[Transcripción de unos apuntes que hice una libreta en el bar de la sauna Homosapiens mientras tomaba una cerveza]
En realidad, he
venido a la Sapiens más de diez veces desde la primera vez. No he llevado un
registro exhaustivo de cada visita. En líneas generales la paso bien, como
cualquier sauna hay días de más actividad que otros. Por ejemplo, hoy el
movimiento está a media máquina tirando a lento. Llegué de primero a las 12 hrs
y no hice nada de nada hasta las 13:30 hrs cuando estuve en plan morreo y pajas
con un tío de rasgos indígenas. A continuación, os cuento ese cruising.
Después de dormir
una siesta a puerta cerrada en uno de los apartados de la planta alta, fui a
por una ducha y luego bajé al cine. Poco movimiento. Es martes y los maricones
como que no están entusiasmados. En uno de los apartados del cine —recordad que
los apartados del cine no tienen puertas—, encontré lo que me pareció el cuerpo
de una mujer. Como os he contado, en la Sapiens me tropecé en distintos
momentos con tías que iban a follar, por lo cual no me pareció descabellado que
hubiese una descansando en el cine. Sin embargo, inmediatamente descarté que
fuera una tía porque van acompañadas de algún tío que las “cuida” y varios
hombres a su alrededor que se las quieren follar. Me acerco, acarició muslos y
espaldas. Se voltea, era un tío con un cuerpo femenino. Me invita a acostarme
con él, nos vamos a por morreo y pajas. Tiene una polla larga, grosor promedio,
capullo mediano, erección sólida. Quería que hiciéramos un 69, así cada uno
cataba la polla del otro y en algún momento alguno de los dos asumiría rol
activo. El tío indígena prefería caricias, besos, pajas y lamidas de pezones.
Estuvimos largo rato en eso hasta que llegó un tercer tío y quiso tocar el
culete del indígena quien, gentilmente, le quitó la mano. Pero el tercer tío
insistía, yo le quité la mano y le dije en voz alta que por favor nos dejara
solos. El tercer tío insistía, la tercera es la vencida, el indígena se fue
abruptamente sin despedirse de nadie. El tercer tío se quita el paño y quiere
darme de mamar, yo estoy cabreado así que me marcho sin decir nada. Estuve en
búsqueda del indígena para retomar las caricias, pero no lo encontré.
Luego de eso di putivueltas. Hubo magreo con varios tíos que no terminaron en nada. Por último, un
vejete me invitó a ir con él a uno de los apartados del cine en donde nos
dedicamos a las mamadas y caricias. Yo lo follé. Como siempre me pidió que me
corriera en su boca. Experiencia agradable pero no trascendente.
Después de una
ducha bajé de nuevo al bar a comer un bocadillo y tomar una cerveza. Fui a los
casilleros y extraje mi libreta del trabajo y ahora escribo estas anotaciones.
Entra y sale gente, por lo general tíos entre los 40 y 55 años.
Creo que me
marcho, ya os contare.
[Luego
de transcribir esto]
Efectivamente me
marché. Di otra putivuelta y no había ánimo en el ambiente. Pasé por el
laberinto y no había nadie. Otro día será.
(Buenos Aires, agosto de 2018)
Me encanta como tanto tu como el perrete (de penumbra) anotais las aventuras en un blog de notas. Cuando este en un local de estos, pensaré si sois vosotros.
ResponderEliminarQue plastas y mal educados son los tíos plastas. Y sobretodo los que te joden el plan y encima quieren que sigas con ellos.
ResponderEliminarTan difícil es aceptar que no se es bienvenido, desistir y buscar otro rollo? Cuando me pasa, no gasto energías inutilmente.Me largo y punto.
Dominus, yo las anotaciones las hago ya de vuelta a casa/Hotel, aquella misma tarde/noche si hay mucho que contar, para que no se me olvide. A veces es casi el relato entero, las menos, a veces, cuatro apuntes generales. Pero la mayoría de veces es en los dias siguientes. Sólo cuando voy a publicarlo es cuando trabajo el borrador para hacerlo legible. ;-)