miércoles, 14 de agosto de 2024

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 5) - Regreso a la Homosapiens



 



No os voy a negar que tenía el culo dilatado, estaba exitado tan solo de saber que volvería a la Homosapiens. Si leéis las crónicas de Puteando en América y revisáis directamente la entrada de Sauna Homosapiens, encontraréis mis aventuras del 2018, en aquella ocasión toqué el cielo y en esta visita pospandemia, no fue la excepción. 

Como disponía desde las 12 h hasta las 19 h de lunes a viernes y todo el fin de semana libre, serían largas e intensas jornadas de puteo. Para no perder tanto tiempo en el toqueteo y en el arte del “tú sí, tú no, decidí armar un pequeño ajuar para que el puteo fuera atrevido y de la manera más directa posible, enviar la señal de que estoy disponible para lo que sea.  

Tengo entendido que los códigos de pañuelos de colores se usaban en la década de los 70 en Estados Unidos, la idea era no perder tiempo e ir a saco. De esa manera había colores que significaban si eras pasivo, activo, versatil, mamador o anal; con esto se ahorraba tiempo al momento de buscar con quien homoputear. 



Decidí comprar unos suspensorios naranjas, que se entendiera que iba dispuesto a todo, pero solo conseguí de color rojo. Había otros con diseños y colores de la bandera LGTBXYZ, pero creo que se podría prestar a confusión. De igual modo, recordé que en la Homosapiens iba un público de maduros, que quizás no conocían los códigos y un grupo de chavales, que quizás por la juventud podrían no conocer nada de los códigos. De hecho, yo mismo en bares y saunas de Madrid no presto atención a los colores. Entonces, para no perder tiempo y no andar recorriendo los sexshops de Buenos Aires –que hay miles-, me decidí por unos minisuspensorios rojos con ligas negras. 
 
El siguiente artículo que compré fue un arnés. Pensé que, tanto el suspensorio como el arnés invitan a tocar. En mis otras sesiones de puteo cuando he usado alguna de estas prendas, por lo general no pierdo tiempo y siempre se me acercan algunos tíos, aunque sea para meterme el dedo en el culo o comerme la polla. Lo del arnés estuvo un poco más difícil por la talla. Si bien vienen en modelos ajustables, había uno rojo que me quedaba muy bien pero una de las correas me tapaba una tetilla, no quedaba simétrico, si bien no soy neurótico con estas cosas, me parecía que debía dejar las tetillas disponibles para que las tocaran, besaran, lamieran o como me paso, que me mordieran las tetillas mientras me acariciaban con una mano el arnés, con otra la polla.



De esta manera, conseguí un arnés parecido a la de la imagen, pero más delgado. Igual, creo que la combinación de suspensorio rojo con arnés negro no estaba nada mal. Además, no hay que olvidar que el toqueteo y las mamadas se dan en medio de la penumbra, en donde la oscuridad ayuda a desdibujar los rostros y ocultar las imperfecciones del cuerpo, esto último, en el caso de aquellas personas que tengan algún complejo. 

Para complementar el morbo y el puto decidí comprar un plug anal de metal, como el que aparece en la fotografía.


Compré el más pequeño. De este modo, si llegaba algún momento de horas muertas en la Homosapiens, podría autocomplacerme analmente con un plug en el culo. Además, si conservaba el plug en buenas condiciones, podría llevarselo de obsequio a la parienta, como un souvernir para follar después de varios meses fuera del lecho.  

Por último, me armé de unos 20 preservativos y dos tipos de lubricante: uno, el tradicional de gel a base de agua y otro con sabor a frutas tropicales. Me disponía así a pasar una buena temporada de encierro entre machos. 

Con todos estos implementos me sentía listo para visitar la Homosapiens.






 
 

 




1 comentario:

  1. El arnés debía de llevar incorporado alguna pequeña mochila para tanta cosa, no? Es broma... ;-) . Buena idea lo dar ese segundo uso al buttplug . Y al arnés. ¿Te lo llevasta para Madrid de vuelta?. Esperando la acción en la Homosapiens !!

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