lunes, 5 de marzo de 2018

Jacking Off With Straight Boy Cory (Hombre adulta busca pasivo activo sexo oral)







Una de las cosas que he descubierto en el mundo gay es la facilidad de establecer una pareja habitual que se desconoce. Me explico. Cuando se visita con frecuencia una sauna o algún sitio de cruising puede ocurrir que uno también se topa con cierta frecuencia con los mismos sujetos, en algunos casos se entabla una amistad de “pasada”, de cruising en otras ocasiones no pasa nada.
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Este tipo de “amistades” permite ahorrar tiempo al momento de buscar una mamada o una follada. Se ubica el tío, ya nos conocemos, nos acercamos, si hay una sonrisa de por medio es que estamos claros en lo que se quiere, al estar bien cerca nos magreamos un poco, nos acariciamos mutuamente las pollas…, y por ahí nos vamos. A veces mamadas vienen, folleteo va, uno que otro derramamiento de leches, un pezoneo, en fin, que se puede pasar un buen rato si uno ya ha visto de antemano al tío.
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Cuento esto,  porque tuve una temporada en que me gustaba frecuentar la sauna Lavapiés. Recuerdo que iba una o dos veces por mes a lo largo de 2013 o 2014. Lo cierto es, que uno de los primeros cruisings lo tuve allí con un tío de unos 54 años. Cabello negro, pero porque se lo pinta. Un poquitín bajito. Algo de osete sin mucho morbo. Cuerpo velludo y una polla normal. De esas que son suficiente en tamaño para mamar y dejarse follar. El tío era colombiano, tenía una predilección por mamar y pajearse mientras devora una polla.
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El primer encuentro el tío estaba muy tímido. Me esbozó una sonrisa mientras me levantaba discretamente la toalla para contemplar mi polla, la cual en estado morcillón estaba durmiendo la siesta. Al ver tal predisposición a la contemplación de mi rabo, la polla se fue llenando de sangre, e iba poniéndose erecta a cada caricia del vejete. El tío me dijo que mi polla era gigantesca, cosa que me hizo reir, pues si bien creo que tengo una buena polla, tampoco es extraordinaria pues me he comido y pajeado unas pollas tres veces más grande que la mía. Mi polla es más grande que las promedios en un sauna madrileño, eso es cierto, y cuando estoy muy excitado los cojones se empequeñecen ante la envestida de sangre de mi polla.
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El vejete comenzó haciéndome una mamada espectacular. El viejo sinvergüenza alguna se tragaba mi polla, de vez en cuando se dedicaba a pajearla mientras que con la lengua iba acariciendo el glande. De tanto en tanto, succionaba la cabeza para ir extrañendo los líquidos seminales que el vejete tanto le gustaban. Después de unos quince minutos de mama que mama y de paja que pajea, el vejete sin pena alguna y sin preguntar no más, me ponía su polla semierguida en mi cara y me pedía que se la mamara. Así que me dedicaba a mi faena. Era como ya dije, una polla normal, de esas que se pueden llevar y mostrar por la vida con dignidad pero que tampoco es motivo de orgullo alguno para sorprender a los demás. El vejete me pidió que por favor le metiera un dedo en el culo mientras yo le comía la polla, así hice y el viejo comenzó a gritar ¡Qué gustito me das! ¡Ay, rico papi, rico! Ese “Rico papi” con su acento sudamericano lejos de excitarme me fastidió un poco, pues yo solo quería pasar un buen rato sin darle a conocer al mundo lo bien que me la estaba pasando.
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Lo cierto es que después de unos cinco minutos le dí de mamar al vejete, era la única forma que mantuviera  la boca ocupada en algo más productivo.
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Creo que estuvimos en medio de pajas y mamadas como unos cuarenta minutos, nos tumbamos en un camastro y hacíamos un 69 muy rico y suave hasta que el tío en cuestión resolvió correrse. Su chorro de leche era débil y no tenía nada de espesor, a lo cual decidí correrme para que disfrutara de mi leche. Muy gentilmente le pregunté dónde quería que me corriera y el vejete, dando muestra de control y autoridad se acostó y me pidió que le echara mi semen en su pecho. No podía negarme a su petición, así que aceleré el pajaso y apunté a su pecho, lanzando tres chorros de mi hirviente semen que salieron con tal fuerza que el tío dijo que lo había lastimado. Posteriormente, salió más leche pero sin la presión de la próstata, dejando al vejete en el piso extasiado y feliz, todo lleno de lefa.
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Me topé en otras oportunidades con el vejete. Me comentó que tenía la costumbre de ir a la sauna de Lavapiés  jueves o sábados, así que intercambiamos números y decidimos ponernos de acuerdo para coincidir, lo que permitía que nos fuéramos directamente a las pajas o a las mamadas. El vejete además tenía buena iniciativa para armar tríos en los cuales él siempre se dedicaba a mamar o daba de mamar y mientras  dejaba que su rabo fuera comido por algun alma caritativa, al vejete le encantaba meterme el dedo en el culo. Después tuve que mudarme casi un año a Barcelona y no lo volví a ver más. Le mandaba mensajes a su teléfono incluso una vez lo llamé, pero nunca contestó. 
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Cuando voy a Lavapiés dedico una paja a su memoria.

2 comentarios:

  1. Es cierto que el tema de la amistades, que particularmente yo les llamo "los habituales" resulta interesante para echarte una idea rápida de lo que puede pasar y como en el lugar frecuentado, y recurrir a ellos si apetece, siempre que no se convierta en una obligación.
    La parte "mala" es que se elimina la parte sorpresa del encuentro, precisamente por lo predictivo de la relación.

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    1. ¡Tienes toda la razón! Y me ha pasado lo de "los indeseables habituales", tíos que te los encuentras y desde un inicio no quieres nada con ellos y los tíos insisten una y otra vez, llega a ser algo insoportable, es un post que debo escribir alguna vez.

      Saludos

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