miércoles, 30 de enero de 2013

Isaac






Una de las cosas que puede sorprendernos al visitar el Cine Duque de Alba es la cantidad de hombres "solos". Realmente, ¿qué tan sólos estamos allí?

En mis incursiones a las oscuras salas del placer que ofrece este maravilloso cine he podido conversar con algunos de los abuelos que pasan sus mañanas y tardes en este templo del cine porno.

La mayoría son señores casados, cuyas esposas y nietos los esperan en casa para la el almuerzo y la cena. He conocido a algunos tan simpáticos que me dicen cosas como: "Vamos al lavabo. Quiero que me cojas. Pero tiene que ser rápido porque mis nietos me esperan en casa".

El cine es un espacio donde encontraremos de todo. También está el caso de Isaac (nombre falso para salvaguardar la identidad). Isaac tiene 55 años. Vive sólo en un piso en Príncipe de Vergara. Nunca se caso y sus padres murieron cuando era jóven. el único familiar que tiene es una hermana que vive en la localidad de Pinto. Isaac es un poco brusco a la hora de dar placer: masturba con demasiada fuerza y a la hora del sexo oral usa demasiado los dientes y puede llegar a lastimar.

A Isaac le gusta usar lencería femenina. Y una vez que vas a su casa (después de la respectiva mamada en el cine, desde luego), cierra las persianas de su pequeño y austero piso y se pone su lenceria. Le gusta lucirla. Es una modelo marica y fea pero es gracioso ver cómo se lo disfruta.Isaac te ofrece lo que tiene: una cerveza, un vino barato y sobre todo sexo.

Ya Isaac me había masturbado y hecho una buena mamada en el Cine Duque de Alba. Después de un reposo de unos 40 minutos, Isaac volvió a la carga y mi polla se puso dura de nuevo. Entonces volvió a realizarme una paja pero en esa se encendieron las luces del cine. ¡Ya era casi las once de la noche! ¡El cine iba a cerrar! Así que salimos y comenzamos una larga despedida en la Plaza Tirso de Molina. Isaac insistió en que fuera a su casa. Yo en un principio no quería. Pero era verano y el calor era insoportable. Me terminó de convencer Isaac ofreciendo unas cervezas y desfilar para mí su ropa intima de mujer.
¡Debo confesar que eso me mato! Así que una vez en su casa el Isaac hizo todo lo posible para que me sintiera cómodo y me contó parte de su vida. Tenía un buen trabajo. Pero la soledad era insoportable y lo único que lo ayudaba a sobrellevarla eran sus frecuentes visitas a los baños de Atocha y al Cine Duque de Alba.

Esa noche, en vez de cogerlo, de enterrarle mi polla hasta lo más profundo de su orto, lo único que hicimos fue conversar. Claro, Isaac vestidito con su bella lencería femenina.

A las tres de la mañana, ya borrachos y cansados le digo a Isaac que dónde puedo tomar el buho a Cibeles. Me dice, tiernamente en la oreja: "Quédate. Hazme tuya".

Será en otra ocasión Isaac. En otra ocación.

Más nunca volví a verlo por el Cinema.

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