jueves, 21 de agosto de 2014

Orgullo Gay Madrid 2014 (Parte 4 de 6)




Después de mancillar mi honor el fuckin’ asutraliano llenando mi rostro de su espesa lefa, el tío por lo menos fue muy gentil y me dijo que en la cocina había comida y cerveza. Que considerara que esa era mi casa. Que fuera a la cocina y tomara algunos aperitivos. La verdad tenía ganas de seguir follando, pero tanto tiempo con la polla del australiano en mi boca me había secado la garganta pues soy de los que cuando hacen sexo oral tienden a salivar en exceso. En mi caso, lo hago de manera consciente pues deseo que mi saliva funcione como un lubricante natural.
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¡Vaya sorpresa me llevé al entrar a la cocina! No solamente había cualquier cantidad de comida y bebidas que uno pudiera imaginarse. ¡Había de todo un poco! Queso manchego, pinchos de tortilla de patatas, aceitunas de todos los colores y tamaños, torrejoncitos, pan y salchichas para perritos calientes, botellas de cervezas hasta el techo y muchas botellas de vino tinto y sidra. Esto no era una orgía, pensé, esto era realmente una bacanal.
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Pero lo más interesante no estaba en estas cosas. En plena cocina, desnudos como Dios los trajo al mundo, estaban seis tíos follando entre ellos. Estaban conformados en dos tríos y repetían la misma técnica y posición que padecí con el australiano: uno en el centro quien ofrece su boca y su culo en ofrenda al dios Baco, mientras es follado por ambos lados. ¿Era quizás la “marca” de la reunión? Me gustó en verdad el espectáculo pero los tíos e cuestión obstaculizaban el libre tránsito hacia la nevera. Para lo cual pedí permiso, y sin dejar de follarse al tío me abrieron paso. Hubo uno quien incluso me abrió la nevera y me dijo, mientras se follaba a un tío por el culo, que había cerveza fría en la hielera. Cogí una Mahou y le agradecí, le rocé levemente con la cerveza helada un pezón y el tío me regaló una sonrisa. Era otro morenazo, solo que esta vez creo que era sudamericano.
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Con cerveza en mano me dirigí al baño a ver si tomaba una ducha, pues después de la follada me apetecía lavarme y descansar un ratito para seguir en la faena. Al llegar al baño la ducha estaba ocupada por tres tíos que se estaban bañando simultáneamente, se enjabonaban y se magreaban los paquetes con jabón una y otra vez. Se deban besos entre los tres. Pude distinguir claramente que dos eran extranjeros, quizás de Europa del Este o Europa del Norte, no estoy seguro. El otro tío era español y además gallego. Me invitaron a unirme al rollo pero yo sólo quería ducharme. Entendieron y rápidamente salieron de la ducha dejándola para mí. Solito. Estos gestos los agradezco, pues se veía la estaban pasando bien. El tío gallego me dijo que estarían por allí por si quería unirme al grupo. Le agradecí y le dije que ya veríamos.
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Me duché. Salí del baño completamente desnudo y me dispuse a dar un recorrido como si de una sauna se tratara. ¡Menuda orgía! En todas las habitaciones no había menos de diez personas follando en un todos-contra-todos. La última habitación fungía de cuarto oscuro, pero había una lamparita que alumbraba un poquitín. En esta habitación estaban los que follaban con toda su fuerza y sin piedad por el culo del prójimo. Pude apreciar que en una mesa tenían un espejo con unas cuantas líneas de lo que supuse era coca y frasquitos de poppers de todos los tamaños y colores. Uno de los tíos me invitó a entrar tocándome sin vergüenza alguna el culo. ¡Pero una tiene dignidad! Así que me resistí y decidí volver a la cocina  a buscar otra cerveza. ¡Lástima de haber rechazado al vejete que me había tocado el culo! Pues le calculaba unos 60 años. La edad que me gusta en los abueletes morbosos del Cine Duque de Alba.
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Cuando llegué a la cocina eran otros los tíos que estaban follando. Seguían siendo seis, pero en esta oportunidad estaban más pudorosos y los tíos completamente desnudos estaban magreandose en parejas. ¡Vaya, por lo menos se puede coger una cerveza sin molestar a nadie! Pensé.
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A mi alrededor no veía al tío australiano que gentilmente me había invitado a pasar el rato en tan agradable peña. Quería verlo para agradecerle, quizás charlar un ratito con él para poner en práctica mi inglés y ¿por qué no? Quizás pudiera comerme esa polla de nuevo. Me comencé a fastidiar del folleteo así que decidí salir y dar una vuelta por Chueca. A penas eran las seis de la tarde y el día no había terminado. ¡Pero menuda tarde que había pasado!
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 Este lo había considerado mi primera participación activa (aunque fungí de pasivo) del Orgullo Gay en Madrid. Sin duda alguna tendría que repetir para los próximos años.

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