Esa noche me
escribió. El tío en cuestión ya había coincidido conmigo en varias ocasiones en
Grindr, pero ninguno de los dos se atrevía a dar el paso. Bueno, la verdad sea
dicha, a mí no me interesaba quedar con alguien contacto por Grindr que viviese
en el mismo edificio que yo, las razones las expliqué al inicio de esta serie
de posts.
XX
Lo cierto es que el tío en cuestión me contacta. Me
dice lo típico, hola, qué tal, te veo por aquí pero no te había escrito, de que
va tu rollo, y ese tipo de cosas que te hace pensar que estamos frente a un
espécimen de tío hetero-gay-reprimido-de-escuela-conservadora. Mis respuestas
fueron directas y sin mucho que decir.
XX
Me dice que es hétero-casado, que tiene un hijo, que
está felízmente casado, pero que ya sabes, que a él le gusta comer pollas
y que por eso de vez en cuando queda por ahí con alguno amiguete contactado por
Grindr. Pero que a él no le va el que le agarren el culo. Él solo quiere comer
polla.
XX
Hace algunos años
yo lo hubiera entendido completamente. Pero hoy, a mis cuarenta y tantos años,
después de un infarto y después de una super-follada en el Orgullo Gay Madrid
del 2014, este tipo de actitudes me parecen de niñatos. Ya no tengo tiempo que perder, si vamos a follar pues
vamos a eso tío. Me vale madres que seas gay, bisexual o hetero-gay-reprimido-de-escuela-conservadora.
Si te metes en Grindr es porque quieres rollo.
XX
Lo cierto es que al final hablamos un poquitín. Le
digo que no soy de aquí. Que soy de Madrid y estoy por unos meses en Barcelona
por curro y que estoy en este piso rentado. Mucha información como para dejar
claro que estaba de paso y no había tiempo que perder. El tío inmediatamente me
identificó. Que era el tío del portal tal. Me describió perfectamente. El tío
me había visto y quizás había tenido fantasías homo-eróticas conmigo. Me dice
que él está ahora solo. Que su mujer y su hijo estarán fuera de casa como por
casi una hora. Que si quiero quedar en algo. Yo le pregunto si quiere que vaya
a su piso, pero me dice que no. Que su casa es sagrada y que él solo come
pollas en la calle. ¡Vaya menudo tío éste! Pensé.
XX
Le digo que yo estoy solo y que aquí podemos follar
con tranquilidad. Me sorprendo de mí mismo haciendo esta invitación. Que de
follar nada, que él lo que quiere es comer pollas. ¡Está bien, macho! ¡Ven para
que te comas este pollón!
XX
No habían pasado 30 segundos cuando estaba parado
frente al dintel de mi puerta. Sí, la última frase fue un pequeño homenaje a
Edgar Alan Poe.
(Continuará)
No hay comentarios:
Publicar un comentario