martes, 18 de septiembre de 2018

Entre ojetes y ojetes. Una noche de viernes en The Ring (2 de 2)










Después de dos cervezas y confirmadas mis sospechas de la desaparición del pequeñín, decido meterme en el cuarto oscuro a ver de qué va la cosa. Voy listo a por todos lados: a follar y a que me follen, me había lubricado previamente el culo y cargaba dos condones a mano. Me apetecía correrme, bien sea que yo estuviese en labores de activo o de pajillero pasivo.
X
Misión imposible era la entrada en el cuarto oscuro. Disfruté dos magreadas de culo y una que otra caricia de polla, cosa que me dejé hacer y se me puso dura tropezándome con cuanto culete hallé en mi camino pero sin entrar del todo. Fue un magreo constante a lo largo de la trayectoria dentro del oscuro cuarto. Salí a ver si había algo de acción en el laberinto. Habían chicuelos de edades entre los 21 y 24 años estaban bastantes desinhibidos, nada como ser un joven maricon y no andar con mariqueras. Ví a tres que estaban en un lugar con mucha luz intercambiando pajas, mamadas y caricias de tetilla, estaban dando una escena hermosa, porque además poseían enormes pollas. Me quedé un rato contemplándolos,  no quise entrar a participar, consideré que sería una enorme falta de respeto de mi parte que me interpusiera en tan maravillosa escena, "Las tres gracias del The Ring", las bauticé. 
X
Después de dar muchas  putivueltas, gajes del oficio al momento de visitar las saunas, me topé con un tío rubio, guapete, ojazos claros. Me mira y  va directo a una de las cabinas. Lo sigo y no he terminado de entrar cuando comienza un magreo suave y delicioso en mis tetillas. Me sonríe. Está con ganas de algo, pero no entiendo si se va a definir como activo o como pasivo, lo noto algo cortado y no deseo presionarlo. Ya me ha pasado que presiono y me encuentro con que el tío se siente 'presionado' y se va. Decido algo más neutral y comienzo a trabajarle las tetillas con la lengua, con una mano busco su polla y con la otra el ojete. Tiene un rabo de tamaño promedio, bueno en tamaño para mamar, pajear y follar. Noto que prefiere que me concentre un su culo así que busco en el dispensador lubricante y me dedico tiempo completo a prepararle el ojete. 
X
El tío se porta de maravilla, el ojete es super amable conmigo y se dispone a recibir a mi polla. Entre tanto magreo y exploración anal mi polla se había aburrido y se había puesto flácida, pero el tío, entendiendo que así no me lo podía follar y dado que había dedicado unos minutos preciosos a prepararle el ojete, me ofrece una mamada reconfortante que hace que se me ponga tiesa la polla y que recuerde que ha venido a follar.
X
Empiezo a penetrar al tío y entro sin problemas. El tío resopla, bufa y jadea que me da algo de corte. ¿Qué pensará la gente? ¿Que estamos follando? Sigo en embestidas cada vez más fuertes y el tío grita el clásico "¡Oh, tío! ¡Qué gusto me das!" Sin anunciarme por cortesía el tío se comienza a correr. Son borbotones y una inmensa cantidad de leche que el tío bota hacia el piso. Le digo que es una pena, que me hubiese gustado que me echara su lechita encima. El tío no paraba de moverse así que le digo que me voy a correr. Me pide que me corra sobre su cara y como es mi costumbre, ante tales peticiones no me puedo negar. Me saco el condón que noto lleno con demasiada mierda para mi gusto, y comienzo una paja rápida antes de que me de corte el mierdero. 
X
Presto se dispone el tío apenas termina de ponerse en posición suelto tres chorros de lefa que le dan en el lado izquierdo. El tío se sonríe y me lanza una mirada llena de morbo. ¡Cómo estaba disfrutando este tío! Apenas termino de correrme el tío se dedica a chuparme el glande, buscaba extraer hasta la última gotita de leche de mis huevos. Por lo general yo quedo con el pene muy sensible después de una eyaculación y pido que me dejen en paz, pero en esta ocasión soporte con una enorme capacidad estoica el tratamiento bucal de cortesía del tío. 
X
Después de la corrida coincidimos que la hemos pasado bien y que hemos disfrutado mucho, que todo ha sido una tarde llena de morbo y placer y que deberíamos repetir. Fuimos al baño a lavarnos y decidimos que era buena idea que intercambiáramos números de móvil. Inmediatamente le dije que yo era bisexual, que tenía una relación medio estable con una tía y que si a él le placía que nos vieramos de vez en cuando en alguna sauna o bar de sexo, que fuese sin compromiso. 
X
Para mi sorpresa el tío dijo que estaba bien. Que además él estaba casado y tenía un hijo y que por nada del mundo permitiría que una relación homosexual acabara con su relación heterosexual de tantos años. Eso me tranquilizó y me animo a que intercambiáramos números y que fuesemos discretos por el Whatsapp, porque a él su mujer le revisa el teléfono, no es que fuese desconfiada, simplemente ocurría. En mi caso Montserrat no me revisaba nunca nada, la confianza era absoluta. Cuando fui a anotar su número me encontré con una llamada perdida de Montserrat por Whatsapp y un mensaje.
X
La tía me había escrito para desearme buenas noches. ¡Y vaya que había sido buena!, pensé.

(Fin de esta crónica)






2 comentarios:

  1. Si es lo que digo.
    Casi siempre hay que dar, o poner uno de su parte, para recibir algo de lo que uno quiere o desea.
    Buen relato :-)
    ¿Hubo algún nuevo encuentro con el mozo?

    ResponderEliminar
    Respuestas

    1. No hubo otro encuentro con el mozo e indudablemente, hay que poner de parte de uno, de lo contrario todo llega ser muy aburrido.

      Eliminar