jueves, 13 de julio de 2017

Tarde de Sauna (2 de 5)




Al llegar a cualquier sauna siempre repito el mismo ritual. Una vez dentro y después de la respectiva ducha y de haberme lubricado el ojete, pues uno debe ser amable y facilitarle las cosas a quien desee hurgar en las profundidades de mi ano; tiendo a realizar lo que yo denomino “vuelta de reconocimiento”. Si es primera vez que visito ese sauna, suelo ir mas despacio detallando las instalaciones y los posibles sitios de cruising. Si ya conozco el terreno, pues me dedico a analizar a primera vista la clase de tíos que me pueda encontrar: hetero-gay-pasivo, vejete-mamador, macho-español, homo-gay-tímido, entre otros. Trato de “sentir” el ambiente. Hay días que uno entra al sauna y está todo a millón: follando aquí, follando allá, mamando por algún lado. También me ha pasado el extremo: NADA. A pesar de estar varios tíos dando vueltas, ninguno está dispuesto hacer nada o dejarse hacer. A veces uno llega tarde y la acción ya pasó estando todos los tíos descansando de alguna enorme orgía realizada minutos más atrás. También me ha pasado que uno va en plan de pasivo y resulta que TODOS los presentes ese día lo que quieren es que se los follen. ¡Madre mía! A veces es muy difícil ponerse de acuerdos todos.
XX
En aquella ocasión recuerdo que había un tío australiano o canadiense, no recuerdo ya y por favor me disculpan las distancias geográficas. Era un nativo de habla inglesa con el que había tenido algunas semanas atrás un buen magreo en otra sauna. Recuerdo que en aquella ocasión nos hicimos unas buenas mamadas pero de repente el tío se fue a una cabina con otro y me dejaron por fuera. Pensé que quizás se acordaría de mi, pero no fue así. Traté de acercarme, le lancé la típica mirada n° 38: aquí te pillo, aquí te mato” y la n°69 “vamos a darnos unas mamadas”, pero nada. El tío decidió ignorarme o quizás buscaba otro espécimen de macho.
(Continuará)

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