miércoles, 21 de julio de 2021

Attack en tiempos de confinamiento



He ido muy poco al Attack, no soy su público, no es mi sitio. Sin embargo, en octubre de 2020 y harto de la situación de confinamiento decido ir; además, era el único sitio de puteo abierto en aquel momento en Madrid. No tenía tiempo para ir de cruising al Carrefour de San Fernando y he perdido la práctica con las apps. 

Llego a las 17 hrs. Hay restricción de aforo pero tuve suerte, al cabo de un rato eramos 15 y no dejaban entrar gente, se comienza a formar cola en la entrada. Yo seguí mi protocolo de desvestirme y dar putivueltas, vislumbré que no estaría nada fácil. Alguien comenta que hay que apurarse, a putear rápido para que los demás también disfruten de las instalaciones. Otro tío le responde que no, que él se toma su tiempo, que la Comunidad de Madrid ya ha jodido bastante. Yo desaparezco.

Me quedo alrededor de una hora y quince minutos, algunos magreos, algunas mamadas, nada relevante. Cuando he decidido irme me topo con un tío con arnés, de unos 34 años, cuerpo definido sin exagerar, barba de cuatro días, moreno pero con ojos claros. Nos vamos a por morreo. Besa bien, sabe como usar los dientes, aprieta sin morder completamente. Intercambio de mamadas. Su polla es normal, tirando a pequeña, no me desagrada. Intercambiamos lamidas de culo y hacemos revisión anal: su culo está muy cerrado como para que lo folle, yo por mi parte toda una putita, dilatado y lubricado como vagina de quinceañera. Me pongo de espaldas y me folla de pie. Da embestidas rápidas. Me dice que se quiere correr, le pregunto si quiere darme su lefa en la cara, para cuando me volteo es demasiado tarde, se ha quitado la goma y se ha corrido con una paja, cosa que hago yo también. Después de las pajas, magreo de rigor. Nos separamos.

Después de todo no la he pasado tan mal. Salida de  Attack sobre las 19:15 hrs.


Octubre de 2020.

miércoles, 7 de julio de 2021

Sauna Homosapiens [6° visita] Buenos Aires, Argentina. Puteando en América

 

 


[Transcripción de unos apuntes que hice una libreta en el bar de la sauna Homosapiens mientras tomaba una cerveza]

En realidad, he venido a la Sapiens más de diez veces desde la primera vez. No he llevado un registro exhaustivo de cada visita. En líneas generales la paso bien, como cualquier sauna hay días de más actividad que otros. Por ejemplo, hoy el movimiento está a media máquina tirando a lento. Llegué de primero a las 12 hrs y no hice nada de nada hasta las 13:30 hrs cuando estuve en plan morreo y pajas con un tío de rasgos indígenas. A continuación, os cuento ese cruising.

Después de dormir una siesta a puerta cerrada en uno de los apartados de la planta alta, fui a por una ducha y luego bajé al cine. Poco movimiento. Es martes y los maricones como que no están entusiasmados. En uno de los apartados del cine —recordad que los apartados del cine no tienen puertas—, encontré lo que me pareció el cuerpo de una mujer. Como os he contado, en la Sapiens me tropecé en distintos momentos con tías que iban a follar, por lo cual no me pareció descabellado que hubiese una descansando en el cine. Sin embargo, inmediatamente descarté que fuera una tía porque van acompañadas de algún tío que las “cuida” y varios hombres a su alrededor que se las quieren follar. Me acerco, acarició muslos y espaldas. Se voltea, era un tío con un cuerpo femenino. Me invita a acostarme con él, nos vamos a por morreo y pajas. Tiene una polla larga, grosor promedio, capullo mediano, erección sólida. Quería que hiciéramos un 69, así cada uno cataba la polla del otro y en algún momento alguno de los dos asumiría rol activo. El tío indígena prefería caricias, besos, pajas y lamidas de pezones. Estuvimos largo rato en eso hasta que llegó un tercer tío y quiso tocar el culete del indígena quien, gentilmente, le quitó la mano. Pero el tercer tío insistía, yo le quité la mano y le dije en voz alta que por favor nos dejara solos. El tercer tío insistía, la tercera es la vencida, el indígena se fue abruptamente sin despedirse de nadie. El tercer tío se quita el paño y quiere darme de mamar, yo estoy cabreado así que me marcho sin decir nada. Estuve en búsqueda del indígena para retomar las caricias, pero no lo encontré.

Luego de eso di putivueltas. Hubo magreo con varios tíos que no terminaron en nada. Por último, un vejete me invitó a ir con él a uno de los apartados del cine en donde nos dedicamos a las mamadas y caricias. Yo lo follé. Como siempre me pidió que me corriera en su boca. Experiencia agradable pero no trascendente. 

Después de una ducha bajé de nuevo al bar a comer un bocadillo y tomar una cerveza. Fui a los casilleros y extraje mi libreta del trabajo y ahora escribo estas anotaciones. Entra y sale gente, por lo general tíos entre los 40 y 55 años.

Creo que me marcho, ya os contare.

 

[Luego de transcribir esto]


Efectivamente me marché. Di otra putivuelta y no había ánimo en el ambiente. Pasé por el laberinto y no había nadie. Otro día será.


(Buenos Aires, agosto de 2018)