martes, 28 de diciembre de 2021

Memoria y cuenta 2021


 

Fui poco puto durante 2021, o mejor dicho: fui un puto con poca actividad. Quizás lo más memorable de las putiaventuras de este año fue mi primera vez en Torremolinos, en especial la visita a Quero que sigue siendo, incluso a la fecha de hoy, una visita inolvidable. Local pequeño, pero acogedor y cogedor.

Siento que la pandemia y la postpandemia han jodido un poco todo. En mi caso, no termino de tener una rutina de puteo, y esto no se debe a que ahora vivo con la Montse, quizás la comodidad de tener un chocho cerca hace que me vaya por lo fácil; desde luego que una polla es una polla y cada una vale su peso en oro y esperma. 

Revisando el blog me he encontrado que casi todas las entradas han continuando en la línea de las aventuras de Puteando en América. Esto se debe a que, aprovechando los límites impuestos por razones sanitarias y laborales, decidí sacar los apuntes y borradores de las putiaventuras. Ahora bien, aún tengo más cosas que contar, pero casi todo se sigue circunscribiendo al puteo con Federico, a las pollas de la Homosapiens y a los travestis del Cine Ideal. Las historias están allí, esperando por una revisión-edición y a la espera de ver si me animo a publicarlas. Digamos, las publicaré, eso es seguro, pero cuándo, no lo sé. En la postpandemia me he tomado las cosas con calma. Una de mis crónicas postpandemicas favoritas fue la de Isabel, y no precisamente porque sea de lo mejor que yo hubiera escrito, me parece que muestra un poco la situación  de incertidumbre que estábamos en 2020..., y bueno, recordando la experiencia, la tía sabe como tratar un culete de macho, sodomizarlo con ternura y acariciar con suavidad la prostata.

De puteando en América he llegado a la conclusión de que se puede cerdear en todas partes y que en las grandes capitales algunos locales y sitios de cruising, por lo general están ubicados en zonas de fácil acceso para los oriundos y los turistas. No os voy a negar que hay uno que otro más lejos, pero siempre el instinto de puteo os llevará por los correctos caminos. La información de internet a veces no es suficiente o está desactualizada, pero vamos, que las ganas están allí y se encuentra algún modo de resolver.

Para finalizar, al igual que escribí el año pasado, no sé que historias se publicarán en este blog el próximo año. Lo que sí sé es que os deseo un 2022 lleno de sexo, morbo, orgasmos y placer, que creo es, a fin de cuentas, a lo que hemos venido a este mundo.

miércoles, 22 de diciembre de 2021

Puteo navideño. Cata anal en The Ring


 


23 de diciembre, 2021 

 

Diciembre había sido el mejor mes de puteo. La parienta dedica estos días a la compra de regalos con la familia, como casi todas son mujeres, le digo a la Montse que me siento algo incómodo, que necesito mi espacio, a lo cual accede sin problemas.  


Así que el viernes, 18 de diciembre de 2021, ella se queda a dormir en casa de sus padres. Me voy a The Ring. 9: pm. 


Local medio lleno. Intensa actividad. De inmediato me tocó hacer de activo y en menos de 15 minutos  había probado el culete de tres pasivos. Era una especie de cata anal, éramos varios activos y nos fuimos turnando. Cuando me voy a follar al cuarto tío, este me invita a que le haga pissing. No es algo que mole, pero coincidió con mis ganas de hacer pis, así que le eché una buena meada, mientras lo mojaba otro tío me exploraba el culete, pensé que me metería un dedo o me follaría, pero no pasó de allí.  


Luego del pissing me voy a descansar y voy a por una cerveza, pero a los cinco minutos en la barra un tío quiere caña, me susurra al oído algo, solo entendí la palabra sling. Por lo cual, nos fuimos al sling. Tenía un culete muy bien lubricado y mi polla entró con facilidad. Probamos todos los ritmos: rápido, lento, furioso, dulce. Le digo que me voy a correr y me pide la lefa en su boca, cosa que hago con placer. Todo un morboso el macho, no derramó ni una gota.

 

Nueva sesión de descanso. Dejar que la Providencia haga conmigo lo que quiera. Me apetece degustar una polla y que me follen un ratito a por culo. Como ha quedado en evidencia que esa noche iba en plan activo, los tíos que se me acercan piden polla, pero no doy más, y necesito descansar. A uno de los tíos le explico mi situación y él, muy amable, me dice que es pasivo, pero que si le trabajo la polla me puede follar. ¡Manos a la obra!  


