jueves, 19 de noviembre de 2015

Hombre Gay Casado Busca Barcelona (4 de 5)




Y allí estaba. Parado frente al dintel de mi puerta. Un chaval delgado, de unos 24 – 26 años. Un poquitín afeminado para mi gusto. De aspecto pijo pero muy desaliñado para llegar a ser por lo menos, un pijo a la madrileña. Ojos vivos y nerviosos. Cabello largo. Como el de Camilo Sesto en los años sesenta pero sin el arreglo respectivo que haría un verdadero estilista-marica.
XX
Pues la verdad cumplió su palabra y allí estaba el chaval listo para comerme la polla. Yo estaba en slips con un albornoz oscuro puesto, con una cerveza en una mano y el móvil en otra. Le dije que pasara y le invité una cerveza. Me dijo que no tenía tiempo y que lo que quería era mamármela. Inmediatamente impuso las reglas del juego: sólo come pollas. Pero sobre todo, nada de correrme en su boca.
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Realmente no tuve tiempo de responder,  hacer o pensar nada. Apenas había cerrado la puerta el chaval estaba abriéndome el albornoz y bajándome los slips. Yo no estaba preparado esa noche ni de emociones, ni física ni psicológicamente para enfrentarme a una mamada de polla. Pero ya que los astros me habían empujado hasta allí, decidí pensar como Heráclito y  dejar que las aguas siguieran su curso.
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Allí de pié, mi polla al descubierto y sin magreos de ningún tipo, el tío abrió la boca, una boca enorme que no parecía tener y comenzó una lenta felación. Como os conté anteriormente, no estaba preparado para nada semejante. De hecho deseaba dormir y reponer fuerzas porque al día siguiente sería sábado y ya había pensado darme un paseo por el Cine Arenas y quizás luego meterme en la Bruc o la Condal. El tío tenía unas excelentes artes amatorias para cuando la polla del otro se trata.
XX
Me quité el albornoz y me deshice de los slips. Me quedé en pelotas en medio del piso dejándome mamar por este chaval-heterosexual-casado-necesitado-de-pollas.
XX
¡Y vaya como la mamaba el desgraciado!
(Continuará)

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