarme suavemente el muslo. Mi polla realmente estaba que no aguantaba, así que pensé: “Pues nada. Que me termine de hacer la paja este viejo asqueroso y me voy”. Así que acepté.

El vejete apestoso comenzó a masturbarme como me gusta: suave, con caricias muy lentas en mi glande el cual estaba todo lleno de mi lubricación natural. Pero el vejete, no contento con hacerme la paja quería que yo se la hiciera también, así que “un favor se salda con otro favor”. Así que busqué su polla con mi mano y me encontré con una polla con un glande inmenso, hinchado; pero un tronco muy fino.

Continuamos con nuestro ritual de masturbación hasta que de pronto el vejete se para e insiste en que le haga sexo oral. Ya lo he reiterado varias veces: al cine se viene a pasarla bien, si quieres algo lo pides y muy importante: No es No. El vejete insistía y me decía con una vos de ultratumba “Chuuuupa, chuuuupa”. Si no oliera tan mal, pensé, le comía hasta el culo. Pero mi necesidad de paja me había llevado a caer muy bajo. Así que no. Me negué reiteradamente. Era lunes, dos de la tarde y la movida en el cine estaba a marcha lenta. Los otros tíos que estaban por ahí se les notaban que estaban descansado de la paja o de la mamada del mediodía.

Como el glande era en verdad enorme, respiré profundo y me lo llevé a la boca. Ciertamente era un glande hinchado. Grande como el sombrero de una seta. Y como una seta tenía el tronco delgado y pequeño. Traté de acariciar las bolas pero estaban ocultas entre tanta ropa de invierno.

Sin embargo el puto viejo olía fatal y  el olor a sudor, orine y excremento me repulsió. Así que lo dejé allí y me levanté para irme pero el muy viejo macarra me sentó de un empujón y continuó masturbándome. Me quedé tranquilo. “Me corro y me marcho”. Así mismo hice. Le dije al viejo que me corría. Me puse de lado. Comenzó a darme más fuerte retozando con el glande y me corrí. Por lo general, cuando me corro, la cantidad de semen es mucha. Fue una buena corrida. Aunque debo confesar que el olor del viejo me desconcentraba. Después de correrme, gentilmente le ofrecí un klenex al vejete. Y una vez que me arreglé para salir el muy hijo de puta me empuja de nuevo al asiento y me dice: “Chuuuupa”. Lo mandé a tomar por culo y me marché de allí. Asqueado del olor y de la mala educación, pero feliz de una paja tranquila.

Tenía pensado pasar el resto de la tarde allí. Quizás correrme con ayuda de alguien unas dos o tres veces más, pero enseguida noté que el vejete me seguía hacia la salida, así que apuré el paso y me marché. Detrás de mí escuchaba “Chuuupa, chuuuupa”.

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