Cuando buscaba
información sobre lugares de cerdeo en Buenos Aires me encontré que estaban
activos dos cines con programación para adulto, a lo cual supuse que también
eran sitios de cruising. Como este blog se inicio como un homenaje al Cine
Duque de Alba o Tirso de Molina, una de las últimas salas x en morir en Madrid
y, considerando que mis primeros recorridos de vicio, continuos y furtivos eran
en una sala x, pues consideré una obligación visitar alguna de estos espacios.
Me decanté por el Cine Ideal que quedaba a pocas calles del hotel en el que me
estaba quedando. ¡Otra puticasualidad!
El Cine Ideal
queda en el corazón del Buenos Aires, a pocos metros del obelisco y entre las
avenidas principales de la 9 de julio y Corrientes. Está justo en una callecita
que durante el día es muy transitado. El cine abre de 12 a 22 hrs. La fachada es
de cristal, desde afuera se ve la antesala, la taquilla, otra taquilla para
dejar las cosas y si no vas caminando muy de prisa puedes destinguir escaleras
a un lado y al fondo las puertas de las salas de cine.
Apenas entrar el
típico olor a cloro, desinfectante, semen de todos los cines, era una evocación
de los olores del Duque de Alba e incluso del Cine Arenas en Barcelona. ¿Todos
usarán la misma marca de productos de limpieza? El lugar es muy retro, con una
ambientación muy simple pero que da sensación era de los años setenta u
ochenta. Luego de pagar la entrada se pueden dejar bolsos y abrigos en otra
taquilla, esta es atendida por un tío que toma tus cosas y las tira por ahí. Es
muy fácil que alguien se pueda llevar algo, por lo cual, en esta ocació y con
mucho miedo, dejé una mochila que llevaba y le pedí al tío que por favor la
escondiera, que no quería perder las cosas; allí tenía yo dinero en efectivo,
las tarjetas de crédito, el DNI y el pasaporte. Puede haber ido al hotel y
regresado, pero el puteo y la curiosidad pueden más.
En planta baja
hay dos salas de cine: una grande y otra más pequeña, en ambas se exhibe
pornohomoerótico. Al subir las escaleras te encuentras una antesala, hay baños
y una sala pequeña de cine hétero. Luego hay más escaleras, a mitad de camino
te encuentras con lo que yo denominé sala grande. Si sigues de largo hay otra
sala más pequeña. Todas con pornohétero.
En esta primera
incursión divisé travestis que luego me enteré cobraban por los servicios
ofrecidos. Hay muchas salas, mucho espacio, también oscuridad en su justa
medida. El tamaño es un problema, porque por ejemplo, en una me fui detrás de
una de las travestis, ella me hizo señas con los ojos para que la siguiera y en
alguna esquina o alguna sala me desorienté y la perdí. Lo peor es que luego di
varias vueltas y nunca la encontré.
Decidí quedarme
en la sala grande, en el segundo piso. Habían varios tíos y travestis caminando
que iban de aquí para allá. Me siento en el centro, me bajo los pantalones y
comienzo una paja invocadora: dícese de aquella paja que espera atraer a otros
machos para compartir pajas-mamadas.
No pasan ni dos
minutos y se sientan junto a mí un vejete. Comienza una conversación sobre la
película. Ya me conozco esta historia: el tío es muy tímido y no sabe como
abordarme. Al notar mi acento se excita más y habla hasta por los codos, le
digo: ¿Quieres mamar? El tío me responde: “¿no te molesta? He querido pero me
daba vergüenza”. Le ofrezco polla y le doy de mamar. Es de mamada suave. El tío
será tímido pero experiencia en estas cosas se nota que tiene. De pronto deja
de mamar y me dice que el no paga por eso. Le digo que no se preocupe, que yo
lo hago por placer.
El tío se vuelve
a meter de cabeza en mi polla. Chupa suave, con saliva. Ha descubierto que mis
cojones están rasurados y juega con ellos. De vez en cuando se dedica solo a
lamer mi capullo. También ha descubierto que para su fortuna estoy produciendo
mucho presemen, por lo cual, se dedica a pajearme con suavidad mientras
juguetea con la punta de la lengua directamente en mi uretra. El tío no se
despega, se está dando un homenaje con mi polla. A lo lejos se ve algo de
acción: follan a un travesti. Más allá dos tíos se magrean casi desnudos, de
pie en uno de los pasillos laterales, detrás de mí escucho acción de dos tíos
pero no sé si follan, maman o pajean. Le digo al tío que estoy por correrme y
me pide que le acabe en la boca. Lo hago. No puedo evitar y doy unos dos gritos
maricones de placer, el tío no se separa de mis huevos para nada. Le digo que
necesito descansar.
Me limpio con un
kleenex, le doy otro al vejete que agradece la cortesía. Estoy algo
nervioso porque dejé la mochila en manos de quien no confío. Decido salir del cine y
volver luego sin prendas que dejar guardadas y disfrutar del sano puteo.
(Buenos Aires,
julio de 2018)
Una rica mamada hecha con dedicación, eso está genial. Y el tipo se llevó su recompensa.
ResponderEliminarEspero que no perdieras la mochila....
Hotdardo ��
Demos gracias que huelen a cloro, y a productos desinfectantes jejeje, eso es muy buena señal.
ResponderEliminarCuantos años ya sin disfrutar de los placeres ocultos de las salas de cines. Ya va para seis años , desde que cerraron el cine Arenas!
ResponderEliminarPor cierto, el olor a productos de limpieza no me desagrada y de hecho no es mala señal, aunque puede dar idea de mala ventilación.
Lo que me desagrada profundamente es el olor a ambientador barato, que más que perfumar, apesta, que fue muy caracteristico del cine Arenas, al menos en sus últimos años. Era dulzón y tremendamende pegajoso. Media hora allí y la que sudaras un poco salías apestando al susodicho ambientador. Hubo una temporada que les dieron por hacer un dia a la semana frankfurts en el bar del cine, y juntado los tres olores, ambientador, productos de higiene y frankfuts (que mira que me encantan), más de una vez me habían dado arcadas.
Muy valiente dejando las cosas en aquella taquilla. Yo hubiera ido al hotel a dejarlo, a que te pillaba cerca. Bueno, ya habría salido con lo mínimo imprescindible ;-)