martes, 17 de julio de 2018

Tarde de otoño en la sauna Octupus (6 de 6)





Como os había dicho, había decido matarme con una paja. Comencé a masturbarme y el tío que había permanecido alejado de mí se acercó. Se sentó a mi lado, sin decir nada cogió directamente mi polla y comenzó a pajearla, en un momento pensé que era un abuso, pero como se trataba de una paja diplomática me relajé. Me puse de pie, le ofrecí mi cipote para que mamara, gesto de distinción, caballerosidad y cortesía. El tío no perdió tiempo. Se metió toda mi polla la cual estaba de tamaño considerable, toda la polla la engulló en su garganta, dándome una mamada profunda y cariñosa a la vez, me pareció muy grosero y falta de respeto que se metiera la polla con tanta avidez, pero una vez que mi polla sintió el caldo cálido de su boca y garganta se me olvidó tal agravio. De vez en cuando, el tío dejaba solo el glande en su boca aprovechando el resto del tronco del pene para acariciarlo y masturbarlo. Me tocaba los huevos, hurgaba en mi culo que se estaba dilatando y cada tanto acariciaba mis pezones. Era una buena mamada. El tío se levantó para decirme algo al oído y temí que pidiera que lo follara, pues ya ese día me había ido muy mal con la exploración oral. Si había algo que por lo momentos no quería era follarme a alguien. 
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El tío me dijo que le acabara en la cara, que le gustaba mi polla y que le gustaría que le llenara el rostro con mi abrasadora leche. No había terminado de decirlo con su aliento de haber mamado mil pollas, millones de pollas, con su aliento de boca mal lavada y de muelas cariadas cuando le tomé por la cabeza y le obligué a que se arrodillara. Comencé a masturbarme de manera casi enfurecida y respirando hondo para tratar de oxigenar mi cerebro. La sauna de vapor estaba a toda caña y a lo lejos, algunos tíos que habían recién entrado, nos miraban. Solté un primer chorro de lefa que bañó el rostro del tío desde el mentón hasta la barbilla. El segundo chorro de lefa le dio en la nariz y hasta creo que le entró un poquitín por las fosas nasales. Lefa nasal, pensé. El tercer chorro de leche caliente cayó en su moflete izquierdo. Después vinieron algunas gotitas de placer que fueron saliendo a borbotones de mi uretra. El mozo estaba con los ojos cerrados gozoso de lo calientita de mi leche, que además, se mantenía caliente en la medida en que la temperatura de la sauna estaba a unos 72°C, era para morir de calor y de placer.

