miércoles, 28 de agosto de 2024

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 6) - En la Sapiens

  

 



Como buen puto llego una hora antes de que abran. Estaba comenzando a hacer frío, así que entré a un café que queda justo en la esquina de Gascón y Guardia Vieja. El café es pequeño, buena calefacción y buen servicio, se llama Almendra. Me siento en una ventana desde la que diviso la entrada de la Sapiens. La mesera que me atiende me regala una sonrisa que pareciera decir: “esta marica desea que le revienten el culo”. Bueno, en realidad eso lo estaba pensando yo.  

Me pido un café con leche, luego otro y luego, otro. El tiempo se pasa muy lento para mi gusto. Tengo algo de ansiedad, llevo conmigo el plug, condones, lubri, arnés y suspensorio y quiero usarlo todo al mismo tiempo. Eso sí, compartido entre varios machos. Se mezclan en mi cabeza el recuerdo de viejas experiencias con la fantasía de lo que me pudiese esperar.  

El reloj marca la hora de abrir: 12 h. Pero nada. La reja metalica permanece cerrada. ¿Y si no abrió más después de pandemia? Lo hubiera conseguido por Google. Abro Google Maps, busco la Sapiens y, en efecto, sale que acaban de abrir. Ahora son las 12: 15 h y nada de nada. Ya he pagado los cafés y no me apetece más nada. No quiero comer, prefiero tener el estómago vacío durante las primeras caricias y posibles envestidas, bien sea que me toque de activo o de pasivo. 

Llegan las 12:30 h, sigue cerrado y decido acercarme. Justo al frente a tres abueletes esperando. Viciosos, pensé. Me les acerco y les pregunto si vienen a la sauna. Dos de ellos se ponen nerviosos, pero el tercero, el más marica de los tres me dice que sí, pero que no han abierto. Que después de la pandemia tardan en abrir, eso sí, para cerrar son muy puntuales los hijosedeputa. Yo digo que soy maricón con ansiedad. Ríen y los otros dos tíos se relajan. El vejete marica me pregunta si es primera vez que vengo y les digo que no. Que me la pasé muy bien en 2018 unas semanas que estuve en Buenos Aires.  


Ellos son tres amiguetes, tratan de venir cada sábadom aunque a veces no coinciden. Dos, los más tímidos, son heterocasados, con nietos y todo; el vejete marica es marica y punto, aunque de closet; pero como nunca se ha casado ni le han conocido mujer, pues la heterosociedad lo considera raro. Los vejetes casados se inventan que se van a jugar cartas los sábados en la tarde y juegan, sí, pero otras cosas. Pasan los sabados encerrados en la Sapiens. Los casados regresan a casa temprano para cenar con la familia. El vejete marica se queda hasta que lo sacan. 


Abren el Sapiens y entramos. 




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