Sábado, 13 hrs.
Salí antes de lo esperado
de una reunión de trabajo. Decido ir de puteo a la Sapiens. Como puto precavido
llevo conmigo el jock y el arnés, el cockring lo dejé en el hotel. Al entrar
a la sauna el panorama era desolador: unos diez o doce tíos. Como las
instalaciones son grandes es fácil que la energía esté difuminada, esparcidas en
los rincones donde uno no alcanza a ver. El efecto del jock y el arnés parece no interesar, los pocos tíos que hay apenas
me miran.
Decido ir al cine.
Vacío. Tan solo la misma putipelícula de siempre. Entro al apartado que está en
el lateral derecho de la pantalla: vacío. Voy al lateral contrario y solo está
en la camilla un tío bocabajo, desnudo. Quizás está esperando que lo follen,
pensé. Me acerco en plan magreo, acaricio sus piernas pero el tío me dice que lo
deje dormir, que más tarde será. No digo nada, doy dos
palmaditas de agradecimiento y lo dejo. No soy de los que insisten ni como activo,
ni como pasivo, yo entiendo cuando NO es NO; suena tautológico, pero me he encontrado
con unos tíos que insisten en estas situaciones y algunos incluso son violentos.
En ese apartado
hay una especie de cofre de madera, es grande: 140 cms de alto x 233 cms de
largo x 40 cms de profundidad; es decir, me siento y quedo perfecto para dar de
mamar a quien quiera. En otras ocasiones me han dado allí buenas mamadas y
lamidas de culo. El tiempo pasa, mis ojos se habitúan a la oscuridad. El tío de
la litera ronca. No entra nadie, no hay nadie. Pasan los minutos. Doy otra
vuelta.
40 minutos de
vueltas se resumen en una cerveza tomada en el bar y un magreo con un tío en la
zona de los apartados que no pasó de allí. De regreso al cine había un poco más
de movimiento y, efectivamente, el jock y
el arnés han perdido su encanto. Un vejete de 70 años, que estaba sentado en
uno de los sofás del cine pide mi “pija”, quiere mamar. Accedo, me siento junto
a él. El tío disfruta mamar sin quitarme el jock,
además, se entretiene acariciando el arnés y jugando con mis pezones. A mi
cabeza entra un dilema: dejar que el tío mame y correrme, seguramente en su
boca, o dejarlo como una mamada anecdótica, fortuita y seguir en la búsqueda de
putiplacer. De todas maneras, yo tenía la tarde libre, así que si me corría
podía descansar en algún apartado y retomar la faena más tarde. Me relajo y dejo
que mis cojones decidan. Pero el tío decide. Me pide que me corra en
su boca, que él no tiene apuro, que puede estar mama-que-mama toda la tarde; yo
le digo que no hay problema y, efectivamente dejo que mis cojones decidan.
Logré mantener la erección y el morbo hasta que el orgasmo toca mi uretra. Le
digo al tío, comienza a mamar suave pero constante, aprieta la raíz de mi pene;
como si me conociera comienza a acariciar mi ano, no había intensión de entrar,
eran caricias anales para excitar y correrme, cosa que hago. El tío, al igual
que casi todos los tíos de Buenos Aires, se traga mi semen.
Afortunadamente,
mis cojones fueron sabios y tomaron la decisión correcta. El resto de la tarde
hubo mucha acción pero yo no me inmiscuí
en ninguna. Sentí que el jock y el
arnés jugaron en mi contra: algunos me veían inaccesible, otros como
pretencioso, y salvo un par de osetes que me magrearon en el laberinto, no pasó
nada más.
A las 21 horas salí
de nuevo a caminar por la ciudad de la furia.
(Buenos Aires, agosto de 2018)
Realmente resulta decepcionante acudir a un local y que la inactividad sea la reina del lugar, y con poca predisposición a que nadie haga nada por lo contrario.
ResponderEliminarMenos mal que al menos tuviste una buena mamada. Sabios tus cojones, jeje ;-)
Es cierto que pudiera dar esa impresión lo del jockstrap y arnes, aunque en realidad era solo tu fetiche. Pero visto el panorama del publico presente ese dia, cualquier cosa.
Haz caso a tus cojones, que son sabios y tienen experiencia jjee
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