jueves, 20 de junio de 2024

Sexo en Buenos Aires, Argentina (Parte 1) - Puteando en América






Palabras preliminares


Luego de las putiexperiencias en Colombia, me tocó trabajo (y turismo sexual) en Buenos Aires, Argentina. Esta vez, por extrañas razones y circunstancias, mis sesiones de trabajo eran entre 8 a 12 h con una que otra cena o reunión de trabajo entre las 20 y 21 h. De esta manera, casi todos los días tuve una extensa franja horaria para ir de putipaseo: desde las 12 hasta las 19 h. Cuando en el curro me dijeron que me tocaba visitar Buenos Aires, tuve una especie de dilatación anal con contracciones testiculares, pues recordé mis putiaventuras en locales de sexo, cine y putas en el año 2018, dos años antes de la pandemia. En esta ocasión, decidí armar desde Madrid un plan de puteo intenso porque conocía de antemano que tendría mucho tiempo para putear, porque además de la franja horaria que era amplia y cómoda, tendría los fines de semana libres.  

Contrario a lo que podéis pensar, de que aproveché el tiempo para ir a distintos sitios de putipaseo, me concentré solo en dos; algunas visitas furtivas al cine Ideal y, desde luego, la sauna Homosapiens. La razón está en la edad. Recordé que en el viaje pasado perdí mucho tiempo contactando putas a través de internet y WhatsApp, y que las experiencias que tuve no me dejaron satisfecho del todo, a diferencia de las putitas colombianas que me trataron “como un rey”, frase que ellas usan con frecuencia. Hice una lista de saunas y bares de sexo que no visité la vez pasada, pero algunas cerraron definitivamente por la pandemia, y otras, pues que no me apeteció ir. 

E hice bien en dejar que las cosas fluyeran a su manera, porque si bien en 2018 toqué-saboreé-y-me-clavaron pollones enormes en la Argentina, esta vez no hubo tantas pollas inmensas, pero hubo buenas pollas, mucho morbo y diversión como hacía años que no lo vivía. Envejecer tiene sus ventajas en el puteo gay, por lo menos porteño. Los mayores nos buscamos entre sí y los jovenzuelos buscan experiencias en nosotros. De esta manera, en Buenos Aires viví unas putiaventuras que, de solo recordar, me apetece matarme con unas pajas. ¡Y mirad que hace tiempo que he dejado el hábito masturbatorio! Por lo menos, en soledad. Además. en esta ocasión no me encontraría con Fede, porque él estaba en Madrid, polo cual, yo putearía a mi manera y a mi ritmo.


Por último, antes de comenzar a narrar las putiaventuras en Buenos Aires; os debo decir que, ¡por fin he probado/estado/puteado en Glory Holes! Pensaba yo que me moriría y nunca disfrutaría de algo que me daba puticuriosidad y que deseaba probar. Me parecía que los Glory Holes son entre rito tradicional imprescindible del buen-homo-putear y, a la vez, un lugar íntimo. Disfrutas de una polla anónima y una boca (o culo) desconocido y sin rostro que da placer.  
Así que, amigos, ¡preparaos para las putiaventuras den Buenos Aires potenciadas con Glory Holes! 

 

PD.: Según la Wikipedia, la primera vez que aparece la referencia a los Glory Holes fue un caso judicial en Londres, en 1707. Creo que puede ser una práctica más antigua; bueno, ya la historia nos contará.  

 

(Continuará) 




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