No es mi costumbre estar corriéndome sobre el rostro de la gente. Suelo preguntarles a los tíos dónde quieren que les eche mi leche. Al principio, en mis innumerables escapadas en el Cine Duque de Alba, los vejetes me pedían con mucha insistencia en que me corriera en su boca mientras ellos mamaban. Al principio me negaba, pues la verdad sea dicha, lo consideraba antihigiénico. Luego recapacité y me dí cuenta de dos cosas. La primera era que si me corría en la boca de los vejetes no mancharía ni los sillones, ni el piso del Cine Tirso de Molina, en este aspecto, le ahorraría tiempo a las señoras dominicanas que hacían limpieza en el cine durante la mañana. La segunda cosa que me percaté de correrme entre la boca de los abueletes, es que muchos de ellos esperaban con ansias engullir la lechita salada y diamantina de algún generoso macho. Supuse que muchos de ellos pasarían días y semanas esperando el momento de ir al cine y extraerle el líquido vital de los huevos a algún mozo para disfrutarlo en su boca. Hay otros vejetes mucho más viciosos. Hubo una época que fui casi durante dos semanas consecutivas al cine Duque de Alba. Era agosto y solía escapar del calor de Madrid en la sala de cine desde las 12:00 hrs. hasta las 20:00 hrs. No hacía más que ver las pelis una y otra vez y por lo general, a lo largo de mi estancia me corría dos o tres veces. Fue una época de mucho vicio para mí porque después del cine me iba a algunos bares de ambiente en Chueca en donde a veces me encontraba unas orgías fabulosas. En esta rutina diaria de semen, saliva y pelis, me topé varias veces con vejetes viciosos que iban todos los días en los que yo fui. Habían algunos que llegaban a la hora de la siesta y se iban entre las 16:00 y 17:00 hrs. Otros llegaban precisamente entre las 18:00 y 19:00 hrs. Por lo general, la última hora era muy aburrida. Habían vejetes dormitando y uno que otro masturbándose solo, en la oscuridad de la sala.
Todos estos recuerdos me incadieron mientras eyaculaba mi chorro de lefa en el rostro de aquel ignoto mozo que había decidido cargar con mi intensa fuerza húmeda de sensualidad, sexo y jugos seminales. Cuando ya estaba terminando, comencé a golpear con mi pene el rostro, los mofletes y la barbilla. ¡Qué gusto me estaba dando haberme corrido! ¡Después de una larga tarde de herméticos ojetes y frustrados intentos anales, derramar mi semen sobre el rostro de este macho inocente me había resultado placentero!
Inmediatamente, después de haber exprimido mi última gota de semen, el macho trató de chupar mi glande, cosa que agradecí pero debí retirar la cabeza de mi cipote de su boca pues había quedado a unos niveles de sensibilidad extrema. Le dije al macho que me esperara,  que tomaría una ducha de agua helada y vendría a satisfacerlo.
Mientras iba hacia la zona de duchas noté que el movimiento en la Octupus se había acelerado. Ahora sí comenzaba a dominar en el paisaje la presencia de los osetes. Los había de diversas edades, unos jovencísimos y otros más mayores, unos con mirada inocente y otros llenos de vicios. Pasé cerca de la zona de los slings y ya tenían a uno prensadísimo que entre tres osetes le estaban colmando de placer. En el camino también pensé que a lo mejor el macho de la sauna había escuchado varias veces en ese día lo mismo: ‘ya vuelvo, tomo una ducha y regreso’; con la diferencia de que yo si iba a regresar.
Después de una ducha fría, en donde por cierto, un osete jovencíto había tratado de darme una mamada in situ, mamada que rehusé amablemente motivado a mi nivel de hipersensibilidad en el glande, pasé por el bar a tomar una cerveza. El ambiente, estaba interesante. Muchos tíos conversando entre ellos, un grupete muy animado más allá. Hacia el jacuzzi noté un toqueteo por debajo del agua que me llamó la atención. La noche prometía sin lugar a dudas, pero yo tenía más de cuatro horas en la sauna, y si bien es placentero, la cantidad de tiempo sumergido en la sauna de vapor me había dejado agotado, deseaba tan solo comer algo, quizás un jamón de patanegra y algunas aceitunas con cerveza e irme a dormir.
Decidí rondar de nuevo la sauna de vapor y cumplir con mi cometido de satisfacer amablemente al macho que me había extirpado el semen de los huevos. Al entrar me encontré que se había esfumado. La sauna de vapor se había llenado de otros machos-osetes, había pezoneo por un lado, toqueteo por otro. En el rincón más oscuro un osete estaba de pie dando de mamar a alguna noble criatura que yacía de rodillas a sus pies. Alguien trató de meter su dedo en mi culete pero lo rechacé con la generosidad y respeto que se merece.
Al no encontrar al colega a quien deseaba retribuir la generosidad de la mamada, pensé en encerrarme en alguna cabina, tumbarme en la colchoneta y a puerta cerrada dormir una buena siesta. También pensé en irme al jacuzzi, pero estaba lleno y además había pezoneo y manoteo por arriba y por debajo del agua, incorporarme a ese grupo equivaldría a romper el hechizo o quizás inmiscuirme de manera activa.
Entonces decidí salir a la calle. Coger rumbo hacia la Gran Vía y ver que podría comer por los lados de Hortaleza para después, en Cibeles, coger el búho que me llevaría a casa. Esa tarde de otoño había hecho casi seis horas en la sauna y si bien, fue muy estresante no haber cumplido la meta de comportarme como un activo vicioso por culpa de los resabiados ojetes, había sido una tarde llena de maromas, recuerdos y entretenimientos.

(Fin de esta crónica) 




2 comentarios:

  1. Finalmente saliste satisfecho que, realmente es lo que importa.
    Lo de ir a la sauna, o a cualquier otro lado, con unas perspectivas concretas es el camino seguro a la decepción.
    Lo mejor es llegar al sitio, y ver lo que pasa y dejarse llevar.
    Cada día escribes mejor :-)

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  2. Sí, es así. De hecho, este verano 2018 las pocas veces que me escapé para perderme entre vapores, caricias y mamadas fue todo lo contrario, muy frustrante todo. ¡Gracias por el comentario de mi escritura! Debe ser el hábito de tratar de describir lo que se vive en este medio.

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