Nos vamos a un rincón y comienzo con la mamada. ¡Una polla gigantesca! En estado morcillón la degusto con algo de dificultad, cuando se pone dura, solo puedo jugar con el capullo. Nos vamos al sling, el tío me ayuda a subirme, se le afloja la polla, le digo que me la ponga en la boca mientras él me lubrica aún más el culo. Llegamos a un punto de morbo en el que le digo que me la meta sin goma. El tío accede, pero en el primer intento se corre fuera. En fin, el jugueteo estuvo bien. No me reventaron el culo como hubiera querido, pero el sabor, textura y forma de la polla del “pasivo” me había satisfecho el instinto del gusto.


Voy a por otra cervecita. Mucho magreo y mamadas. Regreso a casa sobre la 1 AM. Montse manda un Whatsapp, que almorzamos mañana, quizás ella deba quedarse una noche más en casa de sus padres.


Pues nada, toca puteo navideño.

 

miércoles, 15 de diciembre de 2021

Contacto bucoanal

 




Justo después de leer un relato del blog En la penumbra de Perro (leer el relato aquí), tuve ganas de putear. Durante el confinamiento no había ido a saunas, y en 2020 no tuve oportunidad de puteo. Como si fuera poco, la Comunidad de Madrid había decidido retomar el confinamiento y muchos locales estaban cerrados, los pocos abiertos tenían restricción en el número de putiparticipantes. Montse se fue a pasar el día con sus padres y yo decido visitar la Octopus en donde siempre follo, mamo, todas las anteriores y más. 

Soy de los primeros en llegar. Me cambio y al dar la primera putivuelta cuento diez tíos, la mayoría ronda los 40 años. Entro a la sauna seca, me siento junto al único tío que había, comenzamos con el clásico magreo sobre la toalla, después de palpar tamaño y grosor compartimos unas mamadas. Todo agradable más no trascendente. El tío tuvo un ataque de calor y se marchó.

Decido ir al baño turco. No había nadie, así que me lo tomé con mucha calma y disfruté del vapor.

Voy a por una ducha, dos o tres tíos pero nada de nada.

Paso a por una cerveza en el bar, converso un poco de nada con el bartender y luego me voy al cine.

En el cine, luego que la vista ha recuperado su visibilidad saunil, veo a un tío entre los 55-60 años, calvo, barba cerrada, completamente blanca, pecho peludo y blanco, el tío estaba desnudo haciéndose una pajilla en plan ‘¿quién quiere esta pollita?’. Era una polla de unos 19 cms, se veía bien a lo lejos. Como no confío en mi vista decido acercarme. El tío literalmente me recibe con los brazos abiertos y decido probar la polla. ¡Era una polla exquisita! Huevos rasurados, además el tío se había perfumado con alguna colonia de olor suave y a la vez masculino que lo hacía apetecible. El tío palpó mi polla y vi en su mirada que le gustó.

—¡Vamos a una cabina y hacemos un 69!

Por el acento era extranjero pero no pude identificar de dónde. No le quise preguntar porque en mi casa me enseñaron que no se habla con la boca llena.

Después de más mamadas nos metimos en una cabina. De inmediato el 69. Mutuo sexo oral. No hay mayor cosa que contar, todo se resume en mamar, lamer, pajear; eso sí, con mucho morbo y deleite. Al cabo de un rato el tío pasa al siguiente nivel, me ha comenzado a lamer el culo, como hacía años no me hacían. Para que mi culo quedase cómodo a su paladar, me ubiqué de tal manera que mi polla y mis huevos quedaran presionados en el pecho peludo del macho. ¡Qué delicia! ¡Mamada de culo y polla recostada en vellos fuertes y duros! ¡Gritos de placer!

Yo me pajeaba y comía esa polla que, por lo demás, no era nada desdeñable. Lo más agradable era el olor de los cojones. ¿Se habría puesto perfume en los cojones? Lamí el ojete del tío par de veces, pero no me lo permitió por razones obvias: al ser ambos cuerpos tan distintos, si yo acercaba mi cara a su culete, el tío perdía contacto bucoanal con mi culo. Al final desistí y me dejé llevar. Literalmente, me embriagué de placer. ¡Era una delicia la mamada de culo y la polla en su pecho!

Le pedí que me follara. Yo llevaba tiempo deseando un buen cipote en en mi culo. Pero el tío dijo que el era oral, que no le gustaba follar. Pues nada, guapo, que me relajo y sigamos…, pero en un rato me corro.

Efectivamente, después de un rato, nos corrimos. El tío me dijo que se quería correr en mi pecho, cosa que le permití. Así que nos pusimos cómodos, yo boca arriba y él sobre mi pecho de rodillas. De su cipote salió un hermoso chorro de lefa. El primer chorro me llegó a la mejilla izquierda al mejor estilo peli porno. Los demás fueron potentes, pero no tanto. Leche abundante y caliente. Cuando el tío había finalizado me corrí yo con una no menos abundante corrida.

Nos miramos, nos reímos y luego el tío se fue. Así no más, sin decir su nombre o dar las gracias. Menos mal que no me enamoro, porque si no, la que se arma.

