miércoles, 17 de febrero de 2021

Europa Multiclub Roma




Viaje de fin de semana con Montse a Italia. La tía se inventó una excursión a museos con algunos de sus tesistas y yo de perrito faldero. Después de dejar las cosas en el hotel se van de museos. No tengo nada contra los museos pero ni me va ni me vienen. La tía me deja libre unas cuantas horas y decido irme al Europa Multiclub de Roma.

Al entrar debo reconocer que el ambiente atrapa. Todo al estilo romano antiguo que hace pensar que uno se ha quedado encerrado en una catacumba con una inmensa cantidad de maricones. En la entrada después de pagar te dan chanclas, lubricante, condones y un folleto con explicaciones de qué son las enfermedades de transmisión sexual y cómo evitarlas en varios idiomas. Yo identifiqué español, inglés, alemán, francés, italiano y varios con jeroglíficos.

Después de cambiarme, darme una ducha y lubricar mi culo me encontré con una terrible realidad: apenas abierto el local eramos cinco tíos y salvo yo, los otros cuatro eran italianos sacados de un monasterio del siglo XI: calvos, gordos, envejecidos. En realidad nada apetecibles. No me incomodó pero esperaba conseguir mejor peña. Fui a por una cerveza y conversé con el bartender que me dijo en un español perfecto que era muy temprano, que la movida buena eran los viernes después de las 10:00 pm y los sábados para domingo durante toda la noche no se paraba de follar. El público era principalmente turistas que iban de paso.

Yo no podía esperar porque además, Montse me llevaría a pasear a esas horas. Así que no me quedó otra que dejar que mi cuerpo y culete fueran guiados por la Providencia. 

Al cabo de dar unas seis vueltas y comprobar las saunas de vapor y finlandesa, me percaté que no había duda que era la sauna más grande de Roma, o por lo menos así se presentaba y yo no tuve tiempo para corroborar con otras saunas. Espacios grandes, bar, piscina, laberinto e incluso sala de atención médica y de ayuda psicológica. ¡Putifantástico!

Después de varias vueltas entré como por octava vez al laberinto y allí sin previo aviso me cogió un tío como los que describí: gordo, calvo, de unos sesenta o setenta años, italiano, osete. El tío comenzó a magrearme la polla. Yo me dejé hacer y comencé a magrearlo por encima de la toalla. ¡Vaya sorpresa! ¡Tenía un enorme pollón-morcillón! El tío se iba de pezoneo, se agachaba hacia mi polla, se la metía unos pocos segundos en su boca y luego subía para continuar con los pezones. Estuvo en eso unas diez veces hasta que cansado comenzó a buscar la boca. Como sentí que no tenía mal aliento me dejé morrear un par de veces. Era de lengua ancha y corta, le gustó mi lengua, no paraba de chupármela.

Luego de varios minutos de puticaricias me agaché para ofrendarle una buena mamada. Tenía como dije un pollón de esos que no me entran ni por culo ni en boca. Era una buena polla y estaba limpia por lo cual me dediqué a lamer el capullo que comenzó a lubricar. Pero su polla no terminaba de ponerse dura. El tío me dijo algo en italiano que no entendí. Le dije que no entendía. Trató de hablarme en inglés y fue peor. Al final me hizo la seña universal de mirada para que fueramos a un apartado.

En el camino nos tropezamos a los otros tíos que de cierta manera nos miraban con envidia. Al entrar al apartado dejé la puerta abierta pero el tío la cerró y pasó el cerrojo. Continuó comiendo la boca y me fue empujando hasta acostarme en un camastro y con mis patitas al aire el tío comenzó a comer el culo como hacía tanto tiempo no me pasaba. Me lamía el ojete, introducía uno o dos dedos, luego se iba a mi polla y mamaba un rato y continuaba de manera metódica unas cuantas veces. Al cabo de un rato y teniendo mi rabo duro como una espada romana el tío me pone una goma y sin decir palabras se sienta sobre mi polla. Al principio costó que entrara pero una vez adentro el tío hizo todo el trabajo de entrar y salir. El tío pegaba unos gritos y jadeaba pero yo no entendía si era italiano o algún dialecto.

Le dije que me corría. El tío entendió. Se levantó rápido causándome algo de dolor. Me quité la goma y comencé a pajearme. Salió de mi polla abundante leche. Mientras me corría el tío se pajeaba y a pesar que su polla estaba muy lubricada no terminó de ponerse erecta. Ya corrido le pregunté si me quería follar, pero el tío sonrió, me dio unas palmaditas en el muslo izquierdo y se fue.

Salí. Me duché. Me tomé otra cerveza. En el bar otro tío se acercó y acarició mi muslo derecho, me invitaba a ir a un sitió más privado pero le dije que no, que muchas gracias, que iba de salida. En las duchas otro tío me hizo una mamada express mientras otro se acercó a lamer mis pezones. Ninguno era guapo, ¡pero vaya que desinhibidos! 

En los vestidores dos tíos me invitaron a ir uno de los apartados y allí mismo le comí la polla a cada uno. Luego uno se dedicó a mi polla mientras que otro se dedicaba a mi ojete, todo eso mientras llegaban tíos a cambiarse y eran indiferentes -o respetuosos- ante la escena. Les dije que era delicioso pero tenía que irme. Volví a las duchas y luego a los vestidores, esta vez sin ninguna putinovedad.

Ninguno de los tíos era guapo ¡pero vaya que bien te hacían sentir! ¡Estaba tan agustito!

Quizás el próximo verano me pase unas dos semana puteando por Roma. No sé. Ya os contaré.

(Roma, septiembre de 2017 )

4 comentarios:

  1. Guapos o feos, que más da, aparte de ser eso bastante relativo y muy personal. Evidentemente no digo que uno tenga sus preferencias, pero creo que lo importante es la actitud (que se puede ver ya de muy principio) y la compatibilidad de gustos (eso uno se da cuenta ya entrado en acción). Pero a partir de ahí, al paraíso ;-)

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    1. La verdad sea dicha: polla es polla, lo demás es decorativo. Yo no me fijo tanto en lo guapo o feo de alguien sino más bien del morbo y de las ganas que tenga de pasarla bien, del buen rollo. Caí en la trampa de la publicidad con jóvenes mancebos, jejejeje

      Gracias por escribir

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  2. Bueno, no te gustaron los tipos pero te hicieron disfrutar. ��La vida te da sorpresas �� sorpresas te da la vida��
    Has vuelto a Roma?
    Un abrazo,
    Hotdardo ��

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    1. ¡Ni que lo digas! ¡Qué pollones!

      No he vuelto a Roma y menos después de la pandemia.

      Gracias por escribir

      Abrazos

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