jueves, 26 de julio de 2018

Introducción a la siguiente historia





Las siguientes crónicas están dedicadas a Montserrat, una tía con la que me he liado y me la he pasado bien. Como sabéis, llevo una vida de bisexual de closet pero la cual he disfrutado hasta decir basta. Quizás es más fácil ser pareja de un chico y que entienda que a uno le gusten las tías que ser pareja de una chica y tratar de explicarle que a uno también le gusta comer de vez en cuando una polla. Así que a partir de la próxima semana os narraré lo que ha sido mi vida sexual con Montserrat en los últimos meses, son lo que yo denomino 'crónicas heterosexuales' pero que están cargadas de una inmensa nostalgia de pollas y pezoneos con machos. Conocí a Montserrat de manera fortuita después de una tarde folladora en una sauna madrileña, recuerdo fue una tarde como pocas. Esa noche una amiga ofrecía una fiesta y allí nos conocimos. Era una tía muy guapa, maja e inteligente.

Con Montserrat he puesto en práctica las innumerables horas de ensayo y error que he dedicado al arte del sexo anal. Porque penetrar ojetes y que penetren el vuestro necesita de técnicas, una mezcla de técnicas de placer con otras de carácter práctico: el uso del lubricante, el masaje de los esfínteres que ha de ser suave pero continuo y meticuloso. Sobre todo hay que saber manejar la gran barrera psicológica, que al fin y al cabo es realmente la que impide que uno disfrute del sexo anal sin complejos. Otro aspecto de vital importancia es la higiene anal: culete limpio y presto para recibir envestidas sin dejar 'sorpresas'. En mis largas excursiones anales -no os voy a mentir-, me han sacado mierda y me han dejado mierda en la goma, eso suele ser inevitable a pesar de que con una buena ducha anal se suele mejorar la limpieza del lugar,  reconozcamos que mierda, heces y excrementos tienen su hábitat natural en la puerta de atrás. De manera extraordinaria jamás me ha salido el condón lleno de mierda del culete de Montserrat. Si han salido, ¡cómo no!, manchas de tonos marrones e incluso hasta amarillentos, pero jamás grandes terrones de mierda como sí me ha pasado en otras circunstancias con algunos tíos. El culete de Montserrat ha sido, de cierta manera, mi culete de 'graduación' en prácticas heteroanales. Insistiré que ha sido una sorpresa para mí, ya lo he dicho y no me cansaré de repetirlo: follar a una tía a por culo no es ordinario. En las tías se presenta como una negación de su vagina. Si me follas por el culo es porque eres maricón, marica y bujarrón y te niegas a disfrutar de mi vagina. No ven las tías las posibilidades infinitas al tener más cavidades por donde regozijarse.

He escrito en otros momentos sobre la posibilidad de abrir un blog donde publique sólo las crónicas heterosexuales, pero francamente, no tengo tiempo ni energia para estar abriendo blogs por cada categoría sexual; así que nada. Espero que disfrutéis la singularidad de follar con una tía a través de su ojete, porque eso es lo que hace de Montserrat excepcional: su culete.

¡Disfrutad!

2 comentarios:

  1. Bueno... a ver que pasa.
    No sé si me voy a excitar mucho, pero seguro que tus relatos resultarán igual de interesantes ;-)
    Ya he visto que has escrito dos posts.
    Voy a leerlos.

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  2. ¡Ay, pues espero no decepcionarte! ¡Cada vez estoy más seguro que mis mejores historias son las crónicas homosexuales! De seguro ha de ser por la práctica constante...!

    Abrazos

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