martes, 5 de mayo de 2020

Un recepcionista como pocos - [Santiago, Chile] - Puteando en América



Viajé a Santiago de Chile. Linda ciudad, buen clima en noviembre del 2018, año de nuestro Señor.

No pude putear como el Señor manda: con tiempo. Estaría una semana y mis anfitriones tenían una agenda muy apretada para mí.

Me tocó usar app.

Como siempre lo clásico: se pierde mucho tiempo en eso de 'dame una foto de tu polla', 'no estoy listo, te aviso' y luego desaparecían.

Al tercer día  me conecté a las once de la noche y entra al Grindr un tío. Estaba en recepción, trabajaba en el hotel. Quedamos en que subiría a mi habitación a la una de la mañana, justo su hora de receso. Así que el tío a la 1:02 AM lo tenía en mi puerta. Nos dedicamos unas buenas mamadas y durante el resto de la semana que estuve allí el tío subío unas tres noches.

La rutina era de pajas mutuas y llenarnos de nuestra propia lefa. El tío tenía una polla venosa, semicurva hacia arriba que era perfecta para el masaje prostático. Recuerdo que me folló unas seis veces, ¡era todo un empotrador! Yo soy 'más activo', pero cuando consigo la polla ideal, es decir, aquella polla que entra perfecta y sin dolor y al mismo tiempo otorga placer, no la suelo dejar pasar.

La primera vez no tuvimos suerte en la penetración, quizás yo estaba demasiado emocionado y mis esfínteres no colaboraron. Pero la segunda vez y como dije aquí, entré a la ducha y dediqué un rato a la limpieza anal y a introducir dos de mis dedos en mi tímido ano. Cuando apareció el chaval de la recepción, el proceso de penetración fue largo, tranquilo y placentero. El tío tenía el tiempo medido y justo entre la 1:40 y 1:43 AM brotaba de su polla un inmenso chorro de leche, se corría independientemente del estado de excitación y goce en el que estuviésemos involucrados. Brotaba mucha leche y era igual de un día para otro. El tío se iba a la 1:45 AM para que le diera tiempo de comer un bocadillo y volver al curro, fresco y con los cojones vacios. Le pregunté si acostumbraba hacer esto con todos los clientes y si acaso era algún 'servicio especial' del hotel que después se vería reflejado en mi cuenta como 'gastos varios'. El tío rió. Contestó que de vez en cuando lo hacía, pero que yo era el 'mejor huésped' con quien había estado por el morbo y el vicio. Y pues vale, que me convertí en toda una zorra. Siempre venían turistas, sobre todo aquellos que eran 'heteroeducados' y que buscaban un espacio para desahogarse. Por el contrario, los abiertamente gay no perdían tiempo con aplicaciones y se iban directamente a las zonas de cruising especialmente Metro Manuel Montt, Cerro Santa Lucía o al Costanera Center. Sitios que no pude visitar.


Después del tercer encuentro me conecté par de veces al Grindr y me asaltaban puros asiáticos. El tío o no había entrado al Grindr o le cambiaron el horario.

En la homofollada era un recepcionista como pocos. 



2 comentarios:

  1. Follaste con el recepcionista o con un reloj, jajaja...Que cronometrado.
    Pero esta muy bien encontrarse en esta situación, como si fuera un servicio del hotel. Así te olvidas de perder tiempo en apps o salidas que vete tú a saber.
    Claro que pierde un poco de emoción, pero bueno ;-)

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  2. Buenas tardes, me encantaria hacer un intercambio de enlaces entre nuestros blogs. Si quieres puedes escribirme dominusjaime@gmail.com

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