Salí a ducharme con mi pecho lleno de semen, orgulloso y deseoso de mostrarlo a los otros machos… pero en el trayecto no me topé con nadie.

Luego de eso, dos cervecitas, par de putivueltas y me fui a casa.

 

(Sábado 17 de octubre de 2020)

miércoles, 1 de diciembre de 2021

Sauna Homosapiens [ 7° visita ]

 



Visita a la Homosapiens, Buenos Aires, agosto de 2018.

Me he convertido en un habitual de la Sapiens. La voy a extrañar cuando regrese a Madrid. Las instalaciones no son nada del otro mundo, pero por lo menos, en las primeras horas están limpias. Lo que más me gusta es el morbo y la variedad de la peña. Como en siempre en locales de este tipo hay días de días.

Me acerco un jueves alrededor de las 15:30 hrs. Voy al cine y noto movimiento al fondo, al lado de la pantalla, en el apartado del lateral derecho. Decido ir. Entro y me pongo la toalla en el cuello, me estimulo con una paja. Hay mucho movimiento en la zona. El mejor día de la sauna son los domingos por la tarde, va mucha gente, pero a veces puede pasar que un día de semana hay peña. 

En lo que llego al apartado está lleno de gente. No cabe un alma. Cuerpos contra cuerpos. Hay tocamientos de manera descarada y escucho varios tíos a quienes les están dando a por culo. Todo el mundo se toca, el morbo que me produce es increíble. Hay gente de todo tipo y de todas las edades. Noto que los más jóvenes hacen de activos dando de mamar a varios vejetes. Pero que no os engañen, logro ver que en medio de la penumbra un vejete de unos cincuenta años le está dando caña a por culo a un chaval de unos 18-22 años, a la vez el chaval está mama-que-mama a otro vejete. 

Me tocan, me pajean. Me meten dedos en el culo y mi ojete, el putito está dilatado. Dejo que entren dedos por quien sea, menos cuando siento que el dedo viene con uña. ¡Y mira que si lo he dicho! ¡si os gusta meter dedos en los culos evitad las uñas! Un milímetro de uña se siente como un kilometro de asfalto. Dedos que habrán tocado otros chochos, otros culetes entran a mi ojete. 

En un rincón me voy a por morreos con un vejete mientras siento que una polla se acerca por detrás. Al tacto tiene goma y le falta lubri. Le paso un sobre y sin quitar mi lengua del primer vejete siento que el tío que está detrás se acomoda para entrar. Entra muy fácil. Soy una zorra, me digo. Me folla con una facilidad impresionante. Hace calor y los cuerpos no dejan respirar. Mi vista se ha habituado a la oscuridad. Veo mejor. Nadie es guapo, pero eso no importa. Es un juego de morbo y de pasarla bien.

Me gusta que en medio de todo hay camaradería. Hay intercambio de todo: lubri, gomas, culos, pollas, todo se comparte. Todos muy motivados. Mientras estoy en el medio, siendo follado por detrás y besándome por el frente con un vejete, mi polla había estado descuidada hasta que llega un chaval que se arrodilló y me regalo una buena mamada. Sentí que múltiples manos me sobaban y otras urgaban mis cojones.

Yo estaba a mil y sentí que me iba a correr. ¿Qué hacer? No había vuelta atrás. Le digo al chaval que estaba arrodillado mamando que me voy a correr. El tío hace el sonido clásico de "córrete en mi boca". El tío que me folla decide meterle caña. El tío que me besaba decide ir a por mis tetillas. ¡Listo! Me corrí pegando gritos. Creo que fui quien más gritó en esa sala. 

Me separé de los cuerpos que siguieron en la faena. Me fui a por una ducha y a descansar. 

Luego de la ducha y de un descanso di una vuelta por los apartados del segundo piso, allí también había fiesta.

En un apartado había un vejete entre 55-65 años con un rabazo de padre y señor mío. Entro, el tío se pone en cuatro patitas mientras cerraba la puerta. Lo follé otro culazo. Tenía un culo prieto que se dejaba hacer. Alrededor se oían gemidos, puti gemidos de placer. No siempre hay este ambiente, hoy la peña estaba desbocada. 

Me lo pasé de lujo. Después del vejete me fui a descansar otro rato. Luego di más putivueltas pero en plan reconocimiento. No follé ni me follaron. Me di por satisfecho.



miércoles, 24 de noviembre de 2021

νοσταλγία (Nostalgia) y pornografía


 

Este no es un post para hablar contra la pornografía. ¡Todo lo contrario! Como industria del entretenimiento para adultos es esencial que exista con plena libertad, comercio legal del contenido y seguridades para sus actores, productores y técnicos. 

