miércoles, 6 de noviembre de 2024

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 11) - Glory holes!


  




 



Volví al día siguiente. Era domingo y quería probar los glory hole, una fantasía y anhelo que había tenido desde hace años.  

Soy de los primeros en llegar. Doy una putivuelta y cuento que somos apenas seis. Estamos esparcidos por toda la Sapiens y parece que no hubiera nadie. Me encuentro con el vejete-marica del día anterior en la entrada del cine. Nos saludamos y, allí mismo, me obsequia una mamada de bienvenida. Lo percibo concentrado. Intuyo que quiere dedicación exclusiva. Me dice al oído, mientras me pajea, que subamos a un apartado. Que me quiere lamer el culo y sentir como mi leche se corre sobre su pecho. Le digo que puede ser el lunes o más tarde, que no quiero correrme todavía. Dice que está bien, no pasa nada. Se arrodilla, sigue mamando y luego, nos despedimos. Antes de correrte, me dice, me buscas que me quiero tragar toda tu lechita. Asiento con la cabeza y me ruborizo, es un cumplido que se quieran tragar el semen propio. Por lo menos, con las tías que he estado, apenas una me confesó que le gustaba tragar semen. Todas las demás, incluyendo las más pervertidas, nunca les gustó. Ni si quiera pienso en intentarlo con la parienta. La Montse es pervertida-anal y, en cuanto al sexo oral, le doy un 7/10; pero de allí a tragar semen. Nada de nada. 

Me siento en el primer sofá que está frente a la pantalla del cine. Pasan los minutos y me duermo. Una siesta de no sé cuantos minutos. Me despierto y todo sigue vacio a mi alrededor. Decido dar una vuelta por los glory y el espacio promete. Las circunferencias están lisas, no hay riesgo de que el mamador y el mamado se hagan daño. Reconozco que si el mamado se mueve contra el panel de madera, tiembla toda la tabla. Para el mamador, no hay donde sentarse, ni apoyarse. Toca estar de rodillas, cual penitencia, o agacharse, con el dolor que eso implica. Estoy en ese estudio preliminar de campo cuando maricón salvaje aparece. 

En un principio vi a uno, pero luego terminaron siendo tres. Tres tristes tíos que buscaban una polla que mamar. Se acercaron y entraron por el lado de los mamadores-pasivos. Yo estaba de ese lado y salí hacia el lado del mamado-activo. Como no quería perder la oportunidad, me quité la toalla y metí mi polla en el tercer glory hole que queda desde el muro hasta la salida. Alguno de estos tres va a querer mamar. Y cuál sería mi sorpresa que las tres criaturas se arrodillaron del otro lado y comenzaron a chupar mi polla. 

(Continuará) 





miércoles, 23 de octubre de 2024

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 10) - En la Sapiens




Luego de conversar con el vejete-marica, pensé en los colegas-hombres que hubieran llevado una vida gay de forma abierta; o que hubieran hecho algún recorrido bisexual. Es increíble como la educación heteronormada influye en ese sentido. En el caso de los tres amigos, lograron consolidar una amistad homoerótica que se ha mantenido durante épocas. Las esposas de los otros dos tíos parecieran no sospechar o ser indiferentes a la conducta de sus heteromaridos. Desde luego, si la rutina es que todas las tardes de los sábados los tíos se encuentran para jugar a las cartas y regresan puntuales para la cena familiar, pues como que no es sospechoso. 

Mi padre acostumbraba a jugar a las cartas en distintos bares del barrio los sábados por la tarde. Cuando se hacía la hora de la cena, mi madre me obligaba a buscarlo y como el viejo no salía de un circuito de bares dentro del barrio, pues lo encontraba con facilidad. De hecho, nunca regresé a casa sin él. Nunca pensé que mi padre tuviera otra familia o que estuviera de putas o putos. A lo mejor tuvo una vida monógamamente aburrida, dedica al trabajo, a Dios y a la familia. Quizás una que otra mañana se escaparía al Cine Duque de Alba, eso nunca lo sabré. 

Estaba en estas cavilaciones cuando mi polla comenzó a ponerse morcillona de nuevo. Había tenido un encuentro lleno de morbo, saliva, besos y caricias con los vejetes; pero la polla me pedía más. Me extrañó que me apetecía ser activo, pues me había predispuesto a ser versátil; pero como al cuerpo hay que darle alegría y cosa buena, decidí dar una putivuelta para ver que conseguía. En la mayor parte de la sauna hacía frío, no había suficiente calefacción. La zona caliente era literalmente, la más caliente: en la pantalla del cine y sus laterales.  

Me acerqué a la zona de glory holes, pero no había nadie. Volví a introducir mi polla y me imaginé lo placentero que sería. Luego me pasé hacia el otro lado que estaba oscuro y que deduje que era la zona de mamar. También me puse en posición de mamador e intuí que no iba a ser fácil mantenerse mamando. Tendría que agacharme o arrodillarme y ambas posiciones me cansarían rápidamente. Pensé en comprar una banco o una silla plegable, así podría sentarme a mamar largo rato; pero creo que el arnés, el suspensorio, el plug, los condones, el lubricante y la silla era como muchos artilugios para estar dando vueltas por la sauna. 

Me senté en el sofá que estaba frente a la pantalla a ver porno; es decir, veía porno sin verlo. En realidad estaba esperando que apareciera algún tío y pasar el rato. Para ser sábado y cerca de las 17 h el día estaba muerto. Habían entrado varios vejetes, pero se quedaban en el segundo piso, hacia la zona de apartados. Tampoco es que fueran mucho, por lo que la putienergía estaba dispersa. Pensé en volver al casillero, buscar el lubri y el plug y jugar conmigo mismo un rato; pero en eso apareció un tío delgado, edad entre 30 y 45 años. Ya sabéis que en la penumbra es muy dificil determinar la edad de los tíos. El tío delgado me preguntó si me podía sentar con él. Yo no le respondí con la voz, saqué de un lado del suspensorio mi polla.  

La maravilla del lenguaje corporal. El tío se sentó junto a , me ofrecuna divina mamada. Chupó y acaricio huevos y culo. Estuvo mama que mama entre el capullo, un rato los huevos, un rato su lengua en el culo mío; luego era pezones y repetía. Estuvo así un buen rato. No me quería correr, pues quedaba los glory hole pendiente; pero en todo el tiempo que estuvimos en nuestra faena no pasó ningún cristiano. Me corrí en la boca del tío delgado. Se tragó mi lefa y lo agradeció.   

Aunque no había probado las delicias de los glory estaba satisfecho. Me di una ducha y regresé al hotel. Al día siguiente era domingo de puteo y volvería de nuevo a la Sapiens. Y allí sí, probaría los glory como activo y putipasivo. 




 

 

miércoles, 9 de octubre de 2024

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 9) - En la Sapiens

 



Luego de la jornada de sexo con los vejetes, tomé una ducha, comí un bocadillo y dormí la siesta en una sala que está entre el bar y la entrada del cine. Me costó dormir porque hacía frío y el único sitio en el que hacía calor era en detrás de la pantalla. No hacía calor en el sentido metafórico del término, es decir, allí funcionaba bien la calefacción. Debéis recordar que, mientras en Europa los agostos son de calor infernal, hacia el sur es invierno y, si bien Buenos Aires no es tan frío como Madrid, la temperatura oscila entre 1° y 0° C, lo que hace que una buena calefacción sea necesaria. La vez pasada que estuve por estos lados, la calefacción funcionaba en todos los espacios; cosa que recuerdo porque mi opción de entretenimiento era ir a la Sapiens a recibir calor, tanto en culo y cojones como en el cuerpo. En esta ocasión, quizás la crisis pospandemia o la falta de clientes hizo que la gerencia no pusiera la calefacción a tope. Además, apenas eran las 14 h y no había casi nadie. Por ello, quizás esperan a que se llenase para calentar todos los espacios. 

Luego de la siesta voy al bar a por un café. Allí me encuentro con el vejete-marica que había decidido descansar. Los otros dos vejetes, los más “hombrecitos”, estaban entretenidos comiéndole la polla a un negro. Éste negro yo nunca lo llegué a ver. Estabamos solos en el bar, así que, con la comodidad que brindaba el local y la seguridad de que solo nos veríamos en la Sauna el vejete-marica me comentó de cómo terminaros siendo un trío de viejas maricas. 

En el verano de 78, en plena dictadura militar, ellos tres trabajaban pintando casas. Un día los contrataron para pintar un departamento con grandes ventanales que daban al frente de una azotea. Ellos estaba cuatro pisos más arriba y con una avenida de por medio. En esa azotea apareció un tío en lencería femenina a tomar el sol cada mañana. Los tíos lo miraban y un día, el más macho del grupo, el vejete-macho le lanzó unos besos desde el otro lado. El marica de la azotea lo miró, pero lo ignoró. Al día siguiente se marica de azotea extendió una sábana gigantesca en donde estaba escrito el número del departamento en el que estaba y se acostó, boca abajo con el culo al aire y desnudo. Los tíos se rieron. Pero la misma escena se repitió una y otra vez, durante varios días. Hasta que el vejete-macho dijo: “Me lo voy a coger. A esa marica me lo voy a coger. Marico es quien se deja cojer, no el que coje”. Los otros dos tíos se animaron. Fueron al edificio del frente, llegaron al departamento y les abre la puerta la marica de azotea; que en ese instante era más alto y mejor formado de lo que se veía. Vestía una bata rosa, transparente y por debajo no llevaba ropa interior, lo que les permitía apreciar una enorme polla. ¡Mira que habían tardado”, dice la marica de azotea!¿Un té helado o nos comemos los rabos de una vez por toda”? Entonces en ese instante, el vejete-macho-macho, el que dijo que marico es quien se deja cojer, no el que se coje, se puso de rodilla y se llevó esa enorme verga a la boca como si nunca hubiera sido alimentado en su vida. Era la primera vez que se metía una verga a su boca, como supieron después. Los otros dos se sumaron a toquetear a la marica de azotea, que terminó siendo el más macho y activazo de los cuatro. Así, cumplieron con una rutina casi diaria durante un mes de almuerzo en los brazos del placer. 

Pero ¿qué pasó después del homoputeo con el “marica” de la azotea? Pues, quedó un pacto entre los tres y de vez en cuando se encontraban para putear. De esta manera, los tíos habían conservado una putiamistad por más de cuarenta años. Habían follado en el Cine Ideal, se turnaban las casas de soltero para follar hasta que se fueron casando los dos tíos con sus matrimonios respectivos. Llegaron los hijos, los nietos y ahora la jubilación. En todo este año había sido una amistad duradera en el que se mezclaba amistad, con sexo y amor. Porque algo me quedó claro, estos tíos se gozaban entre ellos como verdaderos amantes, como amantes de toda una vida que disfrutaban a cada momento la compañía, la polla, huevos y culos y lefa de los otros.