jueves, 23 de junio de 2022

Un viejo puto (Federico en Madrid)




Os he hablado mucho de Federico. De origen argentino, visita Madrid con frecuencia. Fue mi primer follamigo, una relación que existe desde hace casi 30 años. Podéis leer esa y otras historias aquí.  

Me escribe por WhatsApp. Él, su esposa y sus hijos pasarán varios meses en Madrid y estará una larga temporada en la capital. Me hace ilusión verle. Es un puto, un viejo puto. Fede me corrompió, fue el primer tío que me enseñó a estar con otros tíos, me enseñó que lo mejor del mundo es el sexo entre hombres cuando somos varios y se comparte. 

Luego del mensaje no vuelvo a saber nada de él. Mes y medio después me dice que están instalados y que no ha tenido tiempo para vernos. Me dice para encontrarnos en la sauna Príncipe, pero el horario en que él puede, yo no puedo, cosas de follamigos. Sin embargo, le digo que vaya él, que disfrute al máximo antes de que la Comunidad de Madrid cierre todo de nuevo por el covid y tal. 

Al cabo de dos días, como no he sabido nada de Fede, le escribo preguntándole cómo le fue en la Príncipe. 

Me llama. Federico prefiere hablar cuando el tema es puteo, no le gusta dejar rastros por mensajes de textos o notas de voz que pueda olvidar borrar. Si bien, la parienta no es celosa y no le revisa el teléfono, no quiere cometer ningún error que le cueste cuarenta años de sagrado matrimonio. 

Le escucho su voz, esa voz con típico acento porteño. Me dice que fue a la Príncipe sin esperar mucho y se encontró con dos jovencillos que iban con ganas de lucir sus dones sexuales con los vejetes de la sauna. Que lo follaron dos veces y se tragó dos pollas, cada una más deliciosa que la otra. Que quería que se corrieran sobre él o que le dieran la leche, pero que uno de los chavales se corrió dándole por el culo y el otro se corrió con una hermosa paja que no le dio tiempo al Fede de ponerse de rodillas y tragar el semen del chaval. 

Mientras Fede hablaba, pensé lo agradable que será tener al Fede más cerca. Ambos bisexuales, con parejas heteros y sin celos de ningún tipo. 

Le pregunto que cuándo nos vemos, que le quiero dar “un abrazo” (eufemismo de follar). Me da posibles fechas y quedamos en vernos primero en un hotel. Quiere follar con calma y, sobre todo, lamer mi culo. 

Cosas de un viejo puto, pensé.

(Continuará) 

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