Tan solo me estaba duchando en casa y recordé que llevo años sin ver porno. Es decir, años sin sentarme a ver conscientemente pornografía. Porque cuando veo el porno de los cines de saunas o bares de sexo, ni presto atención. Miro con indiferencia, mis ojos están en la pantalla, pero mi cabeza está donde siempre: ¿follaré o no? ¿degustaré un buen rabo o no?

Llegué a la pornografía  nada más y nada menos, que por una tía a la edad de los 12-13 años, en 2° de ESO. Era una chica que estudiaba conmigo, nada guapa en aquel entonces. Su padre tenía una colección de revistas pornos que la tía tomaba prestada para deleite nuestro. Indudablemente, no entraré en detalles de la cantidad de pajas que me hacía en aquella época. Hoy en día me pregunto si la tía en cuestión también se masturbaba, a ella le molaba ver como los varones nos peléabamos por una u otra revista. ¿Qué habrá sido de la vida de esa tía? Quizás hoy en día es gerente y dueña de algún sexshop, o se dedicó a la pornografía, quizás la descubrieron y la encerraron en un convento. Lo único que recuerdo es su nombre: Carol; pero del apellido, nada de nada. ¡Y mira que la he buscado en la página de Facebook de  mi cole..., pero no sale ni por error. La tía tenía desde Playboy hasta Amantes. Tenía comics, pero yo en aquel momento no los aprecié, prefería ver a una tía de verdad, de carne y hueso, aunque fuese en fotografía.

La primera cinta de peli porno la vi cuando un amiguete, al año siguiente, me prestó una peli que tenía lo clásico para el auditorio heterosexual: un tío follando a dos tías, una tía bailando sola y masturbándose. Luego una escena lésbica, luego una escena de dos parejas héteros en donde los machos no se tocaban, a pesar de que las tías jugaban y la pasaban de maravilla entre ellas. 

Para mi era difícil, por no decir imposible, disfrutar en paz como buen adolescente en casa, pues vivíamos mi padre y mi madre,  tres hermanas y yo. Era una casa pequeña en Vallekas de tres habitaciones: Mis padres dormían en una, mis dos hermanas mayores en otra, y yo compartía una habitación con mi hermana menor. ¡Y un solo puto baño! Así que si me quería matar a pajas tenía que usar el baño de último o esperar a que todos durmieran, tomar una manta e irme a la sala, en actitud de dormir, pero dándole suave a la zambomba. Creo que en alguna madrugada mi madre se dio cuenta del movimiento debajo del nórdico..., pero de eso nunca habló. En casa siempre había gente entrando y saliendo, sin olvidar que mi madre era una presencia fija: sólo salía de casa para ir de compras o ir a la iglesia. El televisor estaba en la sala, era imposible ver porno, así fuese de madrugada. Estuve casi siete semanas con la peli en mi mochila hasta que uno de los amiguetes pone a disposición su casa, era hijo único y sus padres lo dejarían solo en casa por una urgencia que tenían que resolver. Éramos nueve chavales, con las hormonas a millón viendo porno. Todos éramos heteroeducados, y si bien se notaban los paquetes hinchados, nadie tocó a nadie. Cosa que debo confesar, menos mal que no pasó, porque hubieramos dejado la casa echa un desmadre: lefa hasta en el techo.

Fui creciendo. En toda mi adolescencia llegué a comprar unas dos o tres revistas pornohetero, pero no tenía donde esconderlas; así que terminaron en manos de mis amigos.

No recuerdo cuándo, ni cómo fue; pero la primera porno que me abrió los sentidos bisexuales fue una peli muy clásica: dos parejas hetero, primera parte: follada de pareja hétero 1. Segunda parte: follada de pareja hétero 2. Tercera parte: escena lésbica con las tías de las parejas anteriores. Cuarta parte: una orgía entre las parejas en la que un macho, una vez que había penetrado a una tía, el otro macho le lame el culete y le entierra la polla con gusto. Recuerdo esa polla como si fuera ayer: enorme, venosa, cabezona, viril. Fue entonces cuando que me dio curiosiodad por estar allí y ser follado por un macho mientras jugaba con un chocho. 

Pasaron los años. Cuando me mudé solo ya era grandecito y si bien compré algunas pelis y revistas, no pasa mi colección de siete revistas y dos pelis, todas de línea hétero. La Montse las encontró limpiando y hasta le dije que si quería las botará, que andan por ahí comiendo polvo. Pero la Montse, como buena historiadora del arte considera que son artículos culturales patrimonio de la humanidad. Y cuando más grande descubrí las Salas X de Madrid como el Duque de Alba o Carretas, pues ya no me interesaban las pelis, prefería ser el protagonista o por lo menos el actor de reparto de mi propia vida. 


miércoles, 17 de noviembre de 2021

LGTB+QIXYZ


 


Desde hace algún tiempo para acá he sido pasivo. No es algo que me inquiete, tan solo lo comento porque hay días de días.

A veces son semanas y hasta meses. Sin embargo, últimamente me cuesta conseguir activos bien dispuestos. Cuando voy de activo es más fácil conseguir al pasivo que al revés. Pienso que debe ser también la actitud y el corazón (y el ojete) que uno le ponga.

Mucho alcohol, tabaco y poppers influyen, pero no soy de esos. Todo lo contrario, salvo un cervecita con los colegas o un vino con la Montse, pues, no me meto cosas. En mi juventud ser pasivo era mal visto por mis colegas del cole, que la verdad sea, no sé cuantos de ellos terminaron dedicados tiempo completo a la faceta homosexual. Pertenezco a una generación en que vivíamos en el closet y, cuando decidimos salir..., pues yo me quedé encerrado. ¡Y no por la familia! Si no que me apetecen las tías y eso de tías con "mente abierta" no es verdad. 

Mis amigas dicen que pueden tener una relación de amistad con gays y bisexuales, pero rechazan abiertamente tener una relación con un chico bi. La respuesta es un NO rotundo. Los colores de la bandera LGTB+QIXYZ desaparecen de sus miradas. Aunque la mayoría dice no tener problemas en meter un dildo a por culo a su chico. Cosa que se agradece, pero que estoy seguro no hacen. 

Cuando me voy de saunas yo procuro dejarme llevar y tener sexo sin complejos. No os voy a negar que a veces voy en plan pasivo, pero si toca ser activo, pues toca. Con suerte encuentro a algún versátil de verdad, es decir, un tío que otorga polla y culo sin inconvenientes. No es frecuente, pero pasa.

Cuando follo con una tía, pues lo de activo es natural y obligatorio, aunque he tenido relaciones hetero en donde las tías juegan con mi ojete. No lo hacen con la frecuencia que me gustaría, pero me ha pasao. En los tríos HMH..., pues he tenido pocos. Prefiero los tríos HHH y cuando me toca en el medio o de pasivo absoluto ¡a disfrutar que el mundo se va a acabar!

Quizás es una cuestión de la edad, digo, esto de ser pasivo. Si bien mantengo buenas erecciones pues la verdad que desde hace varios meses me gustaría estar en un sling y que me llenen el culo de lubri y metan los dedos y polla por él. Pero esto tampoco es cotidiano. No es que uno dice: "me voy al sling de la Octopus a que me den a por culo" y uno consigue ese cometido. Por lo general, son más las horas de meditación, de paciente espera que paso en el sling y menos, o casi nada, de actividad anal. 

En fin, que a uno le da por ser viciosillo y dar culete, no al mejor postor, sino al que quiera y sepa aprovechar.

miércoles, 3 de noviembre de 2021

¡200 posts!


 

Llegué a doscientos posts y me pregunto muchas cosas, en realidad, quizás sólo una: ¿Cómo he llegado hasta aquí? Cuando inicié el blog lo hice con la idea de que fuese un espacio recreativo personal, para nada pensar en ser bloguero tiempo completo o algo por el estilo. A medida que ha pasado el tiempo podéis apreciar que hay cambios en el estilo de escritura y que, en ciertos períodos hay más atención a algunos temas que otros, eso sí, todo gira en torno al puteo gay, al sexo placentero con tíos anónimos y sin compromisos. He tratado de tocar la temática hétero y bi pero es la que menos interesa ¡y no es que yo espere que leáis todo! Simplemente mola cuando te leen. 

En los últimos años la temática del blog ha girado en dos grandes temas: el puteo que hice por distintos países en América en 2018 y parte del 2019, y desde luego la pandemia, que lo que ha hecho es que ejercite la memoria de uno que otro cruising. A lo largo de todas estas experiencias está la presencia de Montserrat con quien vivo en pareja. Yo pensaba que tener una pareja hétero no me permitiría el puteo, antes de la pandemia nuestros horarios eran lo suficientemente amplios y versátiles que siempre encontraba tiempo para el puteo gay. A diferencia de otros tíos bi, cuando tengo relaciones con otros hombres no me siento culpable ni nada por el estilo, lo hago por placer, puteo puro. Indudablemente que si la Montse se entera se arma la de Dios. ¡Qué le vamos hacer!

Continuaré con mis putiaventuras en la medida que la pandemia y mi ánimo lo permitan.

 ¡Os seguiré informando y gracias por estar allí!




miércoles, 27 de octubre de 2021

Último puteo antes de la pandemia


 


Durante los meses de confinamiento pensé en cuándo había sido la última vez que me había ido de puteo. A diferencia de todo lo que disfruté durante mi viaje por América entre 2018 y 2019, el 2020 fue un mal año para putear en Madrid. Es cierto que Montse y yo habíamos decidido vivir juntos y, a pesar de las circunstancias a nuestro alrededor, follamos a lo bestia. Pero en toda relación se pasa de la lujuria a la rutina, y pues me apetecía comer pollas, pero la situación de los locales no era la más idónea.

Pasé meses pensando cuándo había ido la última vez que me había comido una polla y fue justo con Monte, tomando un café en la terraza de un café en posconfinamiento lo recordé: Octopus, entre finales de enero y principios de febrero de 2020, os cuento lo que recuerdo de ese día.

Estoy seguro fue un día de semana pues había poco movimiento en el local, los sábados y domingos ya conozco el ambiente de puteo. En algún momento coincidimos cinco tíos en la sauna húmeda y pues nos fuimos de pajilleros. Recuerdo que eran unos chavales muy majetes y al poco tiempo uno de ellos se arrodilló e hizo que fuese el centro de atracción bucal. No recuerdo mucho de esa situación, alguien sugirió ir al sling y me dejaron solo con el chico que estaba mamando. Su mamada era grandiosa y se había compenetrado con mi polla, al cabo de un rato me corrí en su boca.

Creo que después fui a las duchas y luego al bar, es mi rutina. No recuerdo más. ¡Y pensar que esto ha sido un ejercicio de memoria de mi último puteo antes de la pandemia!

 

(Madrid, 5 de diciembre de 2020)

miércoles, 13 de octubre de 2021

Croquetas


 


Vuelvo de nuevo al Attack, el horario vespertino en tiempos de pospandemia me beneficia: la Montse piensa que sigo en la oficina y puedo estar a mis anchas en plan puteo.

Llego un día de semana, puntual a las 16 hrs y me encuentro que cambiaron el horario, ahora se entra a partir de las 17 hrs, había fila. Después de cambiarme, salgo del ropero, sigo de largo por el bar y decido entrar a la zona de chill-out. Putivuelta de reconocimiento, identifico en el ambiente que hoy será uno de esos días en que no pasará nada de nada. Ya lo he comentado en otras ocasiones, no soy el tipo de cliente de Attack, si bien paso por sugar daddy los críos se van decantando por pollas exageradamente grandes o buscan chavales similares. Este fue uno de esos días.

En resumen, cinco chavales tenían toda la atención, no estaban mal pero tampoco eran una cosa extraordinaria; lo peor, los demás tíos cayeron en el juego de ven, acércate, no me toques, tú sí, tú no… y así se nos iba la tarde. Los chavales estaban en todo su derecho de jugar cómo y con quién querían, lo malo es que la fauna concentró su atención en ellos, no había posibilidad de subgrupos o parejas. De esta manera, en toda la tarde solo degusté dos pollas, ambas rechazadas por el quinteto de chavales, entendí bien por qué: pollas pequeñas, las croquetas del bar que frecuento son más grandes. Sin embargo, cumpliendo con el compromiso de puteo adquirido les di una buena mamada, pero los tíos se pusieron en plan salvaje, tipo macho man y tal y querían follarme la boca a lo bestia, quizás lo hubiese permitido porque la verdad es que las pollas no eran grandes y no me harían daño, pero me cabreó la actitud.

Más putivueltas. Apareció un negro espectacular con el cual los críos se entretuvieron largo rato. Pude apreciar en medio de la poca luz que el tío tenía una polla descomunal, calculo unos 22,3 cms, polla tan gruesas que no cabe en la boca. Los críos estaban ahí, acariciando al negro y peleando por esa polla, la cosa era en serio: tanto era el deseo de los chavales por esa polla que en un rincón encontré a dos que casi se iban a puños por la verga del negro. El negro parecía escultura egipcia: erguido, con su enorme cipote, mirada perdida en el infinito, él se dejaba hacer en la cruz de San Andrés.

Yo seguía sin mayor acción. En un rincón otro chaval que no iba en grupo, me dio una buena mamada, me puso una goma y me pidió que lo follara. Lo intentamos pero no entraba, debo reconocer que el chaval tenía actitud, pero una cosa es uno y otra el culo. Después de largo rato logro que entre hasta la mitad (unos 10,2 cms de mi polla) pero creo que al tío le dolió y se fue sin avisar. Me quedé con la polla erecta y mi capucha presta para reventar más ojetes, pero nada se divisaba en el horizonte universal.

Y así pasé el rato. Nada de nada. Todos pasaron de mí y los pocos que querían algo andaban apurados, querían folleteo a la bestia y pues, ¡venga! No estaba de humor.

Regreso a casa sin correrme con la fortuna que la Montse quería que le diera a por culo. Caricias, morreo, lubri y pá’dentro. Le doy caña, pero a la tía le comienza a doler el culo así que me corro con una paja sobre su espalda. Nos duchamos. Hora de la cena: hoy toca croquetas.


(Madrid, 17 de octubre de 2020)

miércoles, 29 de septiembre de 2021

Crónica de pandemia

 



La Comunidad de Madrid ha impuesto de nuevo el confinamiento, en medio de esta situación y bajo la presión de mi polla, que deseaba ser manipulada por otros machos, tuve la extraña fortuna de ser una de las pocas personas en entrar al Attack, los dueños del local idearon un sistema por turnos que permite a los que no entren en un grupo entrar en la otra con el límite de aforo. Yo tuve la oportunidad de entrar entre los primeros a las 16 hrs. y no tardé mucho dentro, en media hora ya había vaciado los cojones.

            Después de cambiarme, me encuentro en el pasillo con un tío alto, algo mayor, calculo unos 50 años, pero aparentaba más, por la estructura ósea supuse que era angloparlante o nórdico, no sé nada de estructuras óseas, hablo desde el prejuicio. Lo cierto es que nos gustamos y nos metimos en el cuarto oscuro, efectivamente era angloparlante, australiano.

            Nos dedicamos a las mamadas. El tío tenía una polla morcillona que lograba mantenerse firme durante la mamada. Era una polla pequeña para la proporción de cuerpo del australiano, pero era excelente para mí, era de agradable pajear y me la podía llevar a la boca por completo sin que me ahogase. El tío era un mamador compulsivo y en mi polla halló la atención que necesitaba. Mamaba con mucha saliva, a veces se detenía solo en el glande; además, tenía una barba de tres días que, cuando la pasaba por mi capullo me enloquecía. Hubo poco pezoneo, todo se limitó a mamadas.

            En varios momentos combinó la mamada con lamidas de culo, cosa que me volvía una zorra. En medio de esto nos fuimos a por morreos, no hay duda que el tío era un experto en el aspecto oral: mamar, chupar, lamer. Estábamos dando una buena escena. El tío y yo estábamos dispuestos a que se incorporase más gente pero la peña estaba tímida, cosa que me parece inaudita pues estábamos limitados de tiempo y espacios en este Madrid pospandémico que parece más un “nueva normalidad” que otra cosa. Cada tío que pasaba cerca le hacíamos señas, el australiano sin pudor alguno les tocaba la polla…, pero nada, es como si estuviésemos untados de algún repelente.

            Continuamos en plan mamadas hasta que le avisé al tío que me corría. Él pidió que me corriese en su boca, cosa que hice y disfruté porque el tío sabía en qué momento presionar y en cuales no, para que fluyera mi leche y disfrutase mi orgasmo. El tío cogió toda mi lefa en su boca y cuando terminé, la escupió en el piso. ¡Venga! ¡Nada mejor para evitar el puto virus chino que dejar rastros de semen y saliva en cuartos oscuros! Me iba a despedir del tío, pero en cuestión de segundos ya estaba metiendo la boca en otra polla.

            Al salir, había una fila de unos cuarenta tíos esperando para entrar. ¡Qué putos todos!

(Madrid, 12 de noviembre de 2020)

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Heteromacho


 


Lo llamo Alfredo. Era un tío entre los 46-50 años, habitual de la sauna Octopus.

Era un pajillero profesional: le gustaba pajear y ser pajeado. No le gustaba otra cosa. A veces dejaba que le comieran la polla pero no más de allí. 

Especialmente, entre 2016 y 2017 por razones de trabajo tenía libres los jueves en la tarde, por lo cual, alrededor de las 14 hrs. yo me iba a la Octopus y de vez en cuando me topaba con Alfredo.

Tenía una polla de tamaño promedio pero era gruesa por encima de la media, por lo cual era de fácil pajear y entraba a la boca no sin cierto trabajo. Por lo general, los puntos de cruising para pajear eran en la piscina y la sauna de vapor. Si iba un jueves y nos encontrábamos íbamos a saco: nos metíamos al cuarto de vapor a por unas pajas. En varias ocasiones nos metíamos en un apartado, le gustaba que le comiera el capullo pero no que le lamiera las bolas y menos que le tocara el culo. Sólo una vez me metió la primera falange del dedo corazón en el culo y yo estaba dispuesto a que me follara, pero no quiso, se hacía el heteromacho. A pesar de ello, en par de ocasiones nos hacíamos pajas y él pedía que me corriera sobre su pecho, luego se corría. 


Recuerdos gratos.


(Madrid, 4 de noviembre de 2020)

miércoles, 1 de septiembre de 2021

Puta en recesión


 



Madrid es cerrado de nuevo por la pandemia, el puteo se hace difícil, bares, saunas y clubes de sexo cerrados. No me anima ir a zonas de cruising. Decido visitar a Isabel, ella es una abuela que se dedica al oficio más antiguo del planeta y fue la puta con la que perdí la virginidad. Lo explico mejor: yo en aquel entonces no era virgen, tan solo nunca había estado con una puta, a los 18 o 19 años contacté a Isabel y follamos. No fue una follada memorable pero no estuvo mal. En aquel entonces la tía tenía unos cuarenta y tantos años, era aún guapa y como mujer madura sabía cómo tratar la polla de un crío que desea descubrir heterosensaciones.

La llamo, me dice que está sola en casa de su hija en Majadahonda, su hija se fue de viaje y la casa necesita atención, así que Isabel pasará esta nueva temporada de confinamiento allí, que si quiero me acerco que ella me da “un servicio” de primera. Le invento a Montse que debo buscar archivos en la compu de la oficina, que regreso en un par de horas.

Llego a donde está Isabel, me tiene preparado chocolate y churros, le digo que para después. Vamos directo al cuarto de la hija que tiene una cama gigante. Isabel lo ha preparado todo: varias capas de toallas, iluminación tenue, música china que pretende ser de relajación. Vamos directo al grano: masaje descontructurante en la espalda, boca abajo; después me apetece que me coma la polla y ahí vemos.

El masaje me lo hace desnuda. Se mueve fuerte y con precisión a pesar que su cuerpo es el de una señora de su edad, está bien conservado a pesar de las arrugas y carnes flojas. Como sabe que soy bi Isabel no pierde tiempo y desde los primeros momentos masajea mi culo, ha introducido los dedos varias veces y al percatarse que está limpio me regala una lamida de culo. Es cierto que un macho lame mejor, pero no me quejo. Me pongo boca arriba, la tía va directo a la polla, me abre las piernas, me mete el dedo en el culo y en cuestión de segundos me corro en su boca: abundante lefa mezclada con saliva y el aceite que usó para los masajes.

Descansamos boca arriba. Le comento a Isabel que el masaje estuvo de maravilla, buena mamada, orgasmo intenso, la música no me convence. Me responde que al parecer va a tener que dedicarse a los masajes normales, ya tiene setenta años y ya nadie la llama, ni siquiera por fetiche o para burlarse, simplemente pasan de ella. Charlamos un rato de todo, de Montse, de su hija, de mis putiaventuras por América, de la jodida pandemia, de la economía.

Nos duchamos juntos y me regala otra mamada en el baño. Se me pone dura, me corro de nuevo. Dice que no me cobrará esta, que fue por cuenta de la casa. Me despido no sin antes pagarle los 40 euros de masaje-mamada-metida-de-dedo-a-por-culo. Como la veo feliz porque se ha ganado el pan con el sudor de su chocho le dejo de propina 20 euros más. Besos en los mofletes, está contenta porque en todo lo que va de año de pandemia soy el segundo cliente. Me bendice como si fuera mi abuela y me regala una frase que es una joya: Dios ayuda a quien ayuda a una puta en recesión. 

 

(Madrid, 30 de octubre de 2020)

jueves, 26 de agosto de 2021

Crónicas de agosto





Como crónicas de agosto he pretendido reunir en una etiqueta las putiaventuras que me han pasado en dicho mes. He revisado el blog y en verdad he escrito o reseñado pocas, esto se debe a que en agosto la cabeza no me da. Es un mes en el que me dejo llevar por mis apetencias. Si bien, continúo trabajando, el ritmo de trabajo bajaba en un 78% en la era prepandemia, durante la pandemia (2020) tocó encierro y en 2021 las salidas fueron pocas, aunque este año visité por primera vez Torremolinos, sólo fui al Quero una vez y salí con ganas de volver.

Agosto es un mes interesante. Madrid muere y por otra parte el puteo cambia de modo. Las saunas y bares de sexo van a media máquina por no decir nada. Antes de la Montse, yo dedicaba agosto a ir casi todos los días a los saunas. Regresaba tarde a casa y me encerraba con el aire acondicionado a mil a leer o ver alguna peli. A mediados de agosto toca la respectiva reunión familiar en la casita de la sierra. Desde que está la Montse me escapo moderadamente al puteo gay. Hay una ventaja con la Montse: en verano duerme siestas de seis y hasta siete horas, lo que es perfecto para el puteo en horario de matinée y vespertino: me puedo ir de puteo a las 14:00 hrs., regresar a las 18:00 hrs. y la tía sigue durmiendo.

El mejor agosto que he pasado en mi puta vida fue el de 2018 porque me tocó quedarme más de lo pensado en Buenos Aires, Argentina. Ese mes casi todos los días tuve actividad de turismo sexual, aunque la mayor parte de las actividades fueron en el Cine Ideal, Sauna Homosapiens y visitas a putas con la finalidad de satisfacer el lado hétero. Como ya os comenté, los encuentros con putas resultaron algo caro y nada satisfactoria. Por el lado homo por lo menos alguien me hacía una paja y se tragaba mi semen. He revisado y dichas actividades no están en la categoría de Crónicas de agosto porque me interesó más que creciera la de Puteando en América.

Y aquí estamos, reflexionando sobre agosto, el puteo y las putas.