lunes, 2 de octubre de 2017

Madeleine (5 de 6)




Después de cenar y de unas cuantas copas de vino, Madeleine estaba más desinhibida. Me pidió permiso para fumar un pitillo de marihuana. Le dije que adelante, es más, recuerdo que le di tres caladas. Era realmente una buena marihuana. La había conseguido en el Barrio Gótico a buen precio.
XX
Estuvimos conversando por casi cuatro horas hasta que le pregunté si quería que le llamara un taxi para que la llevara a su hotel. En ese momento, drogada y con el vino subido hasta la cabeza, Madeleine se acercó a mí, extendiendo sus largos brazos sobre mi delgado cuerpecillo, cogiendo con una de sus manos mi cabeza y estampando en mi boca un beso lleno de vino, olor a marihuana y dientes perfectos.
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No sé cuanto tiempo estuvimos allí. Rápidamente Madeleine dijo en perfecto castellano que hasta el propio Nebrija estaría orgulloso: “¡Fóllame!” La arrastré a la habitación y allí nos quitamos la ropa y comenzamos lo que parecía ser una intensa faena sexual. Yo me entregué a cuerpo y alma a lamer y besar el cuerpo de Madeleine. Era más delgada sin ropas y tenía algo de barriguilla. Tenía una buena figura pero no era exactamente lo que podríamos calificar como una modelo. Si no fuera por sus casi dos metros de estatura, Madeleine pasaría desapercibida porque además, sus gafas le daban un aspecto desastroso.
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Nos tumbamos en la cama y comenzamos un 69. Comencé a lamer su coño. Tenía el olor de un coño sano pero que no se ha lavado lo suficiente. Supuse que sería el clásico olor de coño de turista que no tiene tiempo para asearse. Sin embargo, respiré profundo y comencé a hurgar su vagina. Entró un dedo. Tenía una vagina algo estrecha y no sé por qué, pero justo allí me dio por pensar en la relación vagina-cuerpo como en el caso del pene-cuerpo. Es decir, a veces te encuentras con tíos fornidos, de casi tres metros de altura con un pene pequeño, como también, te dejas follar por un tío de cincuenta centímetros de estatura con una polla de casi dos metros. ¿Era así en el caso de las mujeres?¿Pueden existir tías como Madeleine de casi dos metros con una vagina pequeña y estrecha?
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Continué comiéndole el coño a Madeleine y aproveché de abrir sus nalgas y hurgar en su ojete. Comencé a masajearlo suavemente y de pronto pensé que sería algún vejete porque mi dedo buscó entrar en su culo, pero la tía no se dejó. ¡Vaya! ¡No cuesta nada un poco de diversión tía! Madeleine, por su parte se afanaba en su mamada, pero una vez más, a lo largo de mi vida, solo una o dos tías han sabido como darme una buena mamada, y Madeleine no entraba en esa lista.
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Madeleine abría la boca y hacía su mejor esfuerzo, pero no me daba placer. De vez en cuando usaba los dientes y me incomodaba. A veces se entretenía pasando mucho la lengua sin pajearme, en otras ocasiones, me pajeaba con mucha fuerza y me daba algo de dolor. Por lo cual en varias ocasiones tuve que agarrar mi pene y pajearlo con mas suavidad mientras ella me lamía las bolas.
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Pensé en pedirle que me metiera el dedo en el culo, pero al ver que rechazaba mi dedo de hurgar en su inocente ojete temí que se enfadara y que después se fueran a tierra todas mis ilusiones.
 (Continuará)

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