Una de las cosas que he descubierto en el mundo gay
es la facilidad de establecer una pareja habitual que se desconoce. Me explico.
Cuando se visita con frecuencia una sauna o algún sitio de cruising puede
ocurrir que uno también se topa con cierta frecuencia con los mismos sujetos,
en algunos casos se entabla una amistad de “pasada”, de cruising en otras
ocasiones no pasa nada.
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Este tipo de “amistades”
permite ahorrar tiempo al momento de buscar una mamada o una follada. Se ubica
el tío, ya nos conocemos, nos acercamos, si hay una sonrisa de por medio es que
estamos claros en lo que se quiere, al estar bien cerca nos magreamos un poco,
nos acariciamos mutuamente las pollas…, y por ahí nos vamos. A veces mamadas
vienen, folleteo va, uno que otro derramamiento de leches, un pezoneo, en fin,
que se puede pasar un buen rato si uno ya ha visto de antemano al tío.
XXX
Cuento esto, porque
tuve una temporada en que me gustaba frecuentar la sauna Lavapiés. Recuerdo que
iba una o dos veces por mes a lo largo de 2013 o 2014. Lo cierto es, que uno de
los primeros cruisings lo tuve allí con un tío de unos 54 años. Cabello negro,
pero porque se lo pinta. Un poquitín bajito. Algo de osete sin mucho morbo.
Cuerpo velludo y una polla normal. De esas que son suficiente en tamaño para
mamar y dejarse follar. El tío era colombiano, tenía una predilección por mamar
y pajearse mientras devora una polla.
XXX
El primer encuentro el tío estaba muy tímido. Me esbozó
una sonrisa mientras me levantaba discretamente la toalla para contemplar mi
polla, la cual en estado morcillón estaba durmiendo la siesta. Al ver
tal predisposición a la contemplación de mi rabo, la polla se fue llenando de
sangre, e iba poniéndose erecta a cada caricia del vejete. El tío me dijo que
mi polla era gigantesca, cosa que me hizo reir, pues si bien creo que tengo una
buena polla, tampoco es extraordinaria pues me he comido y pajeado unas pollas
tres veces más grande que la mía. Mi polla es más grande que las promedios en
un sauna madrileño, eso es cierto, y cuando estoy muy excitado los cojones se
empequeñecen ante la envestida de sangre de mi polla.
XXX
El vejete comenzó haciéndome una mamada
espectacular. El viejo sinvergüenza alguna se tragaba mi polla, de vez en
cuando se dedicaba a pajearla mientras que con la lengua iba acariciendo el
glande. De tanto en tanto, succionaba la cabeza para ir extrañendo los líquidos
seminales que el vejete tanto le gustaban. Después de unos quince minutos de
mama que mama y de paja que pajea, el vejete sin pena alguna y sin preguntar no
más, me ponía su polla semierguida en mi cara y me pedía que se la mamara. Así
que me dedicaba a mi faena. Era como ya dije, una polla normal, de esas que se
pueden llevar y mostrar por la vida con dignidad pero que tampoco es motivo de
orgullo alguno para sorprender a los demás. El vejete me pidió que por favor le
metiera un dedo en el culo mientras yo le comía la polla, así hice y el viejo
comenzó a gritar ¡Qué gustito me das! ¡Ay, rico papi, rico! Ese “Rico papi” con
su acento sudamericano lejos de excitarme me fastidió un poco, pues yo solo
quería pasar un buen rato sin darle a conocer al mundo lo bien que me la estaba
pasando.
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Lo cierto es que después de unos cinco minutos le dí
de mamar al vejete, era la única forma que mantuviera la boca ocupada en algo más productivo.
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Creo que estuvimos en medio de pajas y mamadas como
unos cuarenta minutos, nos tumbamos en un camastro y hacíamos un 69 muy rico y suave hasta que el tío en cuestión resolvió correrse. Su
chorro de leche era débil y no tenía nada de espesor, a lo cual decidí correrme
para que disfrutara de mi leche. Muy gentilmente le pregunté dónde quería que
me corriera y el vejete, dando muestra de control y autoridad se acostó y me
pidió que le echara mi semen en su pecho. No podía negarme a su petición, así
que aceleré el pajaso y apunté a su pecho, lanzando tres chorros de mi
hirviente semen que salieron con tal fuerza que el tío dijo que lo había
lastimado. Posteriormente, salió más leche pero sin la presión de la próstata,
dejando al vejete en el piso extasiado y feliz, todo lleno de lefa.
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Me topé en otras oportunidades con el vejete. Me
comentó que tenía la costumbre de ir a la sauna de Lavapiés jueves o sábados, así que intercambiamos
números y decidimos ponernos de acuerdo para coincidir, lo que permitía que nos
fuéramos directamente a las pajas o a las mamadas. El vejete además tenía buena
iniciativa para armar tríos en los cuales él siempre se dedicaba a mamar o daba
de mamar y mientras dejaba que su rabo
fuera comido por algun alma caritativa, al vejete le encantaba meterme el dedo
en el culo. Después tuve que mudarme casi un año a Barcelona y no lo volví a
ver más. Le mandaba mensajes a su teléfono incluso una vez lo llamé, pero nunca
contestó.
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Cuando voy a Lavapiés dedico una paja a su memoria.
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Cuando voy a Lavapiés dedico una paja a su memoria.
Es cierto que el tema de la amistades, que particularmente yo les llamo "los habituales" resulta interesante para echarte una idea rápida de lo que puede pasar y como en el lugar frecuentado, y recurrir a ellos si apetece, siempre que no se convierta en una obligación.
ResponderEliminarLa parte "mala" es que se elimina la parte sorpresa del encuentro, precisamente por lo predictivo de la relación.
¡Tienes toda la razón! Y me ha pasado lo de "los indeseables habituales", tíos que te los encuentras y desde un inicio no quieres nada con ellos y los tíos insisten una y otra vez, llega a ser algo insoportable, es un post que debo escribir alguna vez.
EliminarSaludos