Había comenzado una rutina dura de entrenamientos
motivado a mis problemas coronarios. De martes a viernes dedicaba algunas horas
de natación por las noches hasta llegar
hacer una rutina de casi tres kilómetros diarios de piscina. El resto de los días los dedicaba al footing.
Comencé con un kilómetro de footing hasta que logré hacer una rutina de cinco
kilómetros de footing los sábados, domingos y lunes. Aprovechando mi soltería heterosexual después de que Laura
y yo nos habíamos separado, condensé mis idas al Cine Duque de Alba una vez por
semana, dedicando el espacio de los domingos 11:00 am cuando los vejetes se
encierran en el cine mientras sus mujeres recorren los espacios del Rastro. Abrí
un espacio los martes en la tarde-noche para ir de vez en cuando a algún sauna
en Madrid y una vez al mes decidí ir de cazería a The Cage o The Ring.
Parte de mi rutina de footing era en el parque El
Retiro. Mi ruta habitual es subir por la primera entrada que queda subiendo
desde Atocha. Allí comienzo un footing suave hasta llegar a la estatua del
Ángel Caído, a partir de allí me dirijo en dirección norte hasta la otra parte
del parque y luego me regreso por el sendero de cruising gay, muy famoso en el
ambiente gay madrileño.
En lo personal nunca me ha gustado practicar el
crusing al aire libre, entre otras razones está la enorme vergüenza de que me
vea algún transeúnte decente y también el miedo que me embarga a que me coja la
policía, más allá de los posibles cargos por desacato a la ley y perturbar la
sana paz urbana.
En mis primeros días de cruising gay me informé por
internet de las principales zonas de cruising, y la alameda que está junto al
Ángel Caído es una de las más citadas y concurridas especialmente en las
tarde-noches de verano, dónde metidos en medio del follaje, los furtivos
amantes se encuentran para pajearse o hacerse sendas mamadas. También es una
zona donde algún que otro junkie está
al acecho para compartir alguna jeringuilla infectada. He oído en ocasiones de
que algún que otro macarra le da por robar carteras.
Lo cierto es que aquella tarde de abril después de
haber terminado mis vueltas respectivas en El Retiro, decidí sentarme a
descansar en alguna de las rotondas que están en medio de la alameda. Ya había
visto previamente a alguno de mis
habituales vejetes del Cine Duque de Alba, todos ellos sentados en distintas
bancas esperando a algún chicuelo con ganas de follar. Aunque no lo creáis no
era mi caso. En verdad me había sentado a descansar, esperar a que se me
estabilizara la respiración para ir a tomarme una caña con alguna tapa como
cena, tomar el metro en Atocha e irme al piso a descansar.
El destino quiso que mis planes se truncaran. Al
tener casi diez minutos allí sentado y a punto de irme pues estaba oscureciendo
rápido, se aproximó a mí un vejete como de unos 60-70 años. Alto. Abrigado
completamente pues la primavera suele ser muy fría en Madrid. Se sentó frente a
mí con una mirada mezclada entre deseo y perversión. Tenía el rostro muy bien
afeitado y un bigote casi mostacho abundante, espeso y gris. Éste tío debe ser
un oso, pensé. Tenía actitud de macho-bisex-activo.
_¡Hola! – me dijo.
_¿Qué tal? – le respondí.
_¿Esperando a alguien? – me preguntó.
_La verdad – dije-, descansando un poco; pero si
sale algo o alguien pues también.
_¿Quieres que te folle? – me dijo el tío. ¡Vaya! –
pensé – ese tío va directo al grano.
Rápidamente revisé mi calendario mental y me caí en
cuenta que realmente no tenía nada que hacer salvo llegar a casa a ducharme y
dormir pues al día siguiente tenía una dura rutin de trabajo.
_Pues, me gusta la idea – dije - . Pero no aquí, no
me gusta follar al aire libre.
_Tengo un piso por aquí cerca – me dijo con una
sonrisa que notaba alegría - . En diez minutos caminando llegamos.
_¿Tiene condones? – pregunté.
_Tengo en casa y conmigo en los bolsillos – me dijo.
-Está bien – me dije - ¡Vamos!
Me sentía toda puta, toda una perra. Pero allí
descubrí que era mi primer cruising serio en el parque de El Retiro.
Con una pausa de 10 minutos para descansar, se podría decir que fue como llegar y besar el santo.
ResponderEliminarQue bien va a veces encontrarse con alguien tan directo, que sabe lo que quiere y que coincide contigo en lo que se quiere :-)
Fue bastante intenso la verdad. Pero viendolo en retrospectiva fue placentero.
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