lunes, 6 de mayo de 2013

CRUISING TIRSO DE MOLINA SALA X DUQUE DE ALBA


Ese fin de semana Elena visitaría con su familia a las abuelas en Bilbao, no es que fueran vascas, pero llevaban años viviendo allí, y tampoco es que fueran sus abuelas, eran en realidad hermanas de su abuela. Lo cierto es que una semana antes de su partida no habíamos podido coincidir en mi piso para hacer el amor, así que desquité mis ganas en el Cine X Duque de Alba o Tirso de Molina, como lo prefiráis llamar. Elena era pésima haciendo el amor, además, el sexo oral que me ofrecía era aburrido y monótono, una vez se lo dije en broma y me confesó que era mala porque no tenía pene. Sin embargo, yo le hacía un sexo oral de maravillas según ella. Cada vez que teníamos tiempo para disfrutar de nuestros cuerpos, Elena me pedía que le hiciera un cunnilinguis. ¡Pegaba unos gritos atronadores! A pesar de que era mala en la cama, su conversación, su piel blanca y lozana, su sonrisa, sus abrazos siempre me reconfortaban. 

 Tiempo teníamos Elena y yo que no follábamos por las ocupaciones de cada uno y esa semana tampoco pudimos. Hay un momento en la vida de todo hombre donde solo se quiere follar y la masturbación no es opción. Están los hombres que deciden follar a otras mujeres, yo prefería coquetear con uno u otro chico pero sobre todo sentir la boca húmeda y experta en felaciones de los vejetes de la Sala X. Era una muy fría mañana de viernes, inicio de primavera. Pagué mi entrada y subí al gallinero. Justo en la entrada estaba un chico de unos veinticinco años, jeans negros y cazadora de cuero negro. 

Nos miramos y fue una mirada cómplice.

 Entré a la oscura sala y estaban proyectando una película donde una chica lavaba un coche y tenía unos senos muy grandes, llenos de silicona y un culo inmenso. Subí poco a poco y me dí cuenta que el chico de la entrada estaba detrás de mí. Me senté en la última fila, la fila de los folladores y la fila de las orgías maravillosas. Me senté e inmediatamente el chico de la cazadora de cuero negro, sin quitarme los ojos de encima, comenzó a acariciarme el muslo. Yo inmediatamente me bajé los pantalones hasta los tobillos. Mi polla estaba dura desde hacía días esperando poder follarme a Elena, pero nunca se pudo en esos días y la cantidad de semen que tendría acumuladas en mis cojones debería ser abundante.

 El chico de la cazadora de cuero negro se había sacado la polla. La acaricié con mi mano. Era una polla enorme, estaba dura y con lubricación abundante. Inmediatamente comenzamos el ritual masturbatorio de la sala X. Nos masturbabamos el uno al otro de forma suave, se puede decir que casi cariñosa. De vez en cuando nuestras miradas se cruzaban en la penumbra de la sala. Una que otra vez mirábamos la pantalla donde la chica que estaba lavando el coche era ensortijada, follada por dos chicos musculosos con unas pollas enormes de esas que uno desea que le metan en el culo también. La sala se estaba llenando. Cada tanto tiempo pasaba un vejete frente a nosotros tan sólo para vernos. Usábamos el instante de voyerismo para cesar la masturbación, entonces, nos apretábamos las pollas o nos acariciábamos las bolas. Otro vejete se quedó en los escalones a unos siete pasos de nosotros, pero aprovechando las luz de la pantalla se estaba disfrutando el espectáculo.


Es una de las cosas más hermosas que tiene el Cine X Duque de Alba y/o Tirso de Molina: el voyerismo. Hay que dejarse ver, dejar que el otro te posea con la mirada mientras tienes la suerte de comerte una polla o mientras te la estás comiendo. El hecho es, que sentirme observado me excitó más y le dije a mi compañero de paja que me corría. "¡Córrete en mi boca, macho!", me dijo con un acento marcadamente castellano. Me puse de pie. Llevo mi polla a su boca y me presionó con fuerza el culo. ¡Me corrí! ¡Pegué un grito de placer! ¡Podía sentir como mi leche era sustraída desde los testículos y pasaba por la uretra con la fuerza de la succión de ese macho. Me tiré de nuevo al lado del chico con la cazadora de cuero negro y posé mi mano sobre su pecho. Tenía un pecho lleno de vellos y sus pezones de hombre estaban erectos. El tío se masturbaba y de pronto se corrió. Jadeó como una perra en celo. Pude ver gracias a la luz de la película como fluía su semen.¡Era mucho y espeso!

Se me quedó viendo y se me acercó y me robó un beso. Sentí su lengua hurgando en mi boca. Inmediatamente pude ver que sacudía su mano y una inmensa gota de semen salió volando en medio de la sala y cayó en la cabeza de un vejete a quien le estaban haciendo una hermosa felación. El vejete se levantó molesto, gritando improperios a la nada. Todos estábamos en nuestras tareas sexuales o en el descanso del merecido orgasmo.


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