jueves, 3 de febrero de 2022

Llueve sobre Madrid


Noviembre de 2021, semana del puente. 

Llueve sobre Madrid. La Montse pasa la noche en casa de sus padres, así que yo le digo que me voy de cañas con los colegas, que llegaré a casa de madrugada, excusa perfecta para volver al Naked. Cada sauna o local de sexo tiene su público y sus características. No sé definir las del Naked porque, por lo general, es un grupo muy heterogéneo, aunque con frecuencia ligo con los tíos maduros. Llego pasada las 9 pm, hay poco movimiento. Luego de desvestirme, voy a la barra en donde hay cinco tíos, conversan de todo un poco. 

Doy una vuelta por el cuarto oscuro, me encuentro con un tío mayorcete que está “amamantando” a un crío. El vejete, seguro y con buena verga, pide que me arrodille y coma también de su polla. Muy amable de su parte, por lo cual, sin pensarlo dos veces, me puse de rodillas. Pude ver mejor al crío: unos 22 años, barba cerrada, rapado y con un hambre voraz. Pensé que no compartiría la polla conmigo, pero todo lo contrario, me cedió el rabo del mayorcete mientras él se dedicaba a los cojones y a lamer el culo.  

Estuvimos largo rato compartiendo la polla. De vez en cuando, me daba besos con lengua con el crío. Luego de unos minutos, el mayorcete pidió que nos pusiéramos de pie, él se arrodilló mientras se devoraba las dos pollas. El chaval y yo nos tratamos como amantes. Estuvimos de pie, dando verga al vejete mientras nos comíamos a besos y lamíamos los pezones. Todo con morbo, lentitud y placer.  

El mayorcete se dedicó a lamer el culo del crío, mientras que éste se puso en cuatro patitas mientras me comía la polla. Estábamos jugando y la pasábamos muy bien. A veces, yo alejaba mi verga, dura y erecta de su boca y la dejaba al aire para que la contemplara. En otras ocasiones, era el chaval el que pedía oxígeno y dejaba mi verga al aire.  

El mayorcete había lubricado bien el culete del chaval, el cual fue follado no sin cierta dificultad por el vejete. El vejete era un oso hermoso, de unos 50-55 años de edad, todo lleno de pelos blancos y una polla de tamaño promedio, pero de grosor considerable. En los primeros intentos de folleteo el crio descuidó mi polla porque no paraba de gemir de placer. El oso mayorcete era muy amable, no paraba de preguntar “’¿Te duele? ¿La saco? ¿Estás bien, tío?”. A lo que el chaval solo gemía de placer y podíamos identificar en el gemido que nos decía: “Duele, pero no pares. ¡No te atrevas a sacarla! ¡Rompe el culo!”.   

A nuestro alrededor pasaban los tíos, algunos se quedaban mirando, otros nos ignoraban. En varias ocasiones el osete y yo pedimos que se nos unieran a la fiesta, pero no hubo respuesta favorable. 

“Cosas de la lluvia”, pensé. 

Y decidí dar otra vuelta. 

(Continuará) 




2 comentarios:

  1. Pues yo me hubiera unido sin pensarlo, jaja
    Me encanta compartir polla, o estar arrodillado y tener dos para mí.
    Uff...

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  2. Por allí viene una de mis crónicas, hubo una de esas tarde pospandémicas que tuve dos hermosas pollas para mí solo. Fue una sesión exclusivamente oral, ¡pero una delicia!

    Gracias por escribir.

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