Debo reconocer que a pesar de haber terminado con
Laura su mejor regalo fue un móvil de última tecnología con el cual pude
instalar el Grindr. A través de esta aplicación me había contactado desde hace
tiempo a una homo-pareja que al parecer quería quedar conmigo.
XX
Suele ocurrir en muchas ocasiones que cuando las
homo-parejas son realmente estables, si no le gusto a uno de los tíos es más
que suficiente para no magrearnos un poco. A veces me pasa al revés, a mí no me
provoca alguno de los tíos y entonces mi emoción inicial de una petit-orgia se
ve disminuida hasta desaparecer.
XX
Esta pareja en cuestión, con quienes había
intercambiado algunas fotos era más o menos lo que comentaba anteriormente.
Ambos entre los 35 y 40 años, muy bien conservados físicamente según las fotos.
Uno más alto que el otro y el pequeñín de cuerpo macizo y duro. Me insistían en
irlos a visitar. A pesar de que nos conectábamos cuando yo estaba en el curro,
los tíos tienen un piso en San Sebastían de los Reyes. Les digo que esa tarde
se me hacía imposible pero que tratáramos de vernos el fin de semana.
XX
Al día siguiente el móvil estaba lleno de mensajes
de los tíos, fotos de los chicos desnudos. Un verdadero kama-sutra gay. A todas
estas, el alto no termina de molarme. El pequeñín tiene su atractivo y a pesar
de tener una polla de poca envergadura, era ésta compensada con un glande
redondo y robusto. Insisten en quedar para ese mismo día, pero les debo
explicar que no. Que vivimos lejos. Que si lo desean nos encontramos el sábado.
XX
Por fín y después de concertada la hora y la
dirección exacta me acerco a su piso en San Sebastián. Después de más de una
hora de camino entre metro, cercanías y un autobús llego sin problema a las
diez de la noche del día sábado. No había tomado la precaución de conocer la
ruta del búho de la zona, pero me dije a mi mismo que no importaba si la
follada merecía la pena.
XX
Al llegar me reciben como si nos conociéramos toda
la vida. Abrazos, besos en las mejillas. El pequeñín estaba sin camisa y era
más apetecible con su pecho lleno de pelos. El alto era muy frío para mí, a
pesar de que debo reconocer que se portaba muy amablemente. Me ofrecen una
cerveza. No tenía ni diez minutos de haber entrado y ya nos estábamos quitando
la ropa allí mismo, en la sala. Comienzan a tocarme las nalgas, las bolas. Un
chupeteo de pezones que no venía nada mal. La noche prometía.
Pinta bien, pero que breve !!! :